Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- En la obra de María Oriza contrasta la limpieza de planos undosos con el ascetismo de las composiciones tridimensionales relativamente sencillas que actúan como soporte pictórico sobre el que aplica una decoración minimalista y repetitiva. Las piezas se construyen a partir de estructuras geométricas tensando sus superficies sobre curvas helicoidales que se entrecruzan o se encadenan. En los planos envolventes la conexión con el espacio es propiciada por rasgos tan evidentes como el tamaño o la colocación del objeto que contribuyen a crear un tipo de experiencia en el espectador. Este aspecto de su trabajo lo liga a la discusión contemporánea sobre la expansión del campo de la escultura hacia nuevas formas de ocupar y construir el espacio. La obra de María Oriza (Aranda de Duero, Burgos, 1964) se sitúa en un espacio muy claro y reconocible. Al primer golpe de vista destaca la elegancia de las formas, las alas de la materia, el vuelo que inicia y nos arrastra. Su cerámica 'desemboca' en las formas naturales más elementales, en formas que se pliegan con una geometría y elasticidad muy originales. En todos los trabajos encontramos la misma constante, la del rico tratamiento de las superficies con un muy personal diseño curvilíneo, cromático y textural, cuyas huellas, luces, sombras y colorido adquieren la apariencia abstracta de hojas, pétalos o flores. Algunas de las obras recientes, más abiertas y neutrales en términos de incidentes de superficie, resultan más sensibles a las variaciones de contexto espacial y lumínico en que se sitúan. Reflejan de manera más aguda estas dos propiedades del espacio y la luz y resultan más evidentemente transformados por ellas. María Oriza combina el trabajo de láminas de barro que curva hasta transformarlas en planos envolventes para conseguir volúmenes y simetrías -de ese modo parece querer librarse de efectos compositivos, y la manera obvia de hacerlo es la simetría-, con decoraciones filiformes casi infinitas. La decoración se organiza según estructuras de redes para crear sensación de volumen y movimiento, un procedimiento muy atractivo que aumenta la expresividad de las composiciones. Son los desarrollos formales los que acentúan los ritmos, cadencias y efectos espaciales. La flexibilidad de sus líneas aparentemente interconectadas nos remite a un organismo vivo, en concreto al pálpito constante de venas y arterias, a la turbulencia de los fluidos. Los modelos que utiliza son representaciones simbólicas que describen los principales rasgos o dimensiones de los fenómenos que representan. Como tales, son sumamente útiles para descomponer fenómenos complejos en representaciones más simples y más fácilmente comprensibles. Para Oriza el reto es buscar la forma en la que el material se adapte a la idea. Con o sin pretensiones filosóficas, estamos ante una estética en la que la desnudez y la austeridad son sus principales cualidades. María Oriza ve determinadas formas que se desarrollan en la naturaleza como el resultado de la fragmentación de complejos superiores, es decir, como un principio de retorno a las formas geométricas elementales. Estas formas son percibidas a través de nuestros órganos de los sentidos responsables por el tacto o por el sentido visual. En nuestro caso, enfatizamos la visión. Puesto que confiamos en todos nuestros sentidos y de ellos dependemos.
Objetos de lectura minimalista en un diálogo conceptual con la cerámica. María Oriza lleva años investigando algo que ahora parece inagotable, algo tan sencillo y tan complejo como la forma a través del plano y la forma en relación a la superficie.
Exposición. 12 nov de 2024 - 09 feb de 2025 / Museo Nacional Thyssen-Bornemisza / Madrid, España