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A partir del trabajo diario de recortar, seleccionar y pegar, Ignasi Aballí aporta su particular manera de “medir” el mundo, contando historias desde leves e inframinúsculas partículas de tiempo, más próximas al índice que al icono o al símbolo. El artista catalán cuestiona así la práctica pictórica y la posibilidad de representación, haciendo de la nada –o de lo minúsculo – el objeto de la obra. Ello le permite tantear la realidad desde perspectivas inéditas.

El Real Jardín Botánico acoge una intervención site-specific en la que el artista trabaja en torno a ... las especificidades del lugar. La finalidad perseguida es provocar una situación paradójica confrontando el orden y las convenciones asociadas al concepto de jardín con imágenes de la naturaleza en su versión más marginal, desplazada y espontánea. Aballí instalará diez imágenes de grandes dimensiones, estratégicamente colocadas por el jardín. Las fotografías –en su mayoría imágenes de “malas hierbas” crecidas en condiciones difíciles, entre el asfalto y el cemento, y sin nadie que las cuide– contrastan con las plantas cultivadas en el Botánico.