Descripción de la Exposición González Bravo es un pintor mental, siempre está haciendo su obra aunque no tenga el pincel en la mano. Y en los componentes de esta ecuación siempre está el color como condicionante fundamental, y junto al color la textura y las formas. Éstas últimas varían desde un simple muro hasta formas más o menos geométricas, con una especie de lenguaje secreto al que acompaña el tiempo que actúa de destilador de toda la obra. Su pintura es monumental y con un misterio arcaico que son signo y símbolo de su identidad. El cuadro no es sólo capas de pintura sobre el lienzo sino una reflexión psicológica del momento en que se pinta y del momento en que se piensa. González Bravo modula, así, la narración en dos registros: uno épico y otro lírico; que engendra una obra de suma lucidez, una obra de dolor y furia poética. Memoria vital en un repertorio calculado de colores puros y complementarios, que desde las entrañas más profundas establece una especie de cálculo mágico, de sensaciones matemáticamente paradójicas. Transcurrida su etapa figurativa enseguida el pintor trata el lienzo como un muro. Muro donde se abren puertas o ventanas. Muro donde se escriben grafías ilegibles. Otros cuadros, en cambio, están atravesados por bandas que rememoran paisajes esenciales. La fuerza de estas bandas confiere a la pintura una rotundidad especial, una fuerza proteica que nos atrapa. También utiliza formas simples que le dan espacialidad y profundidad al cuadro. Principalmente el cuadrado y las formas angulosas, aunque, a veces, también formas más orgánicas, como procedentes de una geometría desestructurada. Por otra parte podemos detectar ciertas influencias, leves y como ocultas, ya que la obra de González Bravo es de una singularidad ejemplar. En un primer lugar hay que citar a Antoni Tápies. Otro artista con el que se le puede relacionar dentro del informalismo español es Antonio Saura, Y, por qué no Manolo Millares. En cuanto al informalismo europeo está más relacionado con los franceses que con los italianos, destacando la similitud con Dubuffet. Si nos remitimos al expresionismo abstracto su obra estaría en clara consonancia con autores como: Jackson Pollock, Willem de Kooning, Robert Motherwell y Franz Kline, Rothko o Barnett Newman. Aunque la intención de estos difiere de la de González Bravo. Cada lienzo de González Bravo demuestra su maestría en el uso del color y la destreza de su pincelada. Es una mirada interior, plena de lirismo, que construye su universo particular. Una arquitectura pictórica que va desgranándose en cada obra para edificar, pausadamente, su concepción del mundo. Pero su pintura no es sólo color y gesto, también nos ofrece una concepción espacial, un instante detenido que desafía los límites del bastidor para anunciar nuevamente lo poético a través del espacio. Autorreflexión sobre la materia del pigmento, del color y su forma. Una intensa relación con el espacio en la que se mantiene indeleble el brío del tiempo que transcurre. Pausa y construcción de la pintura desde la pintura misma en un proceso cíclico que sólo necesita como lugar la superficie del lienzo. Tiempo, color, gesto, espacio, memoria, entrelazados e imbricados de tal manera que hacen que cada obra sea única, pero a la vez posean la cualidad de una serie que se prolonga indefinidamente en sí misma. La piel del lienzo como un campo de batalla de todo el repertorio expresivo de González Bravo.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España