Descripción de la Exposición
“El hombre debe ser considerado como habitante o parte constructiva de la Naturaleza, más que como miembro de la sociedad.”
Henry David Thoreau
Huimos de la ciudad. Hoy vivimos en una casita en la montaña. La hicimos toda con nuestras manos. Regresamos a lo elemental, a iluminarnos por la luz del sol, de la luna y de las estrellas. En las mañanas no usamos zapatos, es mágico poder siempre tocar el pasto con la planta de los pies. El sol atraviesa las montañas a las ocho. Antes hay luz y una bruma gris que viste el portal del monte. Hay una parte del potrero que es amarilla, quemada por ser nuestro baño. Cuando el sol golpea el valle, se abren los dientes de león. Hay mariposas que entran a la casa y se posan en nuestros dedos. Nuestros perros vienen y van. Por las tardes nos visita un colibrí mientras almorzamos. Respirar en verde es más llenador. La casa es amarilla y está torcida. El sol de la tarde hace que la madera cruja y la sala se caliente, lista para recibir la noche. Cuando llega el atardecer el cielo se pinta de rosado y la montaña vibra naranja. Ya no se ve el sol. Salen las sombras silentes de la luna. Las noches llegan frías pero la cama siempre está caliente, llena de nosotros y de los perros. Antes de dormir se escuchan zarigüeyas caminando por el techo. Vuelve a amanecer. Vivimos día a día en un rito.
AHORA ROSADO. Pedro Montilla.
Vivimos proyectando, anhelando la llegada del futuro, lamentando la fuga del pasado. Y mientras tanto, nos perdemos del presente al que ineludiblemente estamos atados. Como si habitáramos todos los lugares del tiempo menos este, en el que se paran nuestros pies.
La pintura me sugiere quietud y atención. Me da un respiro. Una pausa. Los colores resuenan y se sincronizan en mí, conmigo. Me hacen detenerme. Me llevan a pensar y a intentar percibir señales de lo que me envuelve día a día. Mi entorno respira conmigo. Unos perros, unos chivos, una vaca, unos pájaros que respiran el aire de la noche. Las piedras, los troncos, las flores del jardín, los cactus y sus espinas que reverberan con los colores del sol. Todo respira. Todos respiramos. El cielo, la montaña, la quebrada, el charco sobre el que nunca llueve. Cuerpos de agua llenos de aire. Mi piel, la de ella. Nosotros dos. Todo hace parte del paisaje.
La pintura existe más allá del taller, de lo material, de lo inmediato. Su espíritu es doble. Participa del tiempo y del espacio. Explora los límites entre el sueño y la vigilia, entre cercanía y lejanía, entre mi entorno y yo. Los desdibuja. Me invita a pensar en lo que hay en medio. Habla de la constante dualidad entre magia y ciencia. Evita que pasen desapercibidas en la tensión del presente.
Bajo el prisma de la pintura, el presente se suspende y pendula. Se aleja de la línea horizontal del tiempo. Resuena en paralelo, vibra en el vacío, fluye en el espacio de la nada.
Los sueños suben a la vida consciente. Un presente doble: místico y racional. Una auto-ficción.
Exposición. 13 dic de 2024 - 04 may de 2025 / CAAC - Centro Andaluz de Arte Contemporáneo / Sevilla, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España