La pintura puede ser una vocación tardía que encuentra su expresión en un momento favorable, cuando otros quehaceres desaparecen para dar paso a lo que realmente nos interesa y pide paso. Este es el caso y en el que el objetivo es reflejar las flores, captar su presencia a nuestro alrededor, un motivo por otra parte con una larga tradición pictórica. Más que las flores en sí, lo que éstas sugieren en cada momento, y no necesariamente su representación real, su forma o sus partes. El protagonismo del color como expresión final, vibrante en sus múltiples combinaciones y reunidos cada cuadro, siempre del mismo tamaño, uno a uno, finalmente, en un mosaico que pretende recoger toda la vitalidad que la naturaleza ofrece.