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Cuando Charles Baudelaire se refirió a los paisajistas de su tiempo dijo que, de tanto contemplar, se habían olvidado de expresar el requisito más importante del arte: el sentimiento. Pero si el mundo exterior se observa desde la conciencia del artista, el sentimiento es quien controla cualquier acto creativo.

Ventanas abiertas, montañas, campos labrados, horizontes, imágenes y tramas urbanas: los elementos del entorno cotidiano del artista son a menudo (consciente o inconscientemente) el tema de muchas de sus obras.

El paisaje no como fin, sino como punto de partida. El medio: la pintura, la auténtica protagonista. El lenguaje: el propio de cada artista, sus colores, sus trazos, su composición; en definitiva, su manera de ver el mundo, lo que les hace ... únicos y diferentes. Aquello que transmiten los artistas, al fin y al cabo no es tanto la representación del entorno, sino su percepción. En este sentido estos elementos paisajísticos adquieren la categoría de símbolos. Los cipreses de Hernández Pijuán son algo más que cipreses y las montañas de Alfons Borrell algo más que montañas. El proceso de abstracción conlleva una considerable carga semántica, que otorga a cualquier elemento presente en el cuadro una categoría casi filosófica, que nos podría remitir a la metafísica de las cosas simples de Leibniz.

El análisis de los diversos procesos de abstracción propuestos por los artistas que reúne esta exposición nos podría llevar muy lejos, hasta reflexiones casi ontológicas. Pero también podríamos quedarnos con la primera lectura, aquélla que nos comunica con las obras a nivel sensible. Quizás, la opción más recomendable para poder disfrutarlas. Como diría Kant: 'El origen de nuestro conocimiento radica en el sentimiento'.

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Los clásicos contemporáneos del arte catalán

No podían faltar en el ciclo de exposiciones colectivas de verano en Barcelona, los nombres de Josep Guinovart, Ràfols Casamada, Hernández Pijuan, junto con Alfons Borrell o Joaquím Chancho. Los ya clásicos contemporáneos catalanes, a excepción de Chancho, cuyas obras significaron no tan sólo un momento artístico único e irrepetible en el arte catalán, sino histórico y social.

Representaron la Barcelona creadora, innovadora, transgresora... a la vanguardia del arte español con indiscutible acento catalán.

La Galería JOAN PRATS -ARTGRÀFIC- ofrece más que una exposición, una pequeña y casi de podría decir que peculiar antológica de estos creadores, en realidad SUS ARTISTAS, los que la galería lanzó y posteriormente apoyó indudablemente: La rareza del sentimiento (paisajes).

La calidad de la obra de esta muestra es indiscutible. Sin duda la galería sabía que escoger. Los grandes artistas han realizado grandes obras, pero como seres humanos con debilidades y altibajos, otras de sus realizaciones no han logrado la algidez necesaria.

Encontramos un Guinovart selecto y ecléctico, muy mediterráneo, expresivo y expansivo, mostrando siempre esa locura de la creatividad personal e intransferible, de formas informes, de abstracción permanente. Trabajos realizados en mixtas sobre papel o collages, con predomino del 'azul Guinovart', sin olvidar sus particulares texturas en ocres y terrosos.

Hernández Pijuan sigue en su línea iniciada en los años 70, en la que emprendió una investigación acerca del color, la luz y el movimiento sobre el espacio delimitado por un paisaje en una búsqueda de elementos puros que interactúan. Los trabajos expuestos -también en técnicas mixtas como el resto de artistas- de alta influencia informalista a la vez que expresionista, con la creación de imágenes elementales que hacen referencia al paisaje y a elementos naturales, elaborando composiciones mediante planos uniformes de color neutro sobre los que dibuja formas reticuladas, rombos, líneas zigzagueantes u onduladas, círculos perforados, en un lenguaje sencillo aunque de vigorosa expresividad.

Con respecto a Ràfols Casamada, la obra expuesta recuerda como a mediados de la década de los setenta, y con la influencia del realismo europeo a sus espaldas, afirmó su lenguaje plástico mediante la división del lienzo en planos horizontales y verticales, para potenciar el contraste entre los colores, protagonismo que se consolidó en la década de 1980, caracterizándose sus obras por grandes masas de color que delimitan espacios en los que domina siempre la poesía. Y aún así, la atracción por el plano y la composición espacial dejan entrever una sólida formación arquitectónica.

Alfons Borrell, quien recordemos que en 1960 forma parte del grupo Gallot y realiza 'acciones' en las calles de Barcelona - periodo breve, pero intenso, de actividades colectivas - expone pinturas gestuales, dentro de la corriente artística conocida como action painting.

Después de una época de aislamiento y de investigación en la figuración mágica, retorna en los años setenta a la abstracción experimentando con signos y simetrías, con una producción en la cual destacan, pero, los tratamientos de les superficies.

Joaquím Chancho, el más joven de los cuatro artistas -doctor y catedrático de Pintura en la Facultad de Belles Arts de Barcelona- afortunadamente aun entre nosotros, al igual que Borrell, presenta una obra muy geométrica, zigzagueante, como sinónimo de expresividad, de entramado complejo, pulso preciso, aspereza inigualable, pero curiosamente, a través tanto del juego cromático, su vitalidad es indiscutible. Obras que ejercen un extraño magnetismo - las líneas entrecruzadas ofrecen mil y una posibilidades tanto en juegos ópticos como elementos caligráficos, ligados a la imagen.

Una exposición actual, a pesar del tiempo transcurrido (la mayoría de piezas fueron realizadas en la década de los 80 y también 90 del siglo XX), equilibrada, didáctica en lo que supone de creatividad e imaginación y de prestigio.

Marta Teixidó