Descripción de la Exposición Reino de la libertad, experimental y expresiva, repertorio de investigaciones plásticas, espacio para la reflexión estética, la añoranza de lo puro, el esplendor eterno de la naturaleza. En una inmersión sublime, rápidas pulsaciones de color y luz otorgan experiencia sensitiva de intensidad poco común, apropiándose de lo mágico, lo onírico, lugares arcádicos, fragmentos del edén, espacios de la melancolía o de la literatura, ilustraciones de la palabra, la narración o el pensamiento con las que Juan Manuel González Calderón da forma a su poema en el conjunto de una partitura armónica. Partitura con preludio en Turner, Friedrich, Constable, Corot, Monet, Cézanne, Sempere, Tápies…, diferentes formas de apreciar y utilizar el paisaje, de mirarlo y reflejarlo, distintas intenciones que nos ayudan a observar, a entender y a sentir la naturaleza. No es una muestra ingenua e intranscendente, sino goce plástico puro, nueva lírica, nueva moral expresada en emociones universales, reclamando la presencia del espectador, tan deseable como imposible, afirmaría Nietzsche que sólo se puede pintar pero no poseer. La apropiación en fragmentos de una totalidad infinita, sentimiento contemplador inundado por plenitud y unidad, misterios más altos, estremecimientos sagrados. Encanto del que derivan placeres de la imaginación, lenguajes que hacen circular las íntimas alegrías y los temores profundos. Infinita cadencia, todo enlaza, la melodía del bosque encuentra eco en el corazón, la patria del amor en quien hallan acogida hadas y dioses. Bosques sagrados de la antigüedad clásica, iniciáticos para las órdenes de Caballería, evocando los temores del hombre medieval frente a las fuerzas oscuras de la naturaleza, donde habita el unicornio. Descrito en el siglo V a.C. por Ctesias en su obra Indica, por Aristóteles en su Historia de los animales, por Herodoto en Los nueve libros de Historia, por Julio César en La Guerra de las Galias, por Plinio en su Historia Natural, en La Biblia, en los Bestiarios, en la heráldica, en las Etimologías de San Isidoro de Sevilla, en las obras de Alberto Magno e Hildegarde de Bingen, en los tratados médicos hasta mediados del siglo XVIII… múltiples significados y simbologías morales asociadas con la pureza, la magia, la fuerza, los sueños y la libertad. Representado por Alciato y por Camerarius en sus Emblemas, por Rafael en el retrato de Magdalena Strozzi, por Fray Juan Ricci en San Millán en la batalla de Hacinas, en el fresco de La Virgen y el Niño de Domenichino… sin olvidar los seis tapices flamencos de La Dama del unicornio, descubiertos en 1841 por Prosper Mérimée en el castillo de Boussac y convertidos inmediatamente en leyenda gracias a los escritos de George Sand. Los Bosques del Unicornio observados hoy por Juan Manuel González Calderón, con ese azul que contiene algo íntimo, que habla en voz baja, vacío y a la vez lleno de líneas, especial y diferente como la célebre obra de Apeles en el Palacio de los Césares, una línea sucesivamente pintada de luz. Trozos de luz en territorios universales de tierra y aire; luz que según von Schubert es la forma del amor entre los seres inanimados, que en estos bosques se une al color para organizar un viaje por los sentidos, un ejercicio de feliz concentración de la sensibilidad: El Bosque de la Vida en Rojo, El Bosque de la Vida en Azul, hechizando con un mundo de sensaciones contrapuestas, inquietantemente incandescente, tranquilamente luminoso. Trozos de luz en territorios universales de fuego y agua; renacimiento físico y espiritual, el poder de la purificación, El Bosque del Phoenix, la armonía de las almas inmortales que son capaces de renacer de sus cenizas, desplegando sus facultades, el espíritu del valle nunca muere. El Bosque de Agua, seduciendo con un ligero velo, con la desnudez de los troncos, sin límites precisos, multiplicándose en el infinito, el verdadero misterio es lo visible, la semántica del bosque, el lenguaje de la naturaleza, uno de los temas favoritos de la literatura artística de Burke, Sulzer, Goethe… sus componentes producen en sí mismos múltiple variedad, jugueteos del ramaje, arrebato de lazos orgánicos, enlace sagrado, vidrieras emplomadas, El Bosque de Cristal, ojos que dan voces. Plenitud del follaje, espacio donde se respira la libertad de La Nueva Eloísa de Rousseau, serenidad de espíritu en la persona entregada a la contemplación, El Bosque de las Tardes, región artística por explorar tras el verde telón. El Bosque de Verano, mil ramas se mecen en esta ciudad del encanto, ofreciendo concepciones personales del paraíso, hechizo permitido, sueño de la imaginación. El corazón necesita un lenguaje especial, el mundo fabuloso y con él sus encantadores habitantes, la idea del milagro y el influjo de la leyenda, El Bosque de los Elfos, un ámbito secreto de fantasía medieval, Alfheim, un mundo mágico, poderoso resorte que mueve el alma, el genio latente de la infancia, vuelo audaz que nos levanta hasta la eternidad pudiendo alcanzar estrellas con la mano, El Bosque de los Cuentos, un hada complaciente. El ánimo necesita descanso, la belleza requiere al adorador solitario para escuchar la voz de lo infinito, el poema oculto, El Bosque de las Sombras, noche hechicera que se eterniza para los duendes, de alas rápidas más veloces que el pensamiento, grandeza introvertida donde se oye el silencio, los labios del espíritu. Escuchar a los árboles, intermediarios entre cielo y tierra, relacionados con lo sagrado en la mitología griega y nórdica, en la tradición judeocristiana y budista; árbol moralizado en la Hieroglyphica de Valeriano, en los Emblemas de Jacob Bruck, fuente de la vida. Raíces, ramas en la tierra, Los Guardianes del Bosque; ramas, raíces en el aire, El Bosque de los Gigantes. La belleza es privilegio de la naturaleza, la esencia del orden, base sustancial para moverse libremente, representando lo eterno. Aprenderás más en los bosques que en los libros, hayas y robles, los maestros de San Bernardo, arte y ciencia asistiéndose mutuamente; árbol, condición significante e intelectual que sirve a la educación del sentimiento, comprometiéndose con la esencia de las cosas, con lo inconmensurable, leyes eternas: El Rey de los Bosques. Goethe, en su artículo "Sencilla imitación de la naturaleza, maniera, estilo" afirma que el pintor no podrá sino hacerse más grande y decidido si a su talante añade el de un instruido botánico. Esta parece ser la disposición desinteresada y contemplativa, la interpretación objetiva y científica de Juan Manuel González Calderón, un herbario al óleo en un formato cuadrado, símbolo de lo terrenal, lo humano; un cuento ilustrado, un placer que no disminuye con la contemplación, exquisitamente bella, honrando la naturaleza. Lo pintado o soñado, lo pensado o escrito, rica vida poética. Versos en los que el unicornio permanece invisible, habitando un universo onírico, escondido en Los Bosques del unicornio II: blanco, cuerpo y cabeza de caballo, ojos azul oscuro, afilado cuerno en la frente, en espiral blanca, negra y roja carmesí. Veloz, indomable, feroz, solitario, poderoso, sueños de libertad, de pureza excepcional, catarsis. La belleza platónica, el esplendor de la verdad, cuando la virtud se supera la forma exterior es olvidada. Los Bosques del Unicornio nos convierten en sujeto del paisaje sublime, aunando deseo, idea, acción y materia, Arte.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España