Descripción de la Exposición
Podría ser que uno de los hitos científicos que van a definir los avances tecnológicos y sociales del siglo XXI, sea la capacidad de las cosas para ofrecer información sobre el comportamiento del mundo global y de cada uno de nosotros de manera pormenorizada. Nuestras cosas, aquellas pequeñas cosas con las que nos relacionamos, señalan una nueva realidad de intangibles, tejiendo una red invisible e inaprensible cuando interaccionamos con ellas. ¿Cómo se recupera lo que en apariencia es invisible?
En el prefacio de Las palabras y las cosas, Michel Foucault declaraba que la génesis de su escritura eclosionó tras la lectura de uno de los cuentos del libro Otras Inquisiciones de Borges. En concreto, será el relato El idioma analítico de John Wilkins, donde encuentra una breve referencia a “una enciclopedia china” que ordena la Historia Natural con un tono algo provocativo: "los animales se dividen en a] pertenecientes al Emperador, b] embalsamados, c] amaestrados, d] lechones, e] sirenas, f] fabulosos, g] perros sueltos, h] incluidos en esta clasificación, i] que se agitan como locos, j] innumerables, k] dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, l] etcétera, m] que acaban de romper el jarrón, n] que de lejos parecen moscas".
Esta clasificación abre un paréntesis o una reflexión sobre el modo en el que generamos las categorías, las clasificaciones, las taxonomías. Si lo universal ha dado paso a una mirada más personal, podríamos plantearnos por qué estamos dotando a las cosas de la capacidad para registrar nuestras travesías y nuestros hallazgos. ¿Qué más esperamos descubrir sobre nosotros mismos?
Haciendo nuestro el esquema que expresa Foucault para analizar la arqueología de las ciencias humanas, el proyecto expositivo La memoria de las cosas, una arqueología de la modernidad utiliza los modos de análisis propuestos por el filósofo para cuestionar las categorías sobre la representación y el lenguaje que las enumeraciones y las clasificaciones proponen.
Por ello, la exposición se divide en tres partes o conceptos: la primera de ellas titulada Collectaneenkästen o cajas para el cosmos, hace referencia al sistema de archivo que utilizó el naturalista alemán del siglo XIX Alexander von Humboldt para reconstruir una historia de la contemplación física del mundo como una historia del conocimiento de la naturaleza tomada en su conjunto y, a partir de esta idea principal, la propuesta utiliza el concepto de colección, la acción de coleccionar como un mecanismo que nos define como especie y que nos permite reflexionar sobre los dispositivos que hemos diseñado para contener toda la memoria involuntaria o toda la memoria consciente. Decía Alain Resnais que el hombre necesita reavivar innumerables recuerdos porque tiene una memoria volátil y por ello, ha generado todo un inventario simbólico e instrumental para mapear los interrogantes que la condición humana provoca.
La segunda parte titulada La enciclopedia efímera recrea el sistema de codificación que utilizan las enciclopedias. En particular, interesan aquellas recapitulaciones de artículos e imágenes en formato de libro coleccionable, que son realizados para cuestionar la realidad circundante, como ocurre en la enciclopedia china de Borges o la Nueva Enciclopedia de Alberto Savinio. Cuando Andrea de Chirico presentó esta quimera, la describió con la siguiente frase: “Tan descontento estoy con las enciclopedias que me he hecho la mía propia para mi uso personal”. Quizás sorprenda dicha reflexión realizada a mediados del siglo XX, cuando los relatos para homogeneizar el conocimiento eran todavía una realidad cotidiana. Savinio presenció las trágicas secuelas de los conflictos bélicos que la modernidad había configurado, vislumbrando que el deseo del enciclopedismo creaba a su vez, una cartografía de lo occidental, repleta de espacios en blanco.
La tercera parte, muestra la serie titulada La travesía. El escritor Enrique Vila-Matas se refería a la imagen del explorador como una metáfora de la condición humana; “personas corrientes qué, bordeando el precipicio, indagan sobre lo que hay fuera de aquí o del más allá de nuestros límites, personas que interrogan su realidad desde todas las direcciones posibles”. Los aventureros, los exploradores despiertan una gran fascinación entre nosotros y representan los anhelos de progreso que todo hallazgo en sí mismo representa. Las cosas observadas con curiosidad, con calma, con atención, nos ofrecen una interpretación del universo, una interpelación hacia nosotros mismos y hacia ese cosmos que nos contiene. De alguna forma, las biografías de personajes fascinantes como Alexander von Humboldt o Maria Sibylla Merian entre otros, han capturado nuestra atención durante estos tres últimos años en los que venimos desarrollando la propuesta expositiva.
Por otro lado, me gustaría añadir que este proyecto, también establece un diálogo con las colecciones científicas de la Universitat de Valencia y para ello, nos hemos sumergido en los listados digitales de las 32 colecciones pertenecientes a la institución, visitando sus fondos patrimoniales y seleccionando aquellas piezas que pudieran interactuar, no sólo con la fisicidad del artefacto científico y/o artístico expuesto, sino que a través de su montaje, despierte múltiples lecturas y algunas reflexiones al visitante.
Las cosas siempre han tenido memoria, nos han modelado como personas, han construido el sello indeleble que nos distingue como especie. Las cosas, las hacemos y nos hacen, configuran nuestro caos y nuestro propio orden, y, al dotarles de memoria propia, expandimos de nuevo, los límites del universo.
Nuria Rodríguez
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