Descripción de la Exposición
Pocas mujeres como Mary Shelley han comprendido mejor el dilema moderno entre innovación, introspección e imaginación. A menudo estos conceptos parecen incluso antagónicos y, sin embargo, a principios del siglo XIX ella supo conjugarlos en la que sería su obra maestra, Frankenstein, pero no sólo. A lo largo de sus libros, Shelley aborda también, de manera secundaria, la compleja existencia de ser una mujer en un tiempo presente opresor y desigual. Quisiera así no sólo reivindicar a Shelley sino ponerla en relación a esta exposición, “Mar de fondo”, donde dialogan dos artistas tan distintas como Ailen Maleta (La Habana, 1984) y Naza del Rosal (Almería, 1983), y donde hay mucho de innovación, introspección e imaginación.
Partiendo de orígenes geográficos distintos, esta muestra se engloba dentro del ciclo “Dúo” que enfrenta en la sala a dos artistas diferentes para establecer vínculos entre sus obras. Resulta que aquí, además, ambas presentan una cercanía con el entorno del mar, con la naturaleza y el agua; y ambas, de alguna manera, interpretan la posibilidad de imaginar el mundo. Desde la introspección de Maleta, reflejada a través de una serie de fotografías que remiten a ese momento de estar a solas para poder vernos mejor, a la imaginación de Del Rosal, cuyos mundos y personajes se escapan de la realidad conocida. Sin embargo, ambas tienen en común que no hay nada más profundo en la fantasía que pensarse a una misma, retratarse y, en el fondo, sumergirnos en nuestro subconsciente.
Así, desde la técnica pictórica de una (donde abundan personajes y escenas de ensoñación, y donde el color es abundante, vivo y diverso) saltamos a la fotografía de la otra (donde la huella humana siempre aparece, de alguna forma, pero cuyas escenas también tienen mucho de construcción interior). La realidad que está muy presente, ya sea para retratarla o para negarla. Del Rosal sale de la caverna (tanto la filosófica como la prehistórica) para reivindicar esas representaciones idealizadas que, finalmente, eran mucho más naturalistas de lo que aparentaban, pero también para retomar el ejercicio de pintar como símbolo y metáfora, como ya hicieron otros antes que ella a lo largo de la Historia del Arte. Frente a ella, Maleta vuelve sobre sí en un ejercicio performativo que se refleja en la fotografía, en esos espacios que parecieran privados y vacíos pero que están ocupados por la presencia de una misma y su imaginación, algo que otras como Francesca Woodman ensayaron antes. Aquí hay también una presentación, un deseo de mostrarse sin tapujos, dejando que sea el público quien termine de interpretar lo que ve.
En la “Mar de fondo” ambas dialogan, conectan y se enfrentan para mostrarnos mucho más. Esta exposición es, finalmente, un ejercicio de performance en sí mismo donde quien mira tiene también que aportar, que añadir y que sumar al resultado final.
Texto: Semíramis González, comisaria independiente