Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- La presente muestra recoge los trabajos de ocho artistas vallisoletanos que habitualmente o en determinados momentos de su trayectoria han empleado la caligrafía, las alusiones tipográficas o la palabra en su quehacer plástico.
Arte contemporáneo de Valladolid con obras de Armando Arenillas García, Carlos Aragón, Concha Gay, Javier Redondo, José Arenas, Navegantes del Palomar (Rafael Torres y Mercedes Gutiérrez) y Pedro Monje.
La incorporación de estos recursos no es una novedad de estos tiempos, sino que es consustancial a la historia del arte, y son utilizados con suma frecuencia por los artistas contemporáneos.
En determinados casos, las caligrafías y los símbolos, unas veces reales y otras inventados, son suficientes para formalizar un discurso plástico completo.
En otras ocasiones, se intenta retomar y resaltar la utilización del leguaje escrito como medio de expresión y como transmisor de mensajes específicos.
Hay artistas que a través de las palabras se mueven en un ámbito de pensamiento intenso capaces de llevar al espectador mediante su capacidad de seducción, al territorio de la reflexión y la emoción.
Otros, a través de su fascinación por la literatura o la poesía, convierten sus obras en verdaderos poemas visuales.
Cuando el artista escribe en sus obras, trata de establecer un vínculo entre lo que la palabra nombra y lo que la visión evoca. Por tanto, se plantea un juego o movimiento entre lo objetivo y lo subjetivo, provocando en el espectador la capacidad de ver y la de sentir.
El creador nos ofrece la palabra en contraposición al ensimismamiento del silencio.
No por esto, las obras de arte y los artistas se convierten en los filósofos de su tiempo, ni pretenden con sus trabajos explicar el mundo. Se tiende a confundir a los artistas con los intelectuales.
El discurso que el artista plantea, no es otro que el de su propia experiencia vital, tocado de ciertas pinceladas de sensibilidad y que persigue la complicidad del observador.
A pesar de todas las posibilidades de comunicación e información de las que disponemos hoy, el hombre demuestra no ser más inteligente, ni más sensible.
Sin duda, nos encontramos cada vez más mediatizados por los medios de comunicación; nos invaden las consignas y productos que persiguen la anulación del pensamiento y la capacidad de discernir y discrepar. Estamos sumidos en la cultura de las imágenes relacionadas con el consumir y gastar.
El espacio para la inteligencia, la introspección o la reflexión se restringen convirtiéndose en valores degradados o transformándose en una forma de censura a través de su anulación.
Para los creadores, escribir, pintar o esculpir, son intentos de crear un mundo propio capaz de romper las reglas del juego que se han establecido, pero incluso a los artistas se les impone una forma de censura silenciadora de sus discursos mediante la domesticación política, social, e incluso comercial de la cultura.
Es impensable la existencia del hombre sin sentimientos contradictorios, sin experiencias, sin sufrimientos; la diversidad que le caracteriza es y debe ser caldo de cultivo para el debate, la reflexión e incluso para la rebeldía.
Se impone recuperar “la forma de vida de los que están vivos”, el sorprenderse, e incluso el no entender las cosas.
Las personas, en su soledad, hablan de sí mismas y aún se sirven de palabras…
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España