Javier Aquilué en sus dibujos rehúye el difuminado y la mancha para que sus imágenes se parezcan a una página escrita, ya que concibe cada dibujo como el relato de su propia aparición. Un relato que nos plantea preguntas sobre la imagen como narración que oscila entre aquello que se recuerda y aquello que se olvida, se tergiversa o se reinterpreta.
En sus series de borrados registra dibujos mediante papel de calco, borrándolos una vez terminados. El papel original como residuo sobre el que ha quedado el sutil desgaste, la huella de las presiones del trazo, se contrapone al registro en el que queda una imagen despojada de la mano del artista; de este modo cuestiona la relación entre original y copia, soporte e imagen, acción y producto, dibujo y escritura.
En su pintura Aquilué nos enfrenta a imágenes aparentemente cotidianas cuya lectura, sin embargo, resulta infranqueable. Como desgajadas de anécdotas que...nos son desconocidas, el orden narrativo queda suspendido entre los márgenes de estas imágenes, esperando a que asignemos roles, imaginemos causalidades, profundicemos en su potencialidad alegórica. Se trata de obras que nos devuelven nuestra mirada refractada, una mirada densificada por la memoria y la elucubración, abierta a la deriva de la subjetividad.
Entrada actualizada el el 20 dic de 2019
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