Descripción de la Exposición
Con obras procedentes del Museo Casa Natal Picasso y de otras colecciones institucionales y privadas de España, se ofrece un recorrido cronológico y estilístico por la obra de Picasso según las etapas que marcaron su vida, desde los años de formación hasta los pasados en compañía de Jacqueline Roque: pinturas, dibujos, esculturas y fotografías sirven para dar imagen de un Picasso intemporal y de vigencia permanente.
TEXTO DEL COMISARIO
LA JUVENTUD PERPETUA DE PICASSO
Mario Virgilio Montañez Arroyo
Picasso es el ejemplo universal de cómo el avance de la edad no tiene por qué significar una mengua del vigor sino, incluso, un aumento de la misma. Su figura perdura todavía hoy, cuando ha transcurrido medio siglo tras su fallecimiento, como la personificación de la eterna juventud, de la vitalidad más arrolladora. El Picasso de las últimas décadas es una figura pública que aparece en la prensa asombrando al público no sólo por sus osadías artísticas sino por la valentía, a contracorriente, de su actitud vital: el hombre que en 1951 acaba de cumplir setenta años es padre de un niño de cuatro años, Claude, y de una niña de dos, Paloma, para los que construye juguetes y muñecas que hoy son piezas de museo. A la vez, convive con la madre de los niños, la joven pintora Françoise Gilot, cuarenta años más joven que el artista malagueño.
Picasso, dueño de la vitalidad y pintor nonagenario que trabaja hasta la última noche de su vida tan fértil, que descubre el precio del tiempo, que todas las horas hieren pero sólo la última mata, se alza en sus últimos años contra la parca, aprendió que él, como los césares, también era mortal en 1965, tras su operación de estómago en el Hospital Americano de Neuilly que le llevará a una convalecencia de un año. Este pisar el freno, pararse y ver, desensillar hasta que aclarase, le servirá para hacerse un juramento interior, similar a la promesa hecha en su niñez con tal de que su hermana Conchita sanase y no morir, un propósito sagrado de crear como afirmación contra la ceniza. Y a la vez descubrir que siempre fue joven.
Este hombre asombroso será el protagonista, en 1955, a los 74 años de edad, de la película documental, puro objetivismo, El misterio Picasso que es premiada en el Festival de Cannes y que recoge cómo su pincel recorre la pantalla pintando contra reloj. En estos momentos, Picasso es el pintor más conocido en todo el mundo, y sus actos son objeto de comentarios y de asombro, como cuando rompe con Françoise en 1953, tras mantener una relación de diez años, para pasar al año siguiente a convivir con su compañera definitiva, la ceramista Jacqueline Roque, nacida 46 años después que Pablo, y con la que se casará, por lo civil, el 2 de marzo de 1961, justamente el año en que Picasso cumplirá 80.
Envidiado y criticado a partes iguales, Picasso es en estas décadas finales alguien que aumenta su ritmo de trabajo con un entusiasmo casi juvenil y como si presintiera que se le acaba el tiempo y por ello quiere exprimir al máximo las horas. Sólo aquella intervención quirúrgica en 1965 de la que seguirá recuperándose en 1966 hace que frene su labor y que su potencia sexual quede cuestionada, mitificada a través de su propia obra, celebración de la carnalidad desenfrenada, del Eros marcusiano venciendo al Thanatos. Es un momento clave para descubrir que su obra realizada antes, surgida de las manos de alguien que tuvo setenta, sesenta, cincuenta años, eran emanaciones de un espíritu siempre joven, que las osadías del joven rebelde cubista, del cantor de la melancolía azul, del hombre maduro aclamado por los surrealistas, eran demostraciones de una juventud (osadía, fuerza, rapidez, voluntad en un sentido schopenhaeuriano por no recurrir a conceptos sobresexualizados de Freud) siempre presente, eterna e infinita. Así se aprecia inevitablemente en las obras de sus años de formación, desde los paisajes pleinaristas de sus vacaciones malagueñas a los trazos nerviosos de quien ya había conocido Barcelona, y se mantiene en las estampas, emocionantes, de la Suite de los saltimbanquis en un París pobre en el que el amor es el único consuelo, y llega a un estallido de rigor y también gozo, en la época del cubismo para hacerse sinuosa elegancia al lado de Olga, tormento y éxtasis con Dora entre los ecos de las explosiones y la bota nazi sonando a metrónomo, para volver a la alegría con Françoise y culminarla, con la vida, al lado de Jacqueline. Todo ello, trabajando como ningún artista lo había hecho, como ninguno lo hará: con una mirada ávida que todo lo aprehende y lo transforma.
Pero a la vez, el siempre inquieto Picasso no renuncia al ocio, y se deja ver en la playa con sus hijos y amigos, asiste a los toros en las plazas del sur de Francia y participa gustoso en actuaciones flamencas que se ofrecen en su honor y en las que jalea entusiasmado al guitarrista Manitas de Plata, baila, en la fiesta de su ochenta cumpleaños, con Lucía Bosé o Nati Mistral y recibe invitados en sus residencias de Cannes y Mougins con los que almuerza o cena compartiendo largas y animadas conversaciones sobre los temas de actualidad. También saca tiempo para atender a personalidades y celebridades que desean conocerlo, como son el caso de Gary Cooper, que le regala el sombrero de Solo ante el peligro, o Brigitte Bardot. El hogar de Picasso es un lugar animado en el que son muy frecuentes las visitas no sólo de sus dos hijos más jóvenes, sino también de su hija Maya, nacida en 1935 y asombrosamente parecida en el físico a su padre y que por pocos meses no ha podido asistir a este fervor de la Celebración Picasso, y de Paul, el primogénito, que suele hacer de chofer del artista llevándolo en un lujoso coche “Hispano-Suiza”. Junto a ellos, animan las casas las múltiples mascotas de nuestro pintor, que van desde un perro salchicha, un galgo afgano y un dálmata, las imprescindibles palomas o una cabra que alborota el jardín.
Picasso, este Pablo que se acerca al de la fecha que propicia este homenaje mundial de 2023, sabe ser mundano y vivir para fuera mientras ansía el fin del ocio para volver al barro, al óleo, al lápiz, a las planchas de zinc o las piedras litográficas. Ese mundo en que vida y creación se mezclaban indisolublemente que es el que esta exposición quiere mostrar. Los testimonios familiares nos hablan de Pablo celebrando los lances televisados de peleas de lucha libre, siguiendo películas de mosqueteros en la salita de estar y, a veces, sintiéndose aislado de los demás en las conversaciones de sobremesa. Entonces, al ser preguntado por los motivos de su aparente ausencia, contestaba que pensaba en España, en Málaga, en sus ganas de volver a la tierra natal y que la longevidad de Franco podía hacer imposible. Finalmente, este temor de Picasso se cumplió el 8 de abril de 1973 cuando fue encontrado muerto por la mañana. Sus últimas horas de actividad las había dedicado a un cuadro, que quedó inconcluso, y que representaba una mujer tendida y desnuda. Faltaban seis meses para que cumpliera 92 años de gloriosa plenitud alcanzada, a lo largo de sus edades comenzadas por su infancia malagueña. Había dejado de existir el hombre, pero le sobrevivía, inmortal e inquieto, el mito.
Un artista al que podríamos atribuir, con este medio siglo de distancia, la despedida que en un poema memorable trazó el argentino Enrique Molina:
Así, pues, despidiéndome de los caballos, de la canoa,
los pájaros, el gato y sus costumbres. Déjame
una vez más mirar las flores y la lluvia. Es éste
el trágico instante en que uno descubre
el delirio misterioso de las cosas, sus raíces secretas,
el instante supremo de decir adiós.
a cuanto se adoró en esta vida.
Exposición. 14 nov de 2024 - 08 dic de 2024 / Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A) / Córdoba, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España