Descripción de la Exposición
Luis Vidal, aurúspice en silencio.
Por: J. Jesús Camargo
Este viaje al alma, al bullir de los pensamientos de Luis Vidal, es un deslizar en los desgarros del tiempo, un viaje al interior. Rozar en silencio un fluir de emociones para encender la música de la verdad. Como un vuelo, tan delicado como contundente, se presenta la obra de Luis Vidal en la Galería Dionís Bennàssar.
Toda danza ya sea filosófica, pictórica o poética se engarza en la dulce, enigmática, tenebrosa, y excitante búsqueda de la respuesta. Y se deforma la realidad, se deconstruye para hallar su verdad oculta
El meñique sujeta el espacio para que el resto acaricie el milagro y recoja el silencio que clama. Porque no es preciso buscar la perfección sino un trozo de verdad.
La búsqueda del movimiento sutil, de una belleza que oscila, que danza, hallando su atemporalidad en los márgenes del tiempo.
No es sólo un paisaje que se interpreta sino un pensamiento que se enmarca, que se zarandea entre dos dimensiones, para comprimir un pensamiento infinito que surge frente al mundo en una nueva realidad que se limita a un espacio y un tiempo
Evocar lo máximo con lo mínimo. Cada desliz que surca y crea la obra que se hace pintura en cada matiz, hunde sus raíces en cada sueño representado en Chauvet, Altamira, para abrazar, sin acaso temblar, la tierra con una sonrisa tan auténtica como humana, el pensamiento simbólico que se esboza en el aire, sujeta el lápiz, el meñique guía, a su vez, al corazón y al cerebro en el que anida el alma, y conjura el silencio para hacerse desgarro de color, surco en el papel, para sembrar lo verdaderamente humano, el ser simbólico que se pierde en la era digital, tecnológica, y deviene casi anómalo, extraño o ajeno. Cuando lo que nos hace auténticamente humanos, es la poiesis, la creación, la palabra, la mirada, la caricia como una fisura que crea el color. Cauce, belleza, y silencio de los ojos.
Como un leve y quebradizo gesto que desafía la muerte brota el alma para acariciar otras almas en su contemplación, curando heridas, ocultas quizás, remendando grietas,...Frente a la pregunta del alma, los dedos buscan la respuesta, que es la mudez de luz, que se crea y que Luis Vidal emite como un grito rojo en el abismo, y en sus grietas las flores líquidas nacen de los rugidos ahogados de los que no tienen sino sigilo, o restan en la añoranza, en el no-ser.
Cada trazo se armoniza frente a la sujeción y busca el ritmo que no cesa, siempre todavía, lo miras y sigue en movimiento eternamente, alma y vida.
El pincel de agua, roza silencioso el papel que se estremece en cada caricia, y padece el milagro, y llora colores de agua, y surge una melodía que yacía en su interior, que se transforma en algo que sugiere un alma, un ser o algún trozo de la verdad del ser, de aquel trocito, de aquel instante del gran espejo de la Verdad que Espriu abrazó con sus palabras.
Mientras se dibuje, se pinte, se escriba, se cante a la luz, desafiaremos a la muerte. Se irá desdibujando la muerte, se alejará. Nos salvaremos de la intemperie, volveremos al origen primigenio, como proyectos de un futuro en el que anide el origen.
Volveremos a los árboles de agua y de la vida que se proyectan a través de los dedos de Luis Vidal.
Porque se encienden nidos como ensoñaciones entre las ramas del árbol genealógico, para comprender las tinieblas, las sombras del ser, y hallar dónde anida lo real, la luz de la mirada del padre, el río puliendo los guijarros, el perro que nunca le abandona, y el tiempo que nos mira de reojo.
El arte como antídoto de la soledad, como rezaba Foster Wallace. Como antídoto contra la mediocridad, y contra la deriva de la masa hacia la nada, contra la indiferencia que enmudece el alma.
Luis vive lo poético que trasciende el mundo, lo mira, lo intuye, lo plasma y nos lo regala a manos llenas, a voz dormida, más allá de lo tangible. Vuelos violáceos en playas infinitas dentro del sueño que es la vida, y es el arte el sueño imposible sin el que morimos de frío moral.
Luis Vidal, un aurúspice porque observa, explora, e investiga el soplo y el aire de las alas de las mariposas, indaga y viaja por sus almas frágiles y efímeras y dibuja auras de perros, caballos, gatos...auras que trascienden el trazo, la línea,...capta lo efímero, lo fatuo de la belleza que se oculta, para, así, cruzar el tiempo y llegar al alma de quien aprendió a mirar en madrugadas de insomnio rozando, en silencio, la verdad.
No hablemos pues. Dejemos que hable la obra de Luis Vidal. Dejemos de definirla. Callemos. No enturbiemos su luz. Abandonemos la écfrasis. Sólo miremos a través de su silencio.
Exposición. 31 oct de 2024 - 09 feb de 2025 / Artium - Centro Museo Vasco de Arte Contemporáneo / Vitoria-Gasteiz, Álava, España