Una broca horada la tierra durante la construcción del subte de Roma abriendo un agujero en la gruesa pared, tras ella, será descubierta una villa repleta de obras de arte; mientras los antropólogos iluminan los enormes frescos con sus linternas, anonadados por el valor del aire que entra del exterior comienza a borrar ante sus ojos las pinturas, como una foto que se diluye en las manos del quien recuerda. Federico Fellini representa en esta memorable escena de su film Roma (1972), una metáfora sobre el poder destructivo de la civilización y a su vez plantea una paradoja, como lo hiciera Schrödinger en 1935. Según el experimento conocido como “el gato de Schrödinger”, sólo abriendo la caja averiguaríamos qué le ha ocurrido al gato, pero mientras tanto estaría “vivo y muerto a la vez”. Estas obras no existían hasta ser descubiertas, en cambio desaparecen ante la mirada del hombre, ¿existían entonces?