Descripción de la Exposición
Es un motivo común afirmar que no se puede comparar la fuerza de las imágenes con las palabras.El aserto adquiere un mayor sentido si la realidad que se pretende plasmar en fotografías es la dimensión religiosa del ser humano.Esta exposición tiene pues,un doble mérito:saber ver aquello que otros no ven y saber expresar con precisión la fuerza que el sentimiento religioso nos transmite para enfrentarnos a los limites de la existencia.
Los caminos de lo sagrado.
Cuando el papa Inocencio X dicen que exclamó troppo vero! ante su retrato ejecutado por Velázquez, su pretensión quizá fuese mostrar un elegante distanciamiento o desconcierto ante una obra que bien sabía él que reflejaba cabalmente su desasosegada alma y su agitada vida.
A los retratistas palatinos se les exigía destreza y buenos oficios, pero sobre todo se les pedía que pintaran naturalezas muertas, rostros solemnes y bonitos terciopelos, nada que manifestara la intimidad de sus regios modelos. Porque refleja la vida interior del papa no podemos olvidarnos del cuadro cuando nos alejamos de él. Nos ha conmovido y sigue ahí.
Las fotografías de Rafael Sánchez nos emocionan (acentúan nuestra sensibilidad) y enseñan (nos ilustran y aportan conocimiento) porque también persiguen un interés más profundo cual es sacar a la luz la vida íntima de lo que retrata, captar un instante y sorprender una clave para ahondar en el desciframiento de nuestra condición a partir de una experiencia privilegiada de lo humano: la experiencia religiosa.
El universo de lo sagrado y sus caminos a través de las manifestaciones culturales y festivas de la religiosidad popular son el asunto de esta colección. Lo sagrado a través de la etnografía y de lo cotidiano, de lo sencillo, familiar e íntimo. Una religiosidad desinformada de dogmas y que juzga la divinidad cercana e ingenua, simple y elemental. Buena parte de estas fotografías nos muestran cómo la religiosidad une o religa al individuo no solamente con lo sagrado y trascendente, sino fundamentalmente consigo mismo, con las tradiciones del pueblo y con la identidad del grupo, con las devociones familiares y con las de los antepasados. La devoción y la fiesta religiosa se convierten así en un continuo que liga al padre con el hijo o al abuelo con su nieto, un continuo que –así mismo– los vincula a un lugar.
Tiempo y espacio quedan así ligados en la lectura ritual y colectiva del Libro de los Milagros durante la romería de los Remedios de Fregenal o en ese padre de La Umbría (Huelva) al que su hijo endomingado acompaña y ayuda a portar el estandarte en una procesión mariana. El cohetero de Jabuguillo junto a la comunidad ortodoxa de Madrid, el mayordomo de La Umbría ofreciendo gañotes y anisete al lado de la sobria adustez de una pastora calvinista, los aguadores de Aracena y los bautismos fluviales de los Testigos de Jehová, los monaguillos de Alájar, Fuenteheridos, los danzantes de la Virgen de Hinojales o los rubios y uniformados mormones de Sevilla, todo expresa el fondo sacro que aún perdura en una sociedad –aseguran– secularizada.
La fiesta y el ruego, la celebración y la súplica, son los dos momentos de la religiosidad popular más propicios para sorprenderla. El exvoto, la vela y los actos propiciatorios son recuerdos y donaciones que testimonian la gratitud a una divinidad accesible y consoladora.
Las fotografías registradas en Fátima o Lourdes, sus desfiles de convalecientes y los objetos personales que se dejan en los templos, todas estas fotografías de Rafael nos hablan del carácter universal del sufrimiento y de la enfermedad, de la necesidad de explicarnos y precavernos del dolor, pero también nos evocan y ayudan a dotar de significación a esos otros “santuarios” improvisados, callejeros y espontáneos que se organizan donde el fanatismo terrorista ha celebrado su macabro ritual, otra forma de expresión del fondo sacro y simbólico de la condición humana.
Todo este material fotográfico supone, principalmente, una valiosa aportación al enorme e inacabable inventario del patrimonio etnográfico de los pueblos extremeños y andaluz, también portugués, sociedades fronterizas y a la vez encadenadas a un universo simbólico mucho más compartido y similar que el que las demarcaciones territoriales y jurisdicciones políticas se obstinan en mostrar.
Alberto Guallart