Manuel Salinas está considerado desde hace tiempo un corredor de fondo de la pintura, un artista solitario e independiente, y, por ello, ajeno a los dictados de las modas e incluso a contracorriente de ellas. El artista es uno de los protagonistas destacados de la pintura abstracta española de los últimos veinticinco años. Instalado definitivamente en la abstracción desde la primera mitad de los setenta, el verdadero punto de inflexión de su obra se produce hacia 1980, cuando los trazos enérgicos y el gesto rápido lo relacionan con el expresionismo abstracto. Los elementos que configuran su obra actual son el color y la estructura, una combinación que comienza a predominar en sus lienzos hacia 1987, cuando realiza unas composiciones caracterizadas por el equilibrio entre grandes masas cromáticas a un lado y otro de la superficie, articuladas por ejes verticales o grandes trazos en forma de arco de claras reminiscencias arquitectónicas. ...
El artista, que comenzó a exponer en 1962, abandonó la figuración a mediados de los años setenta para dedicarse a lo que él mismo denomina irónicamente 'abstracto estricto'. Sus viajes y estancias en Barcelona y París otorgaron a sus obras un aire cosmopolita del que carecían sus colegas en el sur y le hicieron receptivo a la vuelta a la pintura-pintura de los ochenta.
Después de la influencia norteamericana llegó una etapa más gestual, a la que siguió una inundación de color. La geometría, siempre latente, asoma más en algunas etapas, como por ejemplo en sus creaciones casi arquitectónicas de mediados de los noventa.
Salinas, artista destacado en la abstracción andaluza junto a Pepe Soto, Juan Suárez, Gerardo Delgado o José Ramón Sierra, tiene obras en el Museo Reina Sofía, en la Fundación La Caixa y el Banco de España, entre otras instituciones públicas y privadas. El artista posee además dos obras incluidas en el libro del crítico Francisco Calvo Serraller, 'Las 100 mejores obras del siglo XX'.