Descripción de la Exposición Tauromaquia es la materialización sensorial del arte de la lidia, con sus implicaciones políticas y filosóficas. Francisco de Goya y Pablo Picasso, con un siglo de diferencia, vieron la importancia e integridad del ritual al que eran grandes aficionados, e intentaron plasmar la visión de una escena imponente al margen de cualquier nota folclorista. Ambos artistas interpretaron de forma personal el tratado titulado La Tauromaquia o Arte de Torear de José Delgado, prestigioso torero del siglo XVIII que utilizaba el seudónimo de Pepe Illo. La primera frase de esta obra dice: "Cada momento de la corrida tiene sus leyes fijas que nunca cambian". Es por ello que en las recreaciones personales hay temas recurrentes como el de los picadores o el de la absurda condición de los perros echados al toro, los cuales son resueltos desde su interpretación y particular utilización del grabado. La coyuntura política e histórica que les tocó vivir les obligó a adoptar determinadas posiciones frente a un hecho de tanta gravedad como es la guerra. En el caso de Goya, fue la guerra del francés; en el de Picasso, la I Guerra Mundial. Tales circunstancias hicieron de ellos artistas comprometidos, aún cuando hayan sido acusados de vivir al margen de ellas y calificados de bonvivants. Las escenas taurinas fueron, en ambos casos, la búsqueda de una alternativa a un panorama desolador y la identificación, en tiempos convulsos, con sus orígenes y con el pueblo español. La necesidad de conectar con el público, aun conociendo los aspectos polémicos de la corrida, les llevó a buscar un diálogo con éste. Y es, precisamente, la búsqueda de este diálogo con el espectador la que dio lugar a la utilización del grabado, técnica en la cual fueron grandes innovadores. Goya optó por el grabado al aguatinta con la finalidad de obtener efectos de fondos sobrios, de un negro o un gris uniformes, así como por el uso de tintas planas, sobre las que recortar las siluetas. Picasso, inmerso de lleno en las vanguardias históricas, experimentó, al igual que otros artistas de su tiempo, con la técnica de aguatinta al azúcar, ampliando así considerablemente las posibilidades expresivas. Resultado de esto es que consiguió obtener calidades de acuarela bastante convincentes, a la vez que suministró más libertad a la estructura del dibujo. Las Tauromaquias de Goya y Picasso, series de grabados presentados conjuntamente en esta exposición, permiten no solamente ver el tratamiento temático basado en la misma fuente escrita y similar pasión ante la vida, sino un diálogo entre ambos artistas que tiene, como hilo conductor, el genio creativo y la habilidad para aplicar nuevas técnicas. Este conjunto de láminas nos permite reflexionar sobre la historia del grabado que ve en Durero, Rembrandt, Goya y Picasso a los grandes artífices de este género. Charles Baudelaire, en su apuesta por la modernidad, vio en Francisco de Goya un espíritu afín a los preceptos defendidos por el poeta francés: el amor a lo inasible, el sentimiento de contrastes violentos, los espantos de la naturaleza y de las fisonomías extrañamente animalizadas por las circunstancias. Estos aspectos pueden observarse en la serie de grabados sobre Tauromaquia, una serie en la cual la temática central es el enfrentamiento entre el hombre y el animal. Seguramente, el motivo que le llevó a optar por esta temática fue el regreso de Fernando VII en al año 1814 y su persecución a los "afrancesados", circunstancia que le impidió publicar una de las series de grabados más mordaces: los Desastres. Esto hizo que empezara a trabajar en una temática sin implicaciones políticas y que, a la vez, se identificara con el pueblo español, lo que supuso un verdadero paréntesis entre el dramatismo de la serie los Caprichos y el misterio de la ya mencionada los Desastres. La serie que aquí nos ocupa fue realizada con toda probabilidad entre los años 1814 y 1816, y se puso a la venta a través de la publicación de un anuncio en el Diario de Madrid el 28 de octubre de 1816. Si bien constaba inicialmente de 33 láminas, debió grabar unas 44, mientras que la serie actual está conformada por 40 estampas que tienen como punto de partida la edición francesa del año 1876. El mundo del toreo, al que era aficionado y del que valoraba su disciplina, habilidad y valor, configuraba un espectáculo de carácter abiertamente popular desde el siglo XVIII. De todos modos, no puede negarse el carácter ilustrativo de su contenido, ya que la Tauromaquia está basada en dos textos de la época: el de D. Nicolás Fernández de Moratín, Carta Histórica sobre el origen y progresos de las Fiestas de Toros en España, y el de Pepe Illo, La Tauromaquia o Arte de Torear. A partir de ellos ilustró el origen de las corridas de toros y su evolución histórica. Y lo hizo de manera brillante, personal, al margen de los tópicos más conocidos, hasta llegar a los matadores de mayor renombre: Martincho, Juanito Apiñani, Mariano Ceballos, Fernando del Toro, Pedro Romero y Pepe Illo. Precisamente la serie se cierra con la trágica muerte de éste último en la plaza de Madrid el 11 de mayo de 1801, sobre la cual hay tres versiones que permiten apreciar el grado de perfección alcanzado por Goya en la técnica de grabado al aguatinta. La figura del matador Pepe Illo fue revisada por Pablo Picasso, en el año 1959, a través de la ilustración de su tratado La Tauromaquia o Arte de Torear, reeditada por Gustavo Gili. Un tratado que le había impactado poderosamente y del cual llegó a afirmar: "Esto es el inventario de alguien que se llama como yo". No se trata de una temática nueva o desconocida para el artista, ya que las corridas de toros formaban parte de su imaginario personal, desde su infancia en Málaga hasta las plazas francesas de Nimes y Arles. El toro, entendido como emblema español, llegó a sustituir iconográficamente al mismo Picasso en muchas escenas taurinas y amorosas de los años 30, en que había adoptado la forma del Minotauro, su más poderoso alter ego. Las 26 aguatintas al azúcar fueron grabadas directamente al cobre por el artista y estampadas en papel nacarado "Moli Vell" de Guarro, en los talleres Lacourière de París. Las realizó en 1957, según parece, después de asistir a una corrida de toros en la plaza de Arles. El intenso espectáculo le llevó a trabajar febrilmente y finalizar la serie en tan sólo tres horas, ya que había reflexionado durante años sobre un tema que en él despertaba pasión: el rito de la corrida, la división entre sol y sombra y, por encima de cualquier otro componente, el toro, protagonista exclusivo del espectáculo, incluso en el momento de su derrota. Nos hallamos ante un dibujo sumamente expresivo, conseguido gracias a pinceladas líquidas derivadas del complejo método de aguatinta al azúcar. Si las observamos detenidamente, veremos describir no sólo las volumetrías corporales, sino también la sutileza del cuerpo del toro. La gran peculiaridad de esta serie de grabados viene dada por la diversidad de enfoques del artista, ya que además de su interés por destacar los volúmenes corporales, en otros casos optó por una fuerte tendencia a la caricaturización, utilizada de manera voluntaria para plasmar la falta de tensión que pueden tener algunas escenas en una tarde de toros. Mientras, en otras ocasiones, su gusto por la estilización sugiere el movimiento de la corrida, el dinamismo de sus mejores momentos. Picasso es, una vez más, un observador de lujo del espectáculo de la vida misma.
Exposición. 17 abr de 2025 - 03 sep de 2025 / Centro Cultural Andratx (CCA) / Andratx, Baleares, España
Formación. 08 may de 2025 - 17 may de 2025 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España