Descripción de la Exposición
La pintura es un espejo del inconsciente. Su misterio radica en el reflejo de esa reconstrucción de la realidad que realizan los estratos más profundos de nuestra mente.
La creación se fundamenta en este diálogo permanente con uno mismo y con el entorno. Con la visión siempre nueva que replantea la interpretación de nuestro mundo. En definitiva, cualquier manifestación artística demuestra la esencia auténtica de la creación humana.
Manuel Sánchez Arcenegui, con quien comparto la fraternidad de los pinceles desde hace muchos años, sigue el camino de la creación auténtica, la del reflejo del alma, la de la expresión del espíritu. Recordando la sentencia de Eugenio d'Ors, "todo lo que no es tradición es plagio", Arcenegui avanza con pasos seguros y con la mirada hacia atrás. Su vocabulario pictórico se remonta a Caravaggio y Velázquez, tanto en el cromatismo como en el recorrido inteligente de su pincelada. Porque busca lo que Ortega llamaba "condición de vida eterna" en la obra de arte, en la obra bien hecha. Y esta conciencia es la que construye la pintura de mi amigo Arcenegui. La conciencia del valor de presencia, hecha con sensibilidad desmesurada, porque el arte es como el amor: su mesura es la desmesura.
Los espejos pictóricos que nos muestra este artista reflejan su sensibilidad en los canales de Venecia y en los canales de su vibración creativa, pincelada a pincelada. Reflejos también de una historia que se actualiza con la modernidad inherente a su composición, en su óptica y en su factura. La pintura se vuelve en retrato abstracto de su alma, una alma "jonda" que huele a flor de azahar, como Sevilla y a flor de acanto, como Roma.
Modest Cuixart
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España