A mediados del siglo pasado las experiencias artísticas que utilizan la luz como objeto se convierten en puro sujeto de arte. Una variada sintaxis lumínica: neones, holografías, videos, Leds, fotografía, cajas de luz, cine, etc. comienza a ser una práctica habitual en un grupo de artistas, en su mayoría norteamericanos, que arrojarán la luz de sus experiencias sobre el panorama artístico mundial.

Es en estos territorios encendidos e incendiados donde se mueve Carlos Coronas empleando la luz y el color concebidos ambos desde un punto de vista industrial y tecnológico, vale decir, contemporáneo. Una escritura visual y conceptual que, inevitablemente, le acerca a la temperatura artística de Dan Flavin, a su búsqueda de diálogos entre escultura, pintura y arquitectura y, en definitiva, a la creación de espacios.

La obra pictórica –si es que aún debemos ... considerarla, al menos conceptualmente, pintura- de Carlos Coronas ha ido asistiendo progresivamente a un proceso de despojamiento y síntesis al tiempo que se expandía –luminosa, cromática, espacialmente- más allá de los límites bidimensionales que se le suponen a este lenguaje.

En esta exposición, con una gramática muy colorista, sencilla y económica: verticales, aspas, cruces, diagonales, horizontales o rectángulos, Coronas despliega un eficaz lenguaje plástico, especial y espacial. Neón, vinilo, cables de acero y eléctricos, transformadores, argón. Palabras industriales y precisas para - literalmente- iluminar una personal propuesta plástica.