Descripción de la Exposición
La sociedad, su retrato, sus progresos, conflictos, miserias y triunfos, han tenido a la fotografía como testigo impasible. El objeto para fotografiar esos momentos ha sido casi siempre la historia de una demanda. No obstante, hubo fotógrafos que sin una obligación ajena, centraron sus objetivos, en documentar la realidad en que vivían los grupos más vulnerables en sus diferentes contextos.. Y lo hicieron desde un profundo compromiso personal y un fuerte deseo de justicia social. Eso fue lo que movilizó a Lewis Hine, sociólogo y fotógrafo, a establecer criterios fotográficos de absoluta vigencia histórica. Porque a más de un siglo, la idea de que mediante nuestro trabajo podemos mejorar las condiciones de vida de los más necesitados, sigue siendo uno de los mayores desafíos de la condición humana. Y es probable que, siguiendo este análisis, podamos imaginar la gran habilidad que tuvo que tener Hine para conectarse con las personas antes de fotografiarlas. Desde sus primeros trabajos documentales, realizados a los inmigrantes en la Isla de Ellis, a sus más célebres retratos de niños y niñas, con los que denuncia su explotación en las minas y fábricas textiles. Hine hizo fotografías que la gente podía entender, con las que sentían alguna afinidad. Usando ángulos y retratos en primer plano, donde él mismo pedía a los niños que miraran directamente a la cámara, a modo de un recurso de devolución de la mirada. Anotando junto a las imágenes el lugar, la fecha, el nombre, la edad de los niños y todos los datos que le permitieran hacer un seguimiento del protagonista elegido. El trabajo documental de Hine fue uno de los primeros en expresar el espíritu de protesta social, a través del medio de fotorreportaje. Por lo que su obra puede ser considerada un puente de unión con la labor que posteriormente realizarían otros colectivos como FSA o Photo Leage. El protagonista indiscutible de sus fotografías fue siempre la figura humana en primer plano. Tanto en sus temas como en sus formas se movió por la intención de mejorar el mundo. E intentó que con su espejo, además de documentar, se pudiera reflexionar y generar conciencia para modificar las cosas que deberían cambiar. Los retratos de cuerpo entero acarrean un aura de sobreexposición y extrañeza, adecuado a esos primeros pasos dubitativos en el Nuevo Mundo. Los retratos de medio cuerpo, por otro lado, sugieren estabilidad y una buena proporción entre cuerpo y espíritu. Hine se mostró activo entre lo que los historiadores denominaron progresismo, en un tiempo en el que había múltiples razones para apostar al progreso. Le preocupaban las malas condiciones de trabajo, ya que los niños sin educación no se convertían en buenos ciudadanos. Decía que eso era fabricar basura humana. En la década del 20, con la mecanización de los procesos de producción, muchas personas aprendieron a sobrellevar rápidamente esta nueva cultura mecánica. Siempre logró mostrar a la gente en contextos elaborados como si pretendiese destacar que eran muchos los asuntos a considerar; aparatos complejos, gran cantidad de objetos, aglomeraciones con las que relacionarse y decisiones por tomar. Su lección fotográfica fue poner de manifiesto, desde un trabajo meticuloso, la fragilidad, el peligro, la injusticia y la obscenidad de ciertas condiciones, no sólo laborales, sino vitales. Y esas imágenes, mal que nos pesen, tienen hoy la misma vigencia social.
Actualidad, 20 dic de 2018
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