Descripción de la Exposición
Berlinés de 1967, Florian Bolk tomó, como se decía en las viejas asociaciones fotográficas, imágenes del aire de Madrid —todas en blanco y negro, como sus predecesores en el tañido de esta cuerda— mientras una luz arropada de polvo y bruma descendía por el hueco de las callejas que cruzan la Gran Vía, encajonada entre los farallones de los edificios. Apenas si consigue tocar el suelo algunas veces, esa luz. Otras, la anchura de la Ciudad Universitaria deja que la suave ceniza se expanda en el espacio luminoso. Otras, viejas tiendas y nuevos centros comerciales recogen entre sus cristaleras la caída de esa pulverizada niebla que hace de criba del sol.