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Lamolla. Espejo de una época

Exposición / Torreón de Lozoya - Caja Segovia / Plaza de San Martín, 5 / Segovia, España
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Cuándo:
11 feb de 2011 - 30 may de 2011

Inauguración:
11 feb de 2011

Comisariada por:
Jesús Navarro i Guitart, Lucia García de Carpi

Organizada por:
Caja Segovia

Artistas participantes:
Antoni García Lamolla

       


Descripción de la Exposición

Más de un centenar de piezas (pinturas, esculturas, dibujos y estampas), muchas de ellas inéditas, a través de las cuales se repasa la biografía y el entorno artístico del pintor Antoni García Lamolla. Junto a él están representados en la exposición, entre otros, José Viola, Leandre Cristòfol, Enric Crous, Artur Carbonell, Maruja Mallo, Ángel Ferrant, Esteban Francés, Joan Massanet, Ángel Planells, Remedios Varo, Antoni Clavé, Emili Grau Sala, Joan Rebull y el famoso pintor fauve Maurice de Vlaminck.

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La exposición, organizada por el Museu d´Art Jaume Morera y la Sociedad Estatal de Acción Cultural con el patrocinio de la Obra Social y Cultural de Caja Segovia, se estructura siguiendo tres apartados:

 

El círculo leridano de la revista Art

 

España se hizo muy pronto eco del nuevo credo surrealista y a su desarrollo contribuyeron grandemente artistas hispanos como Joan Miró, Salvador Dalí, Óscar Domínguez, Luis Buñuel o el mismo Pablo Picasso, cuyas actividades se desarrollaron en buena medida en el contexto del Surrealismo internacional. Dentro de nuestro país, los ejemplos más tempranos se perfilan ya hacia 1927-28 tanto en el núcleo catalán como en el madrileño, donde no pueden olvidarse las experiencias de la Residencia de Estudiantes (Dalí, Buñuel), ni el surrealismo telúrico de la Escuela de Vallecas (Alberto, Benjamín Palencia, Maruja Mallo, Luis Castellanos, Juan M. Caneja, etc.). Buñuel también gravitaría sobre un foco surrealista surgido en Zaragoza (su máximo exponente fue José Luis González Bernal), en tanto que Óscar Domínguez lo haría sobre Canarias (núcleo muy activo agrupado en torno a la revista Gaceta de Arte y a Eduardo Westerdahl). Cataluña fue uno de los focos más potentes del Surrealismo español y fue en su seno donde brilló Lamolla, primero en el foco leridano y después en Barcelona.

 

En sus obras más tempranas Lamolla practicaría una figuración renovada de registros estilísticos diversos, en la que destacan sobre todo sus depurados dibujos y su labor paisajística. Pero en los años treinta Lamolla se vincula al grupo de intelectuales agrupados en torno a la revista Art, editada y dirigida por Enric Crous-Vidal que vio la luz en la ciudad del Segre en marzo de 1933. De temática heterogénea, Art fue un auténtico revulsivo en el ámbito cultural y artístico local, así como un vehículo privilegiado para el intercambio de ideas entre sus redactores y para dos jóvenes artistas, el pintor Antoni Garcia Lamolla y el escultor Leandre Cristòfol, siempre atentos a las nuevas tendencias y a la búsqueda de una poética y un lenguaje propios. A través de las reflexiones teóricas de José Viola, después conocido como el pintor informalista Manuel Viola, publicadas en sus páginas, ambos se familiarizaron con el ideario surrealista que terminarían por asumir. Art sorprende, todavía hoy, por su concepción extraordinariamente amplia del fenómeno creativo al incluir en sus páginas reflexiones sobre publicidad, cine o fotografía, poco frecuentes en otras publicaciones de la época; esta revista fue, además, la única publicación catalana anterior a la Guerra Civil que, de una forma explícita, hizo suyos los fundamentos doctrinales del Surrealismo.

 

Lamolla jugará estos años simultáneamente con las amplias posibilidades estéticas que ofrece el Surrealismo, tales como el 'automatismo rítmico' (que consiste en el abandono del artista al impulso del grafismo) o el llamado a veces 'automatismo del funcionamiento simbólico' (la fijación ilusionista de las imágenes del sueño). Mientras que en el primer caso la mano, guiada por un impulso incontrolado, va alumbrando formas totalmente ajenas a la voluntad del pintor, en el segundo desaparece la simultaneidad entre la gestación de la imagen y su registro.

 

Lamolla y ADLAN (Amics del Art Nou)

 

Tanto sus incursiones en el ámbito del automatismo rítmico como su original imaginería onírica y sus espléndidas incursiones en el ámbito tridimensional fueron muy pronto valoradas y, con el apoyo de los miembros de ADLAN, las obras de Antoni G. Lamolla empezaron a ser expuestas en Madrid, Santa Cruz de Tenerife y París. ADLAN (Amics del Art Nou, Amigos de las Artes Nuevas) fue una asociación creada en Barcelona en 1932 por un grupo de intelectuales y artistas que, aunque no se identificó expresamente con el credo surrealista, sí figuran en su haber las dos exposiciones colectivas más importantes del Surrealismo español: la que en marzo de 1935 presentó en la galería Catalonia a Jaume Sans, Eudald Serra y Ramón Marinel.lo, y, la más destacada del panorama nacional, la 'Exposición Logicofobista' (término que deriva de 'fobia a la lógica'), celebrada en mayo de 1936 en la misma galería.

 

En total, se presentaron en la Exposición Logicofobista un total de catorce artistas que presentaron 39 obras, entre escultura, pintura y dibujo: Artur Carbonell, Leandre Cristófol, Ángel Ferrant, Esteve Francés, Andrés Gamboa-Rothwos, Ramon Marinel.lo, Joan Massanet, Maruja Mallo, Ángel Planells, Jaume Sans, Nadia Sokalova, Remedios Varo y Juan Ismael, siendo Lamolla el artista representado con más piezas, una participación que sería muy elogiada por críticos como Jordi Jou: 'Entonces, qué gran artista, qué gran creador de lo mágico y lo maravilloso es A. G. Lamolla!. Sus obras, de unos azules tiernos y delicados, de unos ocres finos y lisos, de unos grises suaves y etéreos, tienen una cantidad tal de poesía que está más allá de la comprensión o de la incomprensión'.

 

Muchos de los participantes en aquella mítica muestra han sido reunidos de nuevo en torno al pintor leridano en la presente exposición.

 

Lamolla y el exilio

 

La actividad de Lamolla durante la Guerra Civil y los primeros años de su exilio en Francia estuvo fuertemente condicionada por su compromiso cívico y político en defensa de la República. El pintor desarrolló una encomiable labor de protección del patrimonio artístico y una intensa actividad como ilustrador de publicaciones libertarias y de muchas otras revistas del exilio cultural en Francia. Fueron años marcados por la precariedad y las dificultades que acabarían por afectar decisivamente su trayectoria creativa, al igual que la de todos aquellos artistas que como él se vieron obligados a cruzar los Pirineos. Una vez instalado en el país vecino, Lamolla continuó con su obra surrealista, aunque ahora con tintes más oscuros y trágicos, junto a la que afloran también otras de carácter simbólico.

 

En 1945 se adhiere a la asociación de intelectuales y artistas Cultura Catalana; poco a poco se irá convirtiendo en un artista de referencia del exilio cultural catalán, colaborando en exposiciones y publicaciones. En ese mismo año expondrá junto con Antoni Clavé, Emili Grau Sala, Pau Planas y Joan Rebull en Dreux (Francia).

 

Las circunstancias vitales y la necesidad de proveer de un entorno estable a su familia hace que en su producción vayan ganando terreno géneros como la naturaleza muerta y el paisaje, de más fácil comercialización. Unas temáticas caracterizadas por un fuerte expresionismo, al que seguramente no fue ajena su amistad con el famoso artista fauve Maurice de Vlaminck.

 

No obstante, en estos años, desarrolla paralelamente una obra de carácter simbólico, con un marcado y denso expresionismo pictórico que refleja los efectos de la guerra y del exilio, y en la que están muy presentes la iconografía cristiana y la referencia a la figura del Quijote, de gran predicamento entre los intelectuales y artistas españoles en el exilio.

 

Sus viajes a Lérida se iniciarán esporádicamente en 1963, produciéndose su retorno al panorama expositivo español diez años después con una muestra en la ciudad de Zaragoza, a la que seguirán otras en Madrid, Huesca, etc. Su inclusión en la exposición 'Surrealisme a Catalunya, 1925-1975', celebrada en Barcelona, inicia la recuperación de Lamolla como uno de los artistas clave de la vanguardia española, lo que determina la reactivación de la plástica surrealista en su producción tardía, que se vuelca, entre otros campos, en la ilustración.

 

Su muerte en 1981 ponía fin a la vida de uno de los protagonistas de la poética surrealista en nuestro país.

 

Especialmente emocionante en la investigación llevada a cabo para esta exposición ha sido encontrar la presencia de Lamolla en Segovia, una ciudad y una tierra -según testimonio de sus hijos- por la que sentía un gran afecto y que plasmó en algunas de sus obras.

 


Imágenes de la Exposición
Antoni García Lamolla, Caricia oviforme

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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