Aunque su origen sea incierto, el proverbio “Dios está en los detalles” estará para siempre ligado al arquitecto Ludwig Mies van der Rohe, célebre por la sencillez y rígida geometría de sus obras. Sin embargo, la sencillez no implica falta de detalle, sino que todo lo contrario —según el arquitecto, es en los pequeños detalles que las grandes obras se distinguen de las demás—.
El eco del espacio arquitectónico se escucha en la obra de Daniel Rojas, en la que la geometría, el volumen y la técnica surgen como herramienta para estimular los sentidos e intentar comprender el mundo. Un mundo que cambia, que es múltiple, y que se revela justamente en los detalles —en las texturas, en el color que irrumpe en cada obra, en las líneas que se escapan de su forma precisa—. Líneas informales, que desafían la perfección geométrica y revelan justamente las incoherencias y la ambigüedad...de las formas. En cualquier modelo de descripción del mundo, su verdadera complejidad se descubre en los detalles, en aquello que interpela la mirada y cambia la percepción. Ahí se exponen las contradicciones y las tensiones que contrarían la idea de un mundo perfecto e ideal —entonces, quizás sea el diablo y no Dios quién se esconde en los detalles.
Así, ‘El diablo está en los detalles’ es una invitación a pensar las imágenes como una ayuda al conocimiento y la compresión de la realidad, como instrumentos que nos permitan movernos en ella y que extienden la capacidad de nuestros sentidos; y, a la vez, a pensar el detalle como un recordatorio de que siempre hay algo que nos escapa. Siempre hay que mantener la mirada atenta, inquisitiva, curiosa.
Entrada actualizada el el 23 mar de 2022
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