Descripción de la Exposición Decía Theodor Lipps (1851-1914), uno de los teóricos más importantes de la Einfühlung o Psicología del Arte, que La forma de un objeto es siempre el ser formado por mi actividad interior. En aquellos años finiseculares, coincidentes con el desarrollo de las corrientes decadentistas (Simbolismo) y el nacimiento de las primeras vanguardias (recordemos la primera exposición impresionista en 1874, germen de toda la aceleración posterior), quería este pensador llamar nuestra atención sobre el componente psicológico del Arte, tanto en su percepción, como en su creación. Recordemos que el Arte Moderno ya no necesitaba imitar la realidad por existir procedimientos más fidedignos. Sin embargo, no por eso la creación plástica iba a dejar de inspirarse en lo existente, como fuente de proyección sentimental, y máxime si tenemos en cuenta que la propia naturaleza ofrece perfiles abstractos, en el mar, en el cielo, en la luz. La obra de María José Puerto Marín comienza en la objetividad del horizonte, del campo, de los colores terrosos, de los efectos de sombra o luz vespertina, de las aguas de un lago, de las serranías y laderas refulgentes, del misterio selvático o el cristalino. Éstos son algunos de los pretextos temáticos que fluctúan detrás de una obra muy personal que conjuga, entre otras, las citas al Impresionismo, al postimpresionista Paul Cézanne, predecesor del Cubismo, al Fauvismo y al Expresionismo Abstracto Americano, con leves concesiones técnicas al Informalismo europeo, por ejemplo, en la mezcla de pigmentos con arena, para conseguir texturas en piezas como Últimas luces. La montaña de Sainte-Victoire, tantas veces representada por el pintor de Aix, Cézanne, parece trasunto de Ladera encendida, construida a base de formas cuadradas, extendidas con la paleta, que dan un cierto carácter gestual a la plástica de María José. Pieza que comenzando en una tonalidad fría concluye en un mágico y volcánico estallido cromático. O el sencillo Bodegón, humilde iconografía de la pintura moderna, motivo continuo de investigación formal del pintor francés. Otro conjunto de tablas y lienzos se encuentran más próximos al Expresionismo Abstracto Americano, especialmente en su vertiente de «pintura de campos de color», en la que fueron destacados maestros Clifford Still, Barnett Newman y Mark Rothko. Diversos toques de originalidad singularizan esta transatlántica influencia. En primer lugar, las dimensiones. Si la Escuela de Nueva York se caracterizó por la realización de obras que buscaban engullir la propia figura del espectador, María José Puerto recurre a un formato más amable, menos agresivo, más doméstico, más dulce, un formato que, de atraparnos, lo haría respecto a nuestra mirada y nuestras emociones. Pero la división en campos de color de Horizonte siena, Campo rojo o Serranía de fuego procede de la investigación formal llevada a cabo en la plástica estadounidense de posguerra. Y podríamos considerar más literal esa influencia en la gama y disposición cromática de Campiña, próxima a un miembro de la corriente más gestual, Willem De Kooning; En el lago, que anuncia la frialdad de las franjas de color de Rothko y finalmente, en Juego cromático, donde la verticalidad de Newman se convierte en horizontalidad múltiple y de trazo más espontáneo. Un conjunto pictórico que hace del paisaje, la luz y el color una nueva imagen lírica a través de la actividad interior de su creadora.
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España