¿Para que sirve una silla? Una silla sirve para no estar solo, sirve para hacer casa, aunque también en el caso de una silla insurrecta sirve para poner fin a una conversación absurda si uno la toma y la rompe sobre las espalda de los involucrados.

¿Cómo tendría que ser esa silla?

Una buena silla, en principio tendría que parecerse a lo que un pacto universal dicta sobre las características del mueble. Los objetos hoy también son víctimas de la historia, responden al recuerdo y la exigencia de convenciones sociales que les obligan a ser o parecer las cosas que representan o para la que han sido creados (supuestamente). Sin embargo, están estos objetos insurrectos que se niegan a parecer lo que son, éstos forman parte de una genealogía especial que les sitúa en un lugar diferente en el imaginario y en el cotidiano de ciertos mundos. Son objetos con nuevas necesidades ... y emplazamientos. No me refiero a aquellos que han sido por años sacados de contexto y obligados a resignificar y mitificar; la historia del arte actual y sus parientes está sembrada de "experiencias" objetuales y sus respectivos delirios teóricos, eso no es importante ni fundamental ahora.

Preferible es para mí, hacer una consideración sobre la silla cruda o el ítem sin cocinar, por ejemplo, más allá de su función añadida de provocar dolor o de poner fin a una conversación insulsa (primer uso que me vino a la cabeza). También está la de ser una extensión del cuerpo (de forma física y mental). También vista o concebida como una continuación lógica de lo arquitectónico, una silla es la unidad mínima del ser y el estar.

En los Items crudos encuentro la representación en un objeto de lo humano, son un hogar y no una casa. Su propia casa en lo hondo y lo liviano, en las personas por la presencia, tan cóncavas como convexas, cocidas y crudas, sólidas y transparentes. Son estos fantasmas del objeto, un cascarón, como esqueleto. Son la extensión de una idea en espera, como en descanso, como sentada.

Objetos insurrectos que representan ideas delirantes sobre los usos y las costumbres, casi letras de un nuevo lenguaje que uno no puede sino aplaudir, quien dice que las cosas tienen que seguir siendo como hasta ahora.