Descripción de la Exposición
El FAD presenta la exposición «La producción de la otredad», una muestra comisariada por Maite Borjabad que podrá verse en el Disseny Hub Barcelona entre el 24 de octubre de 2024 y el 5 de enero de 2025. La muestra cuenta con impulso del Disseny Hub Barcelona y el Ayuntamiento de Barcelona, y el apoyo de la Generalitat de Catalunya y la Diputación de Barcelona.
A través de una treintena de obras creadas por trece artistas, la exposición nos invita a deconstruir la ficción de la alteridad, devolviendo la agencia y la centralidad política a aquellos que han sido relegados a los márgenes de las definiciones de normalidad universal. En palabras de la comisaria, “al cuestionar las estructuras que configuran la relación entre el Yo y el Otro, estas artistas nos invitan a pensar y desear más allá del binomio de la alteridad y a desvelar los sesgos propios de los estándares de las disciplinas del diseño, la arquitectura y el arte, abriendo la puerta a nuevas posibilidades”.
La muestra consta de obras de muy diversos formatos, desde videoarte, a esculturas, pasando por instalaciones de naturaleza diversa, collage, pintura, fotografía u objetos, que tratan temáticas muy variadas en torno a un eje central, la representatividad de lo “Otro” en contraposición a la estandarización hegemónica producto del proceso histórico colonial.
Las múltiples consecuencias del colonialismo, como por ejemplo la representación de las comunidades colonizadas, la pérdida de la memoria histórica y cultural de estas comunidades o las desigualdades que genera la explotación de sus recursos, son mostrados de varias formas por los artistas participantes.
Khyam Allami, artista iraquí-británico, nos habla del colonialismo sonoro o como éste ha impuesto un sistema de afinación occidental, entre otros, que borra la diversidad de paisajes sonoros tradicionales y condiciona, hasta día de hoy, las herramientas electrónicas de creación sonora, mientras que el vietnamita Tuan Andrew Nguyen explora las huellas de la memoria y el trauma heredado por los indígenas australianos, obligados a demostrar su pertenencia a la tierra con documentos oficializados como los mapas o títulos de propiedad, siendo la suya una cultura de tradición oral.
La representación de la historia hegemónica en espacios públicos a través de los monumentos es tratada por la artista guatemalteca Jessica Kairé, mientras que la peruana Sandra Gamarra nos revela el rol cómplice de instituciones culturales, como los museos, en la construcción de la narrativa colonial. Por su parte, Youssef Taki, joven artista español de procedencia marroquí, resiste la imposición de dichas narrativas reclamando desde la memoria personal y familiar la agencia como sujeto histórico.
Clarissa Tossin deconstruye los ideales utópicos de la modernidad a través de la historia arquitectónica de su ciudad, la Brasilia de Óscar Niemeyer y Lucio Costa, y Fernando Portal nos habla del Chile de principios de los 70 y su intento de transformar la cultura material del país a través del diseño de bienes de consumo y mobiliario distribuidos por el estado y no el mercado.
La representación contemporánea exotizante de las mujeres caribeñas y la desigualdad que genera la explotación de la industria turística allí, como resultado continuista del legado colonial, centran las obras de la dominicana-estadounidense Jori Minaya, mientras que Santiago Yahuarcani, líder indígena del pueblo Uitoto-Aimen, denuncia las agresiones sufridas por los pueblos originarios del Amazonas y hace una llamada a resistir las jerarquías impuestas por el colonialismo que legitiman la explotación de comunidades, especies y recursos.
La artista palestino-jordana Saba Innab, por su parte, trabaja desde las complicidades que conectan pertenencia, territorio y tipologías arquitectónicas en relación con el lenguaje y las marcas legales dentro del contexto de continua ocupación de Palestina por parte de Israel. Sus dos obras no van a poder verse, finalmente, aunque se ha dejado el espacio que hubieran ocupado para evidenciar su ausencia y reivindicar su mensaje.
Por otro lado, el estudio de moda con base en Kampala Buzigahill pone en el centro de su práctica las desigualdades generadas por la moda rápida en el norte global, así como su impacto medioambiental, a través del colonialismo de deshechos sobre territorios en África.
En el ámbito local, Lucía C. Pino habla, a través de sus piezas escultóricas, de las experiencias de la comunidad queer y trans, desafiando la representación homogeneizante de las identidades y reclamando su complejidad y mutabilidad. Daniel Gasol, por su lado, estudia el impacto de la deshumanización de la legislación a través de un ejemplo histórico concreto de la dictadura franquista, la Ley de vagos y maleantes, y como afectó a la comunidad homosexual y sus herencias contemporáneas.
Tal y como anuncia la comisaria en el texto introductorio, el desarrollo de esta exposición ha trascurrido de manera simultánea con el bombardeo indiscriminado de Gaza por parte de Israel tras los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023; un año de ataque al pueblo palestino y, recientemente, al pueblo libanés, donde residen dos de los artistas invitados a esta exposición, Saba Innab y Khyam Allami. Esta situación ha implicado la imposibilidad de seguir funcionando con normalidad y es voluntad curatorial evidenciar las ausencias de personas, de obras, de textos, y no llenar los vacíos en pro de una “normalidad cómoda”.
La mirada del FAD
Esta es la primera exposición del FAD en su nueva etapa como federación, que se inició el pasado abril. La junta de la entidad ha apostado por una nueva línea de programación que quiere generar debate en torno a las disciplinas creativas y abordar los complejos retos sociales y culturales del presente desde una mirada crítica, valiente y prospectiva.
«La producción de la otredad» tiene como objetivo generar un diálogo entre artistas, diseñadores y el público, con el fin de fomentar una reflexión colectiva sobre nuestro papel en la construcción de un futuro más equitativo y sostenible.
Para la junta del FAD “es vital que los y las profesionales adopten una perspectiva reflexiva ante estas dinámicas. Al hacerlo, no solo enriquecen su práctica, sino que asumen un compromiso activo con los retos de nuestro tiempo. El diseño, en particular, posee la capacidad de modelar nuestro entorno y nuestras interacciones con él. Al integrar la mirada del Otro, el diseño se convierte en un vehículo para resolver problemas complejos y generar soluciones innovadoras que beneficien a todo el mundo.
Sin embargo, esta transformación no debe limitarse al ámbito creativo. Es crucial que esta nueva cultura del diseño se extienda también al público en general. Cuando comprendemos los procesos y los objetivos detrás de las obras de arte y los productos diseñados, como sociedad podemos desarrollar pensamiento crítico y tener una mayor conciencia sobre nuestro impacto en el mundo.”