Descripción de la Exposición
Menchu Lamas es una figura clave en la pintura contemporánea española y en la renovación del arte gallego en los 80. Esta muestra presenta obras recientes de la pintora gallega, piezas de gran formato, polidípticos e incluso extensos puzles de grandes proporciones, que combinan de forma muy personal recursos abstractos y figurativos, configurando un universo simbólico en el que el color es el protagonista.
La exposición Colores nómadas nos acerca a la pintura actual de Menchu Lamas (Vigo, 1954), una de las artistas más destacadas del arte español desde los años 80. Fue seleccionada en las panorámicas nacionales más importantes de aquel momento: 26 pintores /13 críticos, Salón de los 16, En el centro, Preliminar, así como en diversas muestras en el exterior: Bienal de Sao Paulo, Five Spanish Artists en New York (en el Artists Space), Currents en el ICA de Boston, Spansk Egen-Art en museos de países escandinavos y Spanisches Kaleidoskop, que se celebró en museos de Alemania y Suiza. Desde Galicia fue miembro fundadora de Atlántica, que marcó la irrupción de la nueva generación y la renovación estética. El atlantismo configuró todo un movimiento estético y actuó de revulsivo.
Su propuesta pictórica definió desde el inicio unas coordenadas propias, un vibrante universo simbólico que fusiona recursos abstractos y figurativos de forma muy personal. Trabaja en grandes formatos donde sus campos de color estructuran eficaces composiciones dotadas de un gran colorido.
Colores nómadas plantea un intenso recorrido por las obras clave de la etapa actual, una entrega que nos sitúa frente a piezas emblemáticas. El color aflora en su estado más puro. Una pulsión geométrica y gestual expresa sentimientos y emociones.
La exposición
El enorme puzle multicolor situado en la primera estancia (que da nombre a la muestra) ocupa un ángulo de 3 metros de alto por casi 20 metros de largo. Es un manifiesto en sí mismo, una declaración de intenciones sustentada en la fuerza del trazo, en la energía compositiva, en la sutileza para utilizar recursos visuales y audaces yuxtaposiciones. Un denso inventario iconográfico de formas abstractas se despliega: círculos, ondas, degradaciones, retículas, laberintos, líneas cruzadas, volutas, siluetas, esquemas, membranas, evocaciones arquitectónicas... Una prolongada secuencia en la que una geometría activa postula una carta de color que define un ámbito de irradiación. Una atmósfera de plenitud cromática. El color como hábitat.
En frente de la gran pieza Colores nómadas se encuentra Laberinto rojo, un díptico de 250x400, vibrante enigma donde ser humano y geometría aleatoria se entrelazan en una urdimbre que fusiona la estructura laberíntica con una maraña expansiva que actúa como resorte orgánico.
Se habló en ocasiones de la «pasión cromática» como clave en el trabajo de Menchu Lamas. El contraste de color define un ámbito de irradiación, la vitalidad cromática construye un hábitat. El ciclo más reciente de su trabajo, Membranas y Esferas, expresa la plenitud cromática. Una aventura del color en libertad, una abstracción simbólica donde la carta del color en sus gradaciones configura muros de inmersión, postulando un vértigo visual en estancias incandescentes.
Las texturas ópticas, el dinamismo de las asimetrías, los recorridos gestuales en ondulaciones y barridos, los planos donde late un sentimiento táctil. Prolongaciones del gesto, el trazo enlaza siluetas y contornos fluidos. Alquimia de fusión pictórica. A veces en sus obras parecen germinar las formas con espontaneidad vital. Oscilaciones, vaivén perceptivo, alianza de mirada y tacto. Manos posadas en la encrucijada del color. Cada color tiene múltiples resonancias culturales. Una conciencia sensorial expansiva que busca una inmersión corporal. Color y deseo se fusionan.
Es decisiva en la muestra la presencia del color negro, que va a dialogar con la exuberancia polícroma en otras obras. Solemne muro negro que actúa como clausura de la representación en Paseantes y que tiñe a Bosque de un tono crepuscular. Rotundos trazos negros y amplios territorios oscuros. Espacios de absorción de luz, de virtual negación perceptiva frente al clímax plural del hipercromatismo.
Una inmersión en la noche, en un ámbito de oscuridad donde convocar los juegos de sombras. Animales de la imaginación, dedos entrelazados en la magia de la representación.
En una estancia convive la austera frontalidad de Frontera (300×400) con Solpor (250×500). Dos expresivas obras de gran formato: una, elaborada con tonalidades frías, y la segunda, con la gama cálida del atardecer.
La sala adyacente pintada de negro acoge la serie Juego de sombras, a modo de proyecciones chinescas en la habitación lateral. El espectador entra en la oscuridad de un recinto en penumbra, conviviendo con las siluetas de grandes manos entrelazadas, el perfil de un pájaro, el contorno de un perro o algún otro animal.
Pirámides (300x800) y la denominada Paseantes (300x600) son dos piezas panorámicas de grandes dimensiones donde el color negro, que ocupa amplias superficies, tiene protagonismo. Estas dos propuestas solemnes y misteriosas tienen el contrapunto visual de Recorrido de la mirada: un conjunto polícromo de cuadros ensamblados entre pared y suelo.
La siguiente nave está ocupada por Membranas y Esferas de su pintura última. Piezas de 3x3 metros que establecen una pulsión cromática de gran exuberancia. La carta de color parece estallar aquí en una dimensión de intensidad. Asistimos a una explosión cromática que va a tener el contrapunto de Bosque (300×675) una presencia panorámica y casi nocturna (a través de una eficaz síntesis). Franjas horizontales de colores cálidos en gradación establecen tonalidades de lejanía. En primer plano se alzan verticales los grafismos estilizados de árboles casi transparentes.
Se completa la exposición con intervenciones in situ: Sueños geométricos, que despliega en el espacio una yuxtaposición de formas geométricas irregulares y texturas discontinuas. Un espacio próximo alberga otra intervención (en este caso horizontal) titulada Laboratorio de sombras con dibujos integrados en una textura rítmica en blanco y negro, pintados directamente en la pared.
Estancias más pequeñas acogen piezas tan significativas como: Mirada, Sirena, Soplo, Libro, Cariátide, Canoa o Círculo vermello... Obras muy representativas del peculiar vocabulario simbólico de la artista gallega, creadora de una pintura personal de gran fuerza emblemática. Su propuesta se ha caracterizado siempre por mantener una peculiar dialéctica entre abstracción y figuración, energía cromática y vigor compositivo.
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