Descripción de la Exposición
Varios son los mitos que encuentran nuestro origen y destino final en la tierra. En el Poema de Gilgamesh, el más antiguo del que se tiene noticia, se dice que al morir pasamos a habitar la Casa del Polvo, y si las palabras guardan la historia del mundo, en el nombre de Adán, está contenida la fórmula de nuestro linaje, ya que en él se agita la tierra (adamá) y la sangre ( dam-).
Tomamos la arcilla en nuestras manos con una mezcla de asco y fruición, de placer y espanto, porque de manera oblicua recordamos que ahí está la textura untuosa de la carne, el ánfora donde ofrecimos libaciones de miel y vino y donde cobijamos a nuestros muertos en su viaje al Más Allá; la materia en donde inscribimos nuestras primeras historias, registramos los movimientos de la luna y los nombres de las constelaciones; la cueva que nos dio nuestro primer refugio, y el bisonte que dibujamos en su paredes; los ladrillos con los que construimos templos y ciudades, las murallas con las que aprendimos a decir la palabra enemigo.
La obra de Vinicius Barajas reflexiona sobre la historia de la arcilla, o de la tierra como elemento primigenio del cual emergen todas las formas creadas, que es también la historia del mundo. Establece así un diálogo con el pasado sin dejar de estar fuertemente arraigado en el momento presente y en una latitud determinada: Granada. Su obra no está hecha para ser observada, es un microcosmos para ser habitado que despierta el recuerdo de aquello que sabíamos y creíamos olvidado.
La ciudad es convocada mediante una selección minuciosa de sus elementos. Así, la Alhambra es traída hasta nosotros, no desde su majestuosidad, si no desde sus partículas elementales, ya que el artista recogió la tierra rojiza que rodea al palacio y la incorporó dentro de sus piezas. Del mismo modo utilizó arena del río Genil y fragmentos cerámicos encontrados en las calles. Estos fragmentos fueron intervenidos dando lugar a nuevas creaciones, y sirvieron además para construir el horno en donde el artista coció las cerámicas aquí presentes. En cada una de ellas, a su vez, se enciende el descubrimiento del fuego, elemento final de transmutación, su color y su temperatura.
La fusión cultural que dio origen a la ciudad de Granada, también aparece sugerida a través de distintos elementos arquitectónicos. Así encontramos rejas, arcos góticos y hasta una pequeña y luminosa vasija, creada a imagen de los juguetes de terracota con los que se cree, solían jugar los niños durante la dinastía nazarí. En esta línea, el artista imaginó una arquitectura de lo minúsculo, “a escala del cuerpo humano y cuya principal herramienta es la mano”. Por último, incorporó obras hechas a partir de tres técnicas fundamentales en la historia del arte: el fresco, la pintura al temple y al olio.
Un color atraviesa de principio a fin este relato: el rojo. El color de las partículas elementales, la sangre, el fuego, la luz con la que resplandece la Alhambra todas las tardes.
En el principio era el barro. Substancia primordial, en donde todas las formas están en potencia y encuentran en las manos del alfarero la forma de manifestarse.
Carolina Arabia
Exposición. 12 nov de 2024 - 09 feb de 2025 / Museo Nacional Thyssen-Bornemisza / Madrid, España