Descripción de la Exposición Luis Frangella nació en Buenos Aires el 6 julio de 1944 y murió en Nueva York el 7 de diciembre de 1990. Representa el experimentalismo conceptual de los 70 y el retorno -neoexpresionista- a la pintura de los 80. La presencia de rasgos neoexpresionistas en su obra es compleja ya que ellas también recupera investigaciones previas en el campo de la percepción visual. Son las que encaró como becario del M.I.T. durante los años 1973-1976. Fruto de esas investigaciones fueron los trabajos lineales bidimensionales de los años 70 que, al ser vistos con lentes estereoscópicos, se convertían en tridimensionales. De esta manera, un arco se transformaba en túnel y un anillo circular en pozo profundo, lo que ponía en evidencia la relación ojo-cerebro. Los torsos y fragmentos de cuerpos pintados en los 80 revelan un concepto dinámico de la figura en función de reflejos y de puntos de vista diferentes del 'normal'. A través de ellos el espacio ingresa como protagonista principal. Entre otros méritos, Frangella es reconocido por sus colaboraciones en piezas multi-media de John Cage y por su intervención en la escena del East Village neoyorquino a comienzos de los '80, junto a David Wojnarowicz, Jean Michel Basquiat, Keith Haring o Mike Bidlo. Quizás el hecho de haber vivido en Nueva York durante la mayor parte de su vida hizo que no tuviera entre nosotros el reconocimiento que alcanzó en otras latitudes. De allí el interés de este homenaje que el Centro Cultural Borges asume exhibiendo un conjunto de trabajos inéditos. Paradojas de un clásico La obra de Luis Frangella tiene la trascendente contundencia de lo clásico y la frescura del experimento. Tal asociación lleva a plantear paradojas. En su doble condición de pintor y escultor eleva el objeto más banal, pobre, de descarte o menospreciado -un bibelot, una vela, una lata de gaseosa, una rata- al nivel de lo extraordinario. El concepto de lo extraordinario-banal, centralizado en sus trabajos, niega el estatuto de lo 'contingente' como algo minúsculo, circunstancial o casual. Pintura y concepto confluyen en una producción compleja que, aunque asociada al neoexpresionismo y al neoconceptualismo, elude etiquetas de la historia del arte y apuesta a los contrarios. Obras monumentales conviven con otras pequeñas y misteriosas, mientras el azar, lo onírico y lo místico conjugan con el rigor de la matemática. Como producto de un pensamiento felizmente 'contaminado' brotará una obra apasionada, sensual y mental a la vez. Una obra que recuerda el lema de Maurice Merleau Ponty: 'prestando su cuerpo al mundo el pintor transforma el mundo en pintura'. Y Frangella 'presta' un cuerpo que mide, acerca, aleja, cambia los ángulos de visión. Un cuerpo entramado de intuiciones, conceptos y experimentaciones. Su taller funcionaba como un laboratorio donde, sin descanso y con la urgencia de sentir la brevedad de la vida (muere a los 46 años), inventa nuevas formas a partir de exquisitos bocetos. Descubre que no hay res extensa definitiva pues el contorno deja de ser un límite fijo de la figura en el espacio, prolongándose ésta, con sus brillos y reflejos, en todo el campo perceptivo. Paralelamente, nos mantienen en una alerta constante sus `realidades virtuales', efectos ilusorios de tercera dimensión que surgen de investigaciones sobre las propiedades físicas de la luz, el volumen y el ritmo. Atento a la relación dinámica figura-espacio, afirma en su Diario: 'El tema de la danza está detrás de mi obra. La figura en el espacio.... Las flores danzan, los pétalos son brazos y manos en movimiento armonioso'. Y también el espacio danza reflejado en los objetos que logran capturarlo. Poniendo en acción un ojo relativista Frangella deconstruye el ilusionismo de la perspectiva brunelleschiana y así nos muestra que no hay una única Verdad. La verdad no es más que un movimiento, de allí que sus visiones nos hagan ver siempre más de lo que normalmente vemos. Elena Oliveras
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España