Luis Seoane. Cada cabeza unha cor

Exposición / Fundacion Luis Seoane / San Francisco, s/n / A Coruña, España
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Cuándo:
19 jun de 2015 - 23 ago de 2015

Inauguración:
19 jun de 2015 / 20:00

Organizada por:
Fundacion Luis Seoane

Artistas participantes:
Luis Seoane

ENLACES OFICIALES
Web 

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Etiquetas
Pintura  Pintura en A Coruña 

       

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Descripción de la Exposición

La Fundación Luis Seoane se creó en el año 1996 con el propósito de difundir la obra y el pensamiento de Luis Seoane (Buenos Aires 1910-A Coruña 1979), además de promover diferentes manifestaciones artísticas contemporáneas a través de exposiciones, ciclos de conferencias, publicaciones, etc. Con Luis Seoane. Unha cabeza unha cor comienza un ciclo de exposiciones con el que se pretende mostrar periódicamente los fondos de la colección institucional al tiempo que se elaboran diferentes lecturas sobre la obra del artista gallego, poniendo a disposición del público la riqueza de un legado que abarca más de cincuenta años de actividad artística. Cada exposición se centrará en un aspecto determinado del trabajo de Luis Seoane, y en este caso en concreto, el tema de la muestra es el color, reflejado en una treintena de obras entre las que se incluyen óleos, grabados, tapices y producción editorial. El color en Seoane es una suerte de paisaje a través del que es posible trazar la estructura de cada pieza. En palabras del artista, ‘El color hace surgir la forma en mi obra’, algo que resulta evidente no solo en los períodos abstractos de su pintura, sino que impregna también sus comienzos figurativos, como es el caso de La lechera, realizado en 1949, con el que se abre la exposición, y en el que es posible reconocer la influencia de su admirado Matisse y de ese célebre retrato titulado ‘La raya verde’ con el que el pintor francés retrató a su esposa. La importancia que Seoane concede al color recorre como un hilo conductor toda su producción: desde sus xilografías en las que la combinación de pigmento y textura configuran los diferentes motivos, hasta los códigos que emplea para trasladar una paleta básica a esos dibujos de los que surgirán sus tapices, de figuras planas que despliegan leyendas y tradiciones cuya fuerza se transmite gracias a la fascinación que ejercen el espectador, una vez más, la hábil mezcla de rojos, amarillos, verdes o azules con la superficie rugosa de la lana. Luis Seoane se entregó al color convencido, como lo estaba Léger, de que se trataba de una necesidad vital. Seoane entendía el color como un medio clave de la arquitectura, capaz de retranquear un muro, hacerlo avanzar o retroceder visualmente. El color define el peso de la arquitectura. En sus escritos habla de cómo el color se hacía necesario en los sanatorios para contribuir al descanso del paciente y en las fábricas para aliviar las duras jornadas de trabajo de los obreros. Así, en sus murales, como en sus pinturas y en sus tapices, dominarán grandes acordes de color. Son colores populares, de los naipes, de los circos, los que también dominan sus propuestas gráficas. La pintura de Luis Seoane se destila como escritura y el uso del negro, como llegará a afirmar, sería algo así como la coma para los escritores. Podríamos, por tanto, entender los colores como palabras o párrafos, que destacan intensidades, que activan concordancias. Ese color plano, vivo, que hermana sus pinturas con las tapas de sus libros, sus tapices y la actividad de muralista. El propio Luis Seoane se referirá en ocasiones a cómo en ocasiones se adelantó a la pintura pop, pero que no hizo exactamente lo que entendemos por pop a primera vista. En todo caso, subrayó cómo en su etapa de madurez se sentía más cerca del pop que del impresionismo. Luis Seoane coinciden en el tiempo con el Pop Art en el interés en trabajar el ‘salto óptico’ y los colores planos, y aunque sus pretensiones son diferentes esa confluencia se advierte en una búsqueda de lo popular, del realismo. Porque Luis Seoane trabaja la realidad para descomponerla, monumentalizando la violencia del que resiste. Por eso ningún color le resulta indiferente.

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