A Klute le ha interesado desde siempre la arquitectura, la filosofía y la teología. En esta exposición consigue sintetizarlas de manera inteligente, abstrayendo la esencia del lugar para que el espectador pueda percibir la espiritualidad que emana de ellos, sin estar presente físicamente. Así, Klute nos demuestra además, la fragilidad del momento, la dificultad para capturar lo efímero, de transmitir el "aura histórica" de un lugar. Lo consigue en sus fotografías llevando a cabo un minucioso y sutil estudio de la luz, de la perspectiva y de la composición del plano.

En "Lugares Espirituales" Klute combina la belleza abstracta de los interiores geométricos y el misticismo atrayente de los exteriores, donde casi podemos sentir la historia, oler el lugar en el momento concreto en que la fotografía fue tomada, viajar en el espacio y en el tiempo.