Todo comenzó en 2013, una mañana de verano en Arles, durante el famoso festival fotográfico Les Rencontres photographiques. Ricardo Martínez Paz, un joven dandy de 73 años, cuyo parecido con Picasso es sorprendente, está sentado adelante de unos panes. Lleva una camiseta de rayas marineras y su aspecto es algo evasivo. Catherine Balet lo mira e inmediatamente piensa en la famosa fotografía de Picasso de Robert Doisneau. Ella agarra su cámara e inmortaliza el momento exacto que desencadenaría su irresistible deseo de ir más lejos. Luego seguirán dos años y medio de trabajo intensivo, que llevará a estos dos amigos a explorar toda la historia de la fotografía, desde el primer autorretrato de Robert Cornelius en 1839 hasta las selfies de hoy.
El trabajo de Catherine Balet ya ha llamado la atención. Como graduada de la Ecole des Beaux Arts en París, Catherine está fascinada por la revolución digital. Ella ya...estaba tratando de captar su significado más profundo al sumergirse en la historia del arte. En su serie anterior, «Extraños en la luz», había reinterpretado un número dado de obras maestras, como Olympia (Manet) o La muerte de Marat (David), colocando el teléfono móvil y el claroscuro que genera en el corazón de ella. composiciones Esta vez, al reinterpretar 120 fotografías icónicas con su «musa» en los zapatos dorados, Ricardo, Catherine Balet rinde un tributo vibrante a los maestros de la fotografía, desde Man Ray hasta Martin Parr, para mejorar la comprensión de las tendencias actuales y futuras en fotografía.
Thierry Grillet, director de asuntos culturales de la BnF (Bibliothèque Nationale de France) explica: «Catherine Balet elige cruzar la brecha digital que nos separa de la sociedad anterior, para unir herencia y testimonio en un solo legado. En otras palabras, para construir un corpus de referencias, pero lo hace sin ninguna reverencia excesiva «.
Este homenaje se basa en una reflexión mucho más fundamental sobre el significado de la autorrepresentación, extraída de la realidad de los demás, y en la asimilación a gran escala de imágenes a través de Internet. También busca transcribir una realidad contemporánea mediante la creación de conexiones con obras del pasado, y pone en tela de juicio el concepto de la memoria en su conjunto. ¿Cuál es el lugar de la memoria cuando la evolución acelerada de la tecnología digital y la supremacía de la fotografía de teléfonos inteligentes están alterando el tiempo? En un momento en que la difusión de imágenes se ha acelerado, ¿podrían esas imágenes solo ser ilusiones que podrían reproducirse hasta el infinito, de tal manera que su misma fuente se perdería? Este sentimiento de abundancia y frustración provoca reflexiones sobre la vida de la imagen, en algún lugar entre lo fugitivo y lo intemporal, entre la exposición excesiva y el archivo aleatorio. Y Catherine Balet agregó: «Esto ha despertado en mí el deseo de encontrar en los Maestros la esencia de la fotografía y de entender lo que hace que una foto sea icónica.
Para Thierry Bigaignon, a cargo de la galería del mismo nombre que la representa, este trabajo es particularmente interesante porque implica una reflexión profunda y legítima: «Cuando piensas en Ellen Kooi, Alex Prager, Tom Hunter o más recientemente en Sandro Miller, te das cuenta de eso. muchos artistas, en un momento dado, rindieron un homenaje a sus predecesores, pero nadie antes de Catherine Balet había cubierto una gama tan amplia. Este es su enfoque antropológico, la minuciosidad y precisión que ha demostrado, así como la ternura y el humor que se desprenden de su trabajo, lo que convierte a esta exposición en una necesidad absoluta para cualquier amante de la fotografía «.
Entrada actualizada el el 06 dic de 2019
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