Laberintos muestra un proyecto que surge como parte de una exposición colectiva realizada con compañeros y excompañeros de la facultad de Bellas Artes de la UPV/EHU el año anterior. En la exposición se reflexionaba acerca de la idea de Arte como pasatiempo sin pretender superar esa idea, si no más bien planteándosela al visitante de forma interrogativa. Para ello las obras se valían de revistas del corazón, pinturas, rompecabezas, acertijos, collages…
Dandole vueltas a esta temática nació una serie de obras para la exposición colectiva e ideas que podría seguir trabajando más adelante; en Laberintos se muestra el posterior desarrollo de ese mismo proyecto.
La exposición se realiza de forma simultánea en la Galería Calvo y Mayayo de Zaragoza y en la sede social de la Asociación Bilbaohistoriko en Bilbao. En cada lugar se pueden encontrar versiones distintas de las dos familias de trabajos elaborados para la exposición.
Jorge Gimeno...Muro
Laberintos.
Jorge Gimeno (1991, Huesca), nos presenta un conjunto de trabajos, en los que en la mayoría de ellos el denominador común es la figura del laberinto, o lo que es lo mismo, representaciones de esas construcciones complejas que cualquiera se imagina, en las que es más fácil entrar que salir de ellas.
También es verdad que decimos laberinto e inmediatamente lo asociamos los personajes mitológicos de Ariadna, Dédalo, Teseo y Minotauro, pero éste no va a ser ese caso.
Aquí no encontraremos ninguna referencia a lo mitológico, se trata más bien de la ideación y representación de construcciones complejas en medio de paisajes de carácter marcadamente horizontal y orográficamente muy planos (apenas una línea de horizonte distingue el cielo de la tierra). El aspecto es desolador, construcciones en mitad de una nada, en la que ni siquiera es perceptible siquiera, un átomo de atmósfera. Nada y en mitad de ella esas construcciones que rayan el solipsismo y la desazón.
Se podría añadir que parecen construcciones invivibles en las que su constitución geométrica las acerca a lo demente.
La imagen del laberinto es tratada por J. Gimeno en dos familias de trabajos. En el primero de los casos, semejante a un reloj de arena, de aspecto más vertical y con una apertura en su parte frontal por la que accedemos a la visión de su interior complejo y compartimentado. En la segunda familia, la construcción laberíntica coincide más con el estereotipo que todos tenemos del mismo y se aposenta en un formato de componente absolutamente horizontal, en el que el formato y el motivo coinciden en la orientación.
En ambos casos, cada motivo es trabajado mediante diferentes procedimientos: la punta seca del mundo del grabado, el monotipo (que conjuga medios de la pintura con la propia estampación), la acuarela, la serigrafía o el óleo. A veces, incluso los procedimientos se superponen y combinan, aportando la riqueza y el matiz de cada uno de ellos en una misma obra.
Hay una tercera vía de trabajo en discordia. Más colorista y más abstracta, trabajada a partir de las plantas de ambas construcciones. El dibujo de las plantas se puede entrever sobre los papeles en los que la mancha de color muy intensa, aportada por el monotipo, se combina con elementos gráficos, predominantemente lineales y en ocasiones circulares, ejecutados mediante la punta seca.
Hay un aire común en todo ello, imagino que tiene que ver con la complejidad de los motivos y también, de los procedimientos y sus mixturas. Pero creo también, que de esta complejidad participa también el pensar de propio autor de todo esto.
Jesús Meléndez, abril de 2016. Facultad de BBAA, Universidad del País Vasco. Leioa.
Entrada actualizada el el 01 jun de 2016
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