Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Luis Fega (Asturias, 1952) presenta en arteinversión 'Atama', un nuevo trabajo en el que se aprecia una mayor complicación geométrica y una menor presencia del trazo gestual, tan característico en su obra. El color por su parte adquiere una mayor intensidad y contribuye a crear profundidad óptica, mediante la superposición de distintos planos que en ocasiones parecen salirse del cuadro. Bien pudiera ser esto consecuencia del trabajo que desde hace años viene desarrollando el autor, y que consiste en la creación de objetos tridimensionales mediante los cuales incide en la ruptura o desestructuración del cuadro. La pintura es un lenguaje con un código propio y con un alfabeto particular; y como tal, posee la capacidad de comunicar, de transmitir emociones. Por ser lenguaje la pintura, esa comunicación desde donde mejor se da es desde sí misma. Ella es quien mejor nos dice. Por ello, cuando para explicarla recurrimos a otro lenguaje, al de la palabra hablada o escrita, con mucha frecuencia solemos decir generalidades, damos rodeos, y convertimos finalmente el objeto a explicar en otra cosa; transformamos la pintura en literatura, pero desde ahí nunca podremos adentrarnos en el corazón de la obra. Sucede con la pintura lo mismo que con la música, así, al igual que la descripción de una obra musical carece de la expresividad que posee la propia obra en su sonoridad, la cual es capaz de producir diferentes estados de ánimo en el oyente, así también, igualmente, la pintura al ser verbalizada se desdibuja, se decolora. Los colores son fuerzas expresivas, pero para que nos digan algo, para que remuevan nuestro ánimo necesitamos verlos. Nombrados, pierden energía. La palabra azul, no posee la magia ni la profundidad del color azul. Mi pintura no es descriptiva, no intento contar historias ni reflejar la realidad. Me limito pues a pintar, despreocupándome del significado, sabiendo de antemano que todo significa, que todo significante está condenado a significar. Creo que es bueno para el arte que las obras conserven un cierto grado de oscuridad, para que lo creado no se deje desentrañar fácilmente, y de este modo mantener vivo el interés del observador y ampliar la posibilidad de interpretaciones. Vivimos en un universo que desconocemos en gran parte, que no entendemos; que no podemos llegar a entender, porque a su vez nosotros somos universo, y formamos parte del problema que intentamos resolver. El misterio que nos envuelve, es lo que otorga magia a la realidad. Dicho de otra manera, no comprendemos las razones que rigen el mundo, y sin embargo vivimos, o quizá incluso sea eso lo que nos mantiene vivos. El día que todo significante tenga su significado, cuando todo tenga sentido, sin lugar a dudas el mundo habrá perdido gran parte de su seducción. Cuando una obra de arte desde el principio se nos desvela, cuando no guarda en sí un cierto grado de oscuridad, pierde interés, deja de reclamar nuestra atención. El mundo del arte, al contrario que el mundo de la ciencia, se nutre de espacios de misterio. No requiere certezas. El conocimiento de uno mismo y de lo que nos rodea, habría de ser un enorme obstáculo para la creación. Deberíamos intentar ver el mundo con una nueva mirada, como si lo estuviésemos viendo por primera vez. Presentar nuevas relaciones de las cosas, recuperar la capacidad de asombro, pues a fin de cuentas todo es misterioso; pero eso no es fácil. No es fácil recuperar en parte, la mirada de un niño. Procuro que mi obra me sorprenda. Pretendo llegar a lo inesperado. Para ello la mente no debe de actuar como un impedimento, como un obstáculo. Deberíamos pues, trabajar con gran frescura, dar paso a la intuición, que en el momento preciso de pintar, sea la mano quién piense. La razón debe de intervenir más tarde en los momentos de contemplación, aplicando determinados filtros, para que lo hecho no sea un sinsentido. Creo que las grandes obras se dan cuando existe un equilibrio entre el abandono y la voluntad. Por otro lado la dimensión poética de la obra se manifiesta cuando surge lo inexplicable, cuando a la razón se le escapa lo sucedido, cuando como ya dijimos lo creado no se deja apresar fácilmente.
Luis Fega (Asturias, 1952) presenta Atama , un nuevo trabajo en el que se aprecia una mayor complicación geométrica y una menor presencia del trazo gestual, tan característico en su obra. El color por su parte adquiere una mayor intensidad y contribuye a crear profundidad óptica, mediante la superposición de distintos planos que en ocasiones parecen salirse del cuadro.
Premio. 27 ene de 2025 - 10 mar de 2025 / Vitoria-Gasteiz, Álava, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España