Descripción de la Exposición Este trascendente acontecimiento cuya contribución a la cultura de nuestro país se descuenta, me coloca a mí, como hija, en un lugar de gran responsabilidad por lo que yo transmita de mi padre a todos ustedes. Quisiera hablar de él como hombre: lo recuerdo fino, tranquilo, de mirada melancólica, de gustos definidos, como hombre de fe. Conocí a casi todos sus amigos, Fernán Félix de Amador, Ricardo Gutiérrez ('Carucho'), Alberto Güiraldes, Ángel Vena, Cuti Pereyra, Cleto Ciocchini, Adolfo Bellocq, Héctor Pedro Blomberg, Roberto F. Giusti, Alfonsina Storni, Benito Quinquela Martín... Mi padre fue para mí un gran compañero, como creo -y casi lo podría asegurar también- lo fui yo para él; teníamos muchas cosas en común, gustos, salidas al teatro... En una oportunidad fuimos al Teatro Cervantes y en un intervalo de la obra salimos por los pasillos, y ahí fue donde conocí a Alfredo Palacios, con su poncho; en otra oportunidad (era una exposición de papá) conocí al Presidente Agustín P. Justo, yo era muy chica, me dio un beso, yo estaba muy contenta. Así como esto que llenaba mi vida de adolescente me hacía feliz, además debo agregar que fui su modelo en varios de sus cuadros de temas religiosos. El estudio de papá estaba en la casa grande de Olivos; allí tenía, como todos, su caballete, su caja, su paleta maravillosa de un colorido extraordinario, sus pinceles de pelo de marta, sus bibliotecas y su 'quitilipi', al cual retrató. Yo pasaba por la puerta de su estudio, que generalmente estaba cerrada, la abría, lo saludaba y comenzaba a charlar: quería saber cómo hacía los colores. Él me explicaba y yo miraba con atención la prolijidad de su paleta y su 'gran muñeca', como escribió Alfonsina Storni en una dedicatoria. No faltaban el agua y los retazos de tela para limpiar sus pinceles. Todo esto ocurría a la mañana temprano. Hasta el año 1953 en que me casé, abrir esa puerta era para mí el mejor regalo. Al principio comencé hablando de mi padre y su mirada triste, melancólica. Razones hubo. A los siete años quedó huérfano de su padre, Salvador Gramajo, quien falleció de pulmonía, la 'enfermedad del costado', como la llamaban en esa época. Su madre decidió entonces dejar su terruño, viajó a San Miguel de Tucumán con sus cinco hijos y luego a Buenos Aires, donde adquirió un departamento en la calle Charcas. Cuando mi padre cumplió catorce años comenzó a trabajar en el Ferrocarril del Estado: era el hijo mayor. Acomodada toda la familia, papá continuó con sus estudios; su gran inclinación por las artes plásticas le permitió ingresar a la Sociedad Estímulo de Bellas Artes. Pasados unos años volvió a las provincias de Tucumán y Catamarca, y en el viaje conoció a quien sería mi madre. Se casaron en 1921 en Catamarca, en un lugar llamado Tafí Viejo, donde había una gran casona y una pequeña iglesia. Mi padre falleció en 1961, hace cincuenta años. Escribir estas cosas me vuelven a hacer vivir los años en que vi pintar, crear y soñar a mi padre. Quisiera que esta exposición les muestre a ustedes también una parte del alma de mi padre. Olivos, septiembre de 2011
Exposición. 13 dic de 2024 - 04 may de 2025 / CAAC - Centro Andaluz de Arte Contemporáneo / Sevilla, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España