Descripción de la Exposición
En Legado natural, la artista Vanessa Rivero extiende y refina algunos de los principios fundamentales de su proceso creativo: la distancia, necesariamente artificial, entre la construcción social de la naturaleza y su aparente contraparte cultural, las relaciones entre el gesto humano, el arquetipo zoomorfo y la materia, el examen de las contradicciones inherentes al discurso evolucionista y biologicista occidental, y las implicaciones de estas paradojas en vista de la actual crisis medioambiental son algunas de las coordenadas conceptuales y metódicas de la artista.
Podemos apreciar esto en la instalación de las piezas. Verás dibujos concebidos como esculturas en madera, cuya presencia ha sido calibrada hasta un sentido inicial y primevo, siendo formas que crepitan a veces como mesoamericanas, a veces como Primeras Naciones norteamericanas, y a veces como personalidades en madera de tzalam y cedro que te obligan simplemente a reconocerlas como existentes. Sin cognición, pero con personalidad. Tales son las funciones de estos arquetipos también en su propagación mural. Verás el espacio expositivo tejido por unidades genéticas monocromas en donde Rivero modula el entorno desde geometrías gestuales; siempre musculares, siempre frágiles.
Vanessa Rivero se ocupa en desplegar un campo alegórico descrito por arquetipos en donde lo gráfico, como lo genético, tiene la facultad de doblar y conectar formas con tiempos. No es casualidad que la instalación de Rivero conecta con la memoria de ancestros y legados; su abuelo José, su tío Manolo. Identidades que recurren y reviven en el pliegue al que la artista somete hoy a la sala de exhibición, su historia y accidentes, a piezas propias y ajenas, a una memoria que duerme en la materia y que adquiere personalidad en el espacio.
Una vez incorporado, el dibujo acomete la habitación creando historias, rescatando la historia; ambas emergen desde el amor por la memoria familiar. Amor como tecnología misteriosa de conexiones espacio-temporales, una que no puede ser plenamente explicada ni desde la evolución ni desde la cognición. Un atavismo o pliegue de sentido, un primer síntoma de algo que nos deja mudos. Así se aproxima la artista a sus memorias y materias; con total incertidumbre sobre su futuro, con absoluta percepción de un abismo que podrá o no ser real. Hay que probar para saber.
Javier Fresneda
Mérida, Septiembre 2020
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