Llorenç Pont (Terrassa, 1980) expone una muestra del trabajo de investigación sobre la pintura que lleva a cabo en la actualidad. Se trata de un conjunto de obra de formatos comprendidos entre 200 x 200 cm y 81 x 65 cm. Desde sus inicios en Bellas Artes, su producción ha girado en torno a cuestiones esenciales del lenguaje pictórico, como son los conceptos de espacio, la narrativa, el tema o la representación. Esta búsqueda le ha llevado a experimentar con diferentes estilos, tanto abstractos como figurativos. Las obras que ahora podemos contemplar ... se centran en el origen del acto de pintar: el soporte blanco como punto de partida y representación de la ausencia, la apropiación de este espacio vacío y la interacción que el color y la pincelada establecen en él. A través de una aplicación primaria de la pintura, el artista hace hincapié en la importancia del proceso pictórico en sí. Observa cómo se mezclan los colores y los gestos y cómo surgen formas que recuerdan estructuras naturales, paisajes, etc. De ese modo pone en evidencia la participación del accidente y la confusión en el proceso de creación. También le sirven para tomar conciencia de la aparición del deseo de ordenar lo que ha pintado en la tela. Corregir, retocar, rectificar son intenciones que emergen espontáneamente para dar sentido, para lograr un propósito, para mediatizar el azar. Son el origen del signo y la representación. Pero en lugar de dar salida a este impulso, el artista lo frena. Así la pintura se convierte en una provocación para el espectador que acepte el reto de adentrarse en la obra para germinación del lenguaje y de la comunicación, que están en la raíz de nuestra humanidad.

Su visión actual se dirige desde el presente hacia el pasado, buscando el origen de la abstracción y de la pintura. Tal y como el propio artista describe: 'Pronto encuentro la importancia del llamado primitivismo en la modernidad. Se me presenta como una fuente para la creación de formas olvidadas, perdidas y desconocidas. Una recuperación, una actualización que transforma estas formas en nuevas'.

La obra de Javier Vázquez (Albacete, 1984) trata sobre la trivialización de la violencia y su divulgación a través de los mass media. Reúne un conjunto de obras de formatos comprendidos entre 130 x 195 cm y 70 x 70 cm. El telón de fondo de las obras que presenta en esta muestra es la vida que se desarrolla en torno a las piscinas. El artista construye imágenes que muestran la íntima convivencia de la delincuencia con el día a día de la ciudad y que incluso contamina las actividades lúdicas y aparentemente inofensivas. El hilo conductor de estas obras son canciones rap de grupos famosos. Las pinturas ilustran fragmentos con un estilo realista, que parte de la fotografía para dotar de veracidad el mundo de las bandas que retrata y documentar la simbología que les es propia. Las frases que dan título a las obras se integran mediante un vinilo sobrepuesto, que muestra las inscripciones como suspendidas en el aire. Son una alusión a la influencia intangible de la música, los videoclips, el cine y los videojuegos. Estos medios han convertido una forma de identidad marginal y su expresión en un modelo de comportamiento exportable y comercial. La estética de la violencia banaliza el drama que viven los grupos que la protagonizan.

En conclusión. De nuevo y al igual que en art30, no pretende hacer una crítica, ni posicionarse de ninguna manera. Sólo dar una visión actual del mundo en el que se mueven los jóvenes. Los cambios a los que están atados y las modas que se les imponen. Creando un simple testimonio de la vida actual. Tal y como el artista describe: 'He querido centrar todo mi proyecto en una situación que fuera tanto pública como privada, de esta manera he focalizado todos los entornos en piscinas, entendidas como generadoras de actitudes y relaciones'.