Descripción de la Exposición ¿Qué significa la abstracción en estos tiempos? Al no ser más el lenguaje que interpeló a la modernización, a la dimensión trascendente del hombre, ¿dejó de tener sentido? Claramente no es más vanguardia. Esta misma, también, abandonó su lugar al frente: se volvió histórica y hace rato está en el mismo museo con las obras que deploró en su momento. Sin embargo, esa pérdida, la necesidad de participar en el debate intelectual del siglo XX como testimonio de su contemporaneidad, es una ganancia. Porque una vez que se termina el gesto político, el lenguaje abstracto sigue en pie. Justamente por su constitución como un sistema que ha logrado independizarse no solo de coyuntura histórica sino de la necesidad rendirle cuentas al desorden y el caos de la realidad misma. Y eso es lo que se respira en la muestra que integra las obras de Ana Casanova, Liliana Fleurquin, Pablo Lozano y Alberto Méndez: la autonomía. De la abstracción como la forma más reconcentrada de la pintura. Sin el referente que se interponga y nos obligue a decodificar. Ana Casanova pinta como habla. Quien no haya oído su voz, la verá en los colores y en las bandas de sus cuadros. Allí podrá escuchar la pausa y la cadencia con la que apenas acerca tonos contrapuestos para que se amiguen pero no se mezclen. Para que convivan en las grandes dimensiones de sus telas pero además en el preciosismo de los papeles. Más pequeños y reconcentrados, como joyas artesanales recortadas con el pincel que es su tijera. Liliana Fleurquin crea tramas como una novelista que encontró una lengua nueva. Sus cuadros son esos escritos de color en los que converge la precisión con la que arma la arquitectura de los trazos con el derroche de luz con los que los pinta. Pequeños cuadritos que se unen en capítulos de un libro singular que merece su lectura. Al utilizar el aluminio como fondo, Pablo Lozano se arriesga a los límites. No sólo de los materiales sino de la pintura. Porque estas obras se vuelven refractarias del mismo trazo de color en el reflejo que lo expande, al tiempo que interrogan a una tercera dimensión. Son ?telas metálicas? que ocupan un volumen, a modo de esculturas virtuales --¡de hecho no lo son!--, dado menos por el tamaño que por la intención de proyectarse. En eso que parecen ?salirse? del cuadro en busca del espacio perdido. Como la música instrumental que solo le da al oído esas combinaciones de un lenguaje compuesto por sonidos, signos que dialogan entre sí, la abstracción no tiene letra ni pretende la imitación de las formas. En esa prescindencia se ubica el trabajo de Alberto Méndez. También en la del color, ya que sus tintas son en blanco y negro y en la buena tradición del grafismo, con la pericia de un calígrafo, compone una sonoridad que encanta. Liberados del entorno, los colores o la ausencia de ellos, las líneas, los materiales y las dimensiones establecen un diálogo único con los que los miran. ¿Qué nos dicen? Nada, en la medida que estemos buscando palabras, historias, mímesis. Todo, cuando sabemos escuchar intensidades, mezclas y dejamos que el ojo se deje atrapar por la obra de arte. Lo largamos a la experiencia: que los cuadros lo trampeen, lo obliguen a mirar una y otra vez, a llenarse la retina de formas inventadas por primera vez.
Exposición. 17 dic de 2024 - 16 mar de 2025 / Museo Picasso Málaga / Málaga, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España