Un buen día recibí la visita del rayo y las imágenes se precipitaron queriendo emerger en el mundo de los vivos.

La pintura se convirtió entonces en una llave que me permitió trazar un portal en el cielo, o en una escalera para descender a las profundidades submarinas.

A veces se trasforma en una nave, el medio de locomoción indicado para viajar a través del tiempo y el espacio y volver con la red llena de mariposas.

Las obras que voy a estar presentando en galería Kosovo son pinturas en acrílico y óleo en las que estuve trabajando durante el 2012 y 2013 en mi taller, en el sur de la provincia de Buenos Aires y que también formaron parte de una muestra en Alemania y otra en Chile; es decir que sería ... la primera vez que se muestran en Argentina.

En el proceso, muchos viajes, sobre todo a diferentes puntos de Latinoamérica, influenciaron y expandieron el ritmo y el espíritu de las obras.

Los paisajes se me presentaron como entidades en si mismas y los rostros humanos como paisajes que podían contar historias sobre las particularidades de vivir en un punto específico del planeta y a la vez formar parte de la totalidad.

La pintura como herramienta de invocación de las fuerzas primitivas, despertar esas fuerzas a través del color, restablecer el diálogo con las estrellas, con el fuego y con la montaña.

Tiene todo el sentido del mundo y es una gran alegría, entonces, que la cita sea en Córdoba y que las visiones sigan rodando y siendo compartidas.