Descripción de la Exposición
La exhibición reúne un centenar de obras de José Arencibia Gil, Sergio Calvo, Elvireta Escobio, Carlos Morón, Chelín Reino y Cirilo Suárez, seis artistas en la cultura grancanaria del siglo XX.
San Martín Centro de Cultura Contemporánea presenta la exposición Los pasos perdidos, un proyecto histórico-artístico de carácter revisionista que propone la recuperación de la obra de seis artistas de Gran Canaria, cuatro pintores y dos pintoras: José Arencibia Gil (1914- 1968), Sergio Calvo (1920-2010), Elvireta Escobio (1932), Carlos Morón (1921-1999), Chelín Reino (1932) y Cirilo Suárez (1922-1990), cuyo trabajo no ha sido suficientemente considerado en fechas recientes.
La muestra, comisariada por Jonathan Allen, está compuesta por una selección de un centenar de obras, a través de las cuales se pretende dar visibilidad a estos seis nombres del arte grancanario, que empezaron a exponer en la década de 1950 o cuya actividad como artistas se consolidó durante este decenio.
Producida por el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), la exposición se puede visitar del 9 de noviembre al 18 de febrero de 2018, en las salas de arte de San Martín, con entrada libre y gratuita. Es un proyecto que se inscribe en el compromiso del Cabildo de Gran Canaria y la Dirección del CAAM de reivindicar y visibilizar el trabajo de creadores y creadoras que forman parte de la cultura contemporánea en Gran Canaria.
Los pasos perdidos traza un recorrido por los imaginarios de seis artistas, en el que se reflejan las tendencias que desarrollaron a lo largo de su trayectoria y se perfilan sus contrastes estilísticos. En palabras del comisario de la exposición, Jonathan Allen, son seis biografías artísticas, que “aún aguardan su lugar definitivo en la historia del arte canario”.
En el grupo de artistas existen ciertos contextos generales, como su paso formativo por la Escuela Luján Pérez y las Academias Municipales de Las Palmas de Gran Canaria, (Chelín Reino, Cirilo Suárez, José Arencibia Gil, Sergio Calvo) o por la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, (José Arencibia Gil y Carlos Morón), además del autodidactismo puro de Elvireta Escobio.
Temáticas
Corrientes artísticas como el neoexpresionismo, el naturalismo decimonónico, el nuevo realismo español y el novorrealismo clásico y de posguerra, se interiorizan en las creaciones de los-as seis artistas. En sus obras se suceden temáticas como la familia, la maternidad, lo lúdico, lo circense, la naturaleza muerta, el retrato, el paisaje, la pintura religiosa, el desnudo y la abstracción geométrica.
El grupo de artistas seleccionados para Los pasos perdidos, destaca Allen, conocieron una realidad artística muy distinta a la actual, con limitaciones económicas y espaciales, directrices y estilos oficiales, y una lejanía particularmente marcada, que condicionaron las formas sociales y públicas del arte a mediados del siglo veinte, haciendo que su praxis libertaria profesional fuera una dura elección.
“Debemos, pues, contemplar el legado de estos artistas con especial sensibilidad, para que ocupen en un venidero centro histórico-artístico, el lugar justo que las coyunturas y las modas cambiantes de la cultura artística, aún no han establecido”.
SOBRE LOS ARTISTAS
JOSÉ ARENCIBIA GIL (Las Palmas de Gran Canaria 1914 – Telde 1968)
“El 13 de abril de 1941 regresó a Gran Canaria José Arencibia Gil, después de una larga estancia en la Península. Se trajo un título de licenciado en Bellas Artes, tres años de guerra en las trincheras, un grado de Oficial del Ejército de la República, y dos años de confinamiento en Valencia.
Con ese bagaje llegó a una isla provinciana, clerical y militarizada que siguió manteniéndole bajo sospecha, y le obligó a marcharse de nuevo, esta vez, a Venezuela. Aunque, por menos tiempo. A su vuelta continuaron los recelos y las denuncias. Pero venía colmado de nostalgia. Por su familia, su mar y su cumbre violeta. Y, todo ello estalló en un torrente creador que expresó en pinturas, tallas, dibujos, poesías y en todas las técnicas que dominaba. Murió pronto, con apenas 54 años, dejando inacabados infinidad de proyectos”, Luis Arencibia Betancort
SERGIO CALVO (Las Palmas de Gran Canaria, 1920-2010),
“Los ideales e inquietudes de Sergio Calvo, su enorme vitalidad y entusiasmo por la vida en acción, y sus reflexiones sobre el devenir de la humanidad, de las que nos hizo partícipe desde muy temprana edad, compartiendo día a día muchas de sus vivencias más creativas, lecturas, veladas y encuentros inolvidables con el mundo del arte y la cultura, donde el objeto del debate se colocaba en el sentido de la libertad, la igualdad y la práctica solidaria y tolerante.
Su obra muestra, por tanto, su faceta más humana y reflexiva, sus preocupaciones por las circunstancias de su tiempo y que bien pudo expresar en tertulias, conferencias y artículos de opinión, pero fue en la intimidad de su estudio donde expresó a través de la pintura los temas más trascendentales de su pensamiento: el papel del hombre en una sociedad intolerante en conflicto permanente, el papel emergente y vital de la mujer en la misma, o la libertad como anhelo constante.
Su obra plástica no se limitó a sus cuadros, si bien no dejó de acudir a su estudio pese a sus problemas de visión, lo que le llevó a terminar pintando en carboncillo o con bolígrafos, con los que mantenía vivo el trazo. Lo cierto es que su creatividad la desplegó de otras muchas formas: escenografías, montajes, direcciones artísticas y colaboraciones en proyectos de urbanismo, arquitectura e ingeniería en los que mostraba su completa formación autodidacta que siempre agradecía a sus profesores del Instituto, en la Segunda República”, Pastora Calvo Hernández
ELVIRETA ESCOBIO (Las Palmas de Gran Canaria, 1932)
“Mis años de pintora autodidacta fueron pocos. Quizás hasta mis 23 y luego, ya viviendo en la Península, las inquietudes de esos años fueron otras y aquello se acabó. Y nunca supe razonar el porqué, ni me esforcé en averiguarlo.
Estas pinturas reunidas aquí por primera vez después de más de 60 años, y desde la distancia que da el tiempo que ahora me separa de ellas, hacen que me pregunte con cierto estupor quién era yo entonces. Porque ya no sé si soy yo quien ahora las contempla desde otro tiempo y con otros ojos, los ojos del que mira desde una mente, en parte modificada por lo ya vivido.
En estos momentos me siento como el espontáneo a quien Jonathan Allen ha empujado al centro del ruedo, y yo, sin ningún pudor, me dejo ver sin traje de luces y desde luego sin morlaco de casta a la vista.
Ahora ya he vivido lo suficiente para descifrar algún enigma, que había quedado flotando en el tiempo, y que como todo lo demás acabará desvanecido entre las altas yerbas y libre de las ataduras del sentido común.
Pero la verdad es que siento una gran felicidad al poder ver reunidos estos cuadros que tanto significaron en un tiempo tan lejano para mí, y que siguen representando la prueba de un pasado lleno de pasión. Esa pasión que como la materia, nunca muere, solo se transforma”, Elvireta Escobio.
CARLOS MORÓN (Las Palmas de Gran Canaria, 1921-1999),
Carlos Morón fue uno de los máximos retratistas y maestros de la naturaleza muerta en Gran Canaria, desde 1940, década de sus primeras exposiciones hasta poco antes de su muerte, en 1999. Formado, como José Arencibia Gil, en la madrileña Academia de Bellas Artes de San Fernando, sus dotes pictóricas serán comentadas por Daniel Vázques Díaz, su profesor. Conocerá grandes nombres de la pintura española, como Ignacio Zuloaga y Gutiérrez Solana. Recibirá becas importantes: la “Beca de Paisaje” de la ciudad Segovia, la beca honorífica que le concede el Cabildo de Gran Canaria, y la Beca de Roma que le concede el Estado en 1940. Su breve estancia en Roma, con el encargo de adornar cinco salas del Palazzo Caetani, sede de la Embajada Española, le permite conocer la nueva pintura italiana de valori plastici y Mario Sironi. Este contacto con movimientos vanguardistas se reflejará en una parte de su obra, así como el influjo de Vázquez Díaz se mantendrá en su gusto por el retrato realista de los miembros más humildes de la sociedad.
Carlos Morón era un hombre de gran cultura humanista, conocedor de los grandes maestros españoles e italianos, coleccionista de pintura y objetos, defensor del patrimonio histórico Tenía, de su padre, conocimientos de medicina y anatomía excepcionales. Su trato era el de un caballero a la antigua usanza, cortés, y también, un tanto reservado. Su mundanidad sobresalía, pulida en los salones de la aristocracia y la alta burguesía madrileña y grancanaria, vertida sabiamente en los espléndidos retratos glamorosos de sus coetáneos. A la vez, sentía una sincera pasión por las formas más sencillas y puras de la religión y sus practicantes, y por el estudio y retrato desinteresado de campesinos y personajes populares, creando una tensión que enriquecía su arte. Hombre poliédrico y brillante, su final fue melancólico y solitario. Su obra merece un estudio y una clasificación rigurosa, que ya ha comenzado”, Jonathan Allen
CHELÍN REINO (Las Palmas de Gran Canaria, 1932)
Habiendo nacido una década exacta más tarde que mi prima Pilar, yo conocí a mi tía Chelín en su madurez artística, ya aquí, en Las Palmas. Mi mirada aún infantil se paseaba por los rotundos trazos negros que silueteaban sus figuras, mis dedos palpaban sus tentadoras texturas terrosas; la calidez de sus colores y sus contrastantes azules me llenaban de placer. La gran estabilidad de sus composiciones me apaciguaba.
Su temperamento fuerte y resolutivo se manifiesta en su pintura: Sus formas respiran una solidez casi rústica, bondadosa y primitiva, lejos de toda cualidad poética, seductora o refinada que podría tender a asociarse, por concepto reductor, a la mano de una mujer artista. Chelín disponía de sus particulares ingredientes para fabricar su belleza singular y su personal universo pictórico.
“Era una persona muy inteligente, de gran y diverso talento artístico; tenía un temperamento independiente. Era, al tiempo, decidida e indecisa, fuerte y vulnerable, llena de amor y comprensión, pero también dura y “geniuda”.
La vida de Chelín fue compleja y dificil y encontrar tiempo para trabajar en su arte no era cosa sencilla. Pero ella hizo todo lo posible para no permitir que esa posición vulnerable la definiera.
A su regreso a Las Palmas, tenía a su cargo a sus tres hijos pequeños y debía trabajar durante horas fuera de casa cada día, a lo que se sumaba preparar oposiciones o buscar canales posibles para exponer su arte o participar en concursos. Su mayor frustración era el crear bajo presión para materializar una idea en un lienzo o tabla sin tener el tiempo material para hacerlo, como ocurrió en el caso de un concurso para La Caja:
“Recuerdo aquella obra de la mujer que mira hacia abajo desde su azotea, hacia las calles casi vacías, como si no hubiera nadie a quien pedir ayuda. Siempre sentí su soledad en ese lienzo”
Los fondos deshabitados de sus cuadros siempre me han producido desazón, a mí también. El decorado, siempre escueto y colorido, estructura la composición en las escenas urbanas.
La impresión de calma prevalece en las figuras de personas, con su morfología redondeada de las formas y posturas. A menudo son retratadas en una inmovilidad silenciosa, intemporal, en puestas en escena de historias ordinarias, o en el abandono del reposo, y también en la gracia del juego. La figura femenina y los niños, son elementos de base que se repiten regularmente en su obra. En las escenas de maternidad, la figura femenina suele estar sumida en la introspección, en el vacío sensorial o en la meditación solitaria. El niño tampoco mira a su madre, la mirada de ella perdida, Isabel Llarena Reino y Pilar Castro Reino
CIRILO SUÁREZ (Las Palmas de Gran Canaria, 1922-1990)
“Cirilo Suárez nació en el seno de una familia de pintores, dramaturgos y docentes. Su tío Sebastián Suárez León, fue un crítico de teatro y actor prominente; su tío, José Suárez León, el famoso “maestro de La Puntilla”; su padre, quien le enseñó, no solo el oficio, sino la seriedad del compromiso artístico, Francisco Suárez León, el principal pintor realista-naturalista de Gran Canaria. Librepensadores y progresistas, de ellos Cirilo recibió un valiosísimo bagaje humanista. Sus comienzos en el arte fueron brillantes. En 1933 obtuvo la primera Medalla en el madrileño Salón de Otoño, por su obra, plenamente nuevorrealista, Alfareras de La Atalaya. No obstante, la beca para estancia formativa en París y Florencia, jamás se materializó. Fue discípulo de Juan Carló, y alumno histórico de la primera época de la Escuela Luján Pérez, donde ejercería la enseñanza del dibujo y la pintura desde 1947 hasta poco antes de su muerte, convirtiéndose en maestro de futuros maestros. Sus exposiciones individuales fueron pocas, pero su producción extensa. Del nuevo realismo Cirilo Suárez retornó al paisaje naturalista y al arte del retrato, en el cual sobresalió. Pintó al óleo retratos oficiales, familiares, y retro-históricos. Este acervo lo complementó con sus retratos a lápiz y carboncillo de escritores, poetas y artistas de su época, legándonos una importante galería de documentos. Sus paisajes urbanos, constituyen otro preciado legado. El pintor Manuel Ruiz, discípulo y amigo, lo recuerda como un hombre afable y sociable, con un notable sentido del humor, y una capacidad asombrosa para dibujar lo que fuera en pocos minutos. Un hombre generoso, que el día de su jubilación, le entregó los tubos de sus colores”, Jonathan Allen.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España