Descripción de la Exposición
Inauguramos Malinche de Yiss Yisi. Este proceso ha sido realmente exitoso respecto al modo de desafiar el hibridismo a nivel material, procesual y conceptual. Sin embargo, es necesario ingresar en el relato y emprender el viaje a la semilla para comprender lo que está en juego en la Malinche y la dialéctica del sufrimiento que envuelve a nuestra madre. A través de ella, Octavio Paz, un exponente fundamental de las letras Latinoamericanas, escribió una vez: "La derrota de los dioses -pues eso fue la Conquista para el mundo indio: el fin de un ciclo cósmico y la instauración de un nuevo reinado divino- produjo entre los fieles una suerte de regreso hacia a las antiguas divinidades femeninas. Este fenómeno de vuelta a la entraña materna, bien conocido de los psicólogos, es sin duda una de las cusas determinantes de la rápida popularidad del culto a la virgen(...)La virgen católica es también una madre (Guadalupe-Tonantzin la llaman aún algunos peregrinos indios) pero su atributo principal no es velar por la fertilidad de la tierra sino ser el refugio de los desamparados. La situación ha cambiado:no se trata ya de asegurar las cosechas sino de encontrar un regazo. La virgen es el consuelo de los pobres, el escudo de los débiles, el amparo de los oprimidos. En suma, es la Madre de los huérfanos. Todos los hombres nacimos desheredados y nuestra condición verdadera es la orfandad, pero esto es particularmente cierto para los indios y los pobres de México. (...) Por contraposición a Guadalupe, que es la madre virgen, la Chingada es la madre violada. Ni en ella ni en la virgen se encuentran rastros de los atributos negros de la Gran Diosa: lascivia de Amaterasu y Afrodita, crueldad de Artemisa y Astarté, magia funesta de Circe, amor por la sangre de Kali. Se trata de figuras pasivas. Guadalupe es la receptividad pura y los beneficios que produce son del mismo orden: consuelo serena, aquieta,enjuga las lágrimas, calma las pasiones. La Chingada es aún más pasiva. Su pasividad es abyecta:no ofrece resistencia a la violencia, es un montón inerte de sangre, huesos y polvo. Su mancha es constitucional y reside, según se ha dicho más arriba, en su sexo. Esta pasividad abierta al exterior la lleva a perder su identidad: es la Chingada. (...) Si la Chingada es una representación de la madre violada, no parece forzado asociarla a la Conquista, que fue también una violación, no solamente en el sentido histórico, sino en la carne misma de las indias. El símbolo de la entrega es la Malinche, la amante de Cortés. Es verdad que ella se da voluntariamente al conquistador, pero éste, apenas deja de serle útil, la olvida. Doña Marina se ha convertido en una figura que representa a las indias, fascinadas, violadas o seducidas por los españoles. Y del mismo modo que el niño no perdona a su madre que lo abandona para ir en busca de su padre, el pueblo mexicano no perdona su traición a la Malinche. Ella encarna lo abierto, lo chingado, frente a nuestros indios, estoicos, impasibles y cerrados. Cuauhtémoc y doña Marina son así dos símbolos antagónicos y complementarios. Y si no es sorprendente el culto que todos profesamos al joven emperador -"único héroe a la altura del arte", imagen del hijo sacrificado-, tampoco es extraña la maldición que pesa contra la Malinche".
Octavio Paz, Los hijos de la Malinche, "Laberinto de la soledad".
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España