Descripción de la Exposición
Heaven, sea, and earth in wild confusion burned,
And by that light I saw pale mothers fling
Their babes on the sharp rocks from cliffs above1
John Barlas2
La escultura, como sistema de representación tridimensional, implica por un lado la necesidad de un tratamiento manual, explícitamente físico de la materia y por otro la intrínseca ocupación de un espacio, ya sea este público o privado.
Ese compromiso táctil evoca la ya lejana discriminación de las artes, elaborada por Galeno en el siglo II por la cual, desterrado del Trivium3 y del Quadrivium4, el quehacer escultórico quedaba relegado al terreno de aquellas otras disciplinas menores que conformaban las denominadas Artes Mecánicas. Justamente la elección del tapizado como técnica escultórico-procesual por el artista, reclama su lugar en el ámbito de lo artesanal. El exquisito trabajo de la aguja que penetra la dureza de las superficies textiles, el conocimiento del punto preciso donde hilar, el acto poético de estirar y tensar la tela procura intrincadas derivaciones taxidérmicas.
Atravesado perpendicularmente por los valores de tradición y memoria, el trabajo sobre la tela, sobre el tapiz, evoca el espacio íntimo de lo privado, del hogar. Quizás sea en estos espacios de “interior” (físico o mental) donde se libren las mas terribles batallas del ser humano contemporáneo. Freud, en su ensayo de 1919 titulado “Lo ominoso” encontraba en el terreno de lo familiar el mejor caldo de cultivo para la fermentación de lo inquietante, incluso de lo terrorífico. En ese mismo texto citaba posibles elementos amplificadores de este sentimiento: “E. Jentsch destacó como caso notable de lo siniestro la «duda sobre si un ser aparentemente animado o vivo, en verdad lo está, y, a la inversa, que un objeto sin vida esté de algún modo vivo», invocando para ello la impresión que nos causan unas figuras de cera, unas muñecas o autómatas de ingeniosa construcción”5.Los Avatares, instalados en esa arquitectura interior, actúan como vórtices inquietantes generadores de incertidumbre y oscuridad, que fuerzan en un movimiento de traslación a su alrededor a emprender un cuestionamiento de lo que ocurre de puertas adentro. El calor del hogar, el refugio, la zona “segura” queda escindida.
Con toda probabilidad, si tratáramos de elegir un icono que representara el hogar, especialmente desde la segunda mitad del siglo XX en el occidente capitalista, este sería sin duda “la televisión”. Ente perverso y ubicuo que parece haber sido maliciosamente inoculado en cada vivienda, emite de manera frenética imágenes teledirigidas que “anulan conceptos, atrofian nuestra capacidad de abstracción y con ella nuestra capacidad de entender”6. Para Giovanni Sartori, la televisión se ha convertido en la principal herramienta de la video-política mediante la cual, el poder conduce e induce la opinión a su antojo y en su beneficio. Lejos de reflejar los cambios que se puedan producir en la sociedad, refleja los cambios que ella misma (la televisión) promueve e inspira a largo plazo.
Según la acepción que el propio Sartori propone para la palabra “vídeo”, entendemos el término como “la superficie del televisor donde aparecen las imágenes”7,lo que nos lleva a reflexionar sobre si lo proyectado no seria sino unamera "fantasmagoría" más pavorosa si cabe que las que Atanasio Kircher describiera en su "Ars magna lucis et umbrae”. El aparato receptor por su parte funcionaría como una suerte de “fantoscope” contemporáneo que aterrorizaría al mismísimo Robertson8al proyectar las lascivas imágenes de deseo que existen detrás de cada mercancía y que según Walter Benjamin9 vertebran la sociedad capitalista.
Parece por lo tanto adecuado afirmar que los pronósticos que el profeta Marcuse10 lanzara en los años 60, no solo se han cumplido sino que se han visto extremadamente desbordados. El ficticio "estado del bienestar" solo ha generado nuevas formas de esclavitud, no ya basadas en la obediencia o en las condiciones de trabajo sino en la cosificación del ser humano que ha asistido impasible a la expansión interclasista del consumo estimulada por el capital. En una sociedad basada en sistemas de producción postfordistas, el progreso, bajo la promesa de la prosperidad (entendida esta última como una carrera sin límite en la acumulación de objetos) ha engullido aquellos estratos de la sociedad que históricamente se oponían al sistema, domesticándolos, satisfaciendo astutamente sus "necesidades" y transformando a la servidumbre en una situación agradable desde su propia invisibilidad. Los nuevos cuerpos-objeto se han convertido en consumibles desechables. El capitalismo junto a su aliada: la mercadotecnia, a través de los mass media, se ha apoderado de "lo familiar" con una ingenuidad maliciosa. La artesanía como revulsivo convierte a la obra de arte, desde su unicidad y manualidad, en una entidad revolucionaria.
Las piezas de Roberto López Martín participan de lo siniestro de la coyuntura social al poner en evidencia que las cosas,la mayoría de las veces, no son lo que parecen o lo que se espera según un patrón determinado. Sus niños-tele incumplen rotundamente las expectativas causando inevitablemente estremecimiento, generando inquietud. Desde la coincidencia de lo literal con lo metafórico surge el sentimiento de “extrañamiento”, efecto que como expusiera Viktor Shklovski, permite el suficiente distanciamiento emocional en el espectador como para poder reflexionar de manera crítica y objetiva sobre el discurso propuesto.
En este escenario fantasmagórico, nuestros hijos ya no participan de la “anamnesis”, aquella capacidad del alma que permitía recordar los conocimientos que esta perdía al entrar en un nuevo cuerpo, en favor de una vida prefabricada. La infancia como emuladora del mundo adulto genera avatares de un multiverso pervertido, que no proyecta sus propios deseos sino aquellos de las grandes corporaciones. Niños entrenados para comprar o para matar, ganado adiestrado para perpetuar la continuidad del sistema. La infancia teledirigida es la fuente de los futuros consumidores, no de individuos que reflexionen y emitan juicios propios, autónomos, críticos e inconformistas y en definitiva futuros seres libres.
NOTAS
El cielo, el mar y la tierra, enuna confusión salvaje ardieron, y bajo esa luz contemplé pálidas madres arrojandoa sus hijos desde las afiladas rocas de los acantilados.
BARLAS, John aka DOUGLAS. Evelyn – En sueños vi rojos los cielos de media noche - Love Sonnets - 1889 .
Trivium: Gramática; Retórica; Dialectica.
Quadrivium: Aritmética; Geometría, Astronomía y Música.
FREUD, Sigmund. Das Unheimlich – 1919. Traducción Juan Bauzá.
SARTORI, Giovanni – Homo Videns – La sociedad teledirigida – Ed Taurus – Barcelona 1998.
Ibid.
Étienne-Gaspard Robert (aka Robertson) 1763-1837. Físico y mago belga inventor del Fantonscope en 1799 a partir de las experiencias de las linternas mágicas.
BENJAMIN, Walter. Libro de los pasajes. Madrid: Akal, 2005.
MARCUSE, Herbert – El hombre unidimensional – Ed.Planeta – Barcelona 1964.
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