Descripción de la Exposición
La galería Alba Cabrera tiene el placer de inaugurar por primera vez en su espacio la obra del artista Jesús Manuel Moreno con su exposición 'La línea blanca' este jueves 23 de enero a las 19:00 h. Es una muestra conformada por 14 obras pictóricas en óleo sobre lienzo y 4 dibujos sobre papel. Podréis visitarla desde el jueves hasta Fallas en la calle Joaquín Costa 4 y en nuestros horarios habituales de lunes a viernes 10:30 a 14:00 y 17:00 a 20:30, sábados de 11:00 a 14.00 y 18:00 a 20:00.
Para la ocasión el crítico de arte Salva Torres, Director de MAKMA, revista de artes visuales y cultura contemporánea ha realizado una reflexión acerca de la obra de Jesús Manuel Moreno que os adjuntamos a continuación.
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Salva Torres, Director de MAKMA, revista de artes visuales y cultura contemporánea
Paradojas del vacío en la obra de Jesús Manuel Moreno
En ‘Matrix’ (1999), la película de los hermanos Wachowski, el protagonista del film, Neo (Keanu Reeves), despierta de una pesadilla recortándose su figura sobre un vacío blanquecino. Vacío que viene a representar su desconexión emocional de una realidad que ha perdido densidad, de forma que el sujeto parece hallarse desorientado en medio de ese contexto lechoso, desmaterializado, líquido.
Ese mismo vacío lechoso comparece en la obra que Jesús Manuel Moreno reúne bajo el título de ‘La Línea Blanca’, quien utiliza la pintura de una forma contemporánea para recrear la vida en la calle de unos seres anónimos instalados en una misma realidad blanquecina. Con una notable diferencia: que mientras en ‘Matrix’ Neo muestra su asombro por el desvanecimiento de una realidad que él creía firme, en la obra pictórica que ahora nos ocupa, los sujetos que la protagonizan parecen adaptados a esa realidad evanescente.
Diríase que, pasados poco más de 25 años, los seres que poblamos las calles nos hemos ido acostumbrando al vacío inherente a esa realidad blanquecina, una vez que la gran pantalla del universo ‘Matrix’ se ha multiplicado por las pequeñas pantallas de los atractivos móviles.
De manera que Jesús Manuel Moreno lo que hace, mediante una pintura que se nutre, entre otros, de Rafael Canogar y Juan Genovés –“precursores de ese paisaje urbano y que me influyeron mucho”, subraya el artista–, es reflejar la paradoja que actualmente encierra ese vacío, a un tiempo inquietante y seductor.
Inquietante porque, como declara Moreno, “cada vez hay más vacío entre las personas y el blanco es metáfora de ese vacío, de ahí que estén muy estudiados los huecos”, y seductor, porque las figuras que integran ese universo “líquido”, por utilizar la expresión del sociólogo Zygmunt Bauman, parecen flotar, aunque sus cuerpos pesen como pesa la vida que, sin embargo, se diluye en medio de esa realidad blanquecina.
“Los personajes pesan, aunque les quite el pilar que los sostiene”, resalta el artista, quien, efectivamente, en su obra hace desaparecer los elementos sólidos -barras, asientos, paredes e incluso el suelo firme- sin que tal desaparición afecte a la gravedad de sus cuerpos, aunque sí a la atmósfera que los envuelve.
La obra de Jesús Manuel Moreno destila esa atmósfera ambivalente del vacío descrito por el novelista John Banville en ‘Eclipse’, cuando dice: “¿Qué tienen esos momentos intemporales que luego siempre se recuerdan con una dulce melancolía? A veces me parece que es en esos intervalos de vacío, sin que fuera consciente de ello, cuando he vivido de manera más real y auténtica”.
Esto entronca con lo afirmado por el propio artista: “Me interesa la pintura china, porque habla del vacío de forma cualitativa, no cuantitativa”, aludiendo entonces al Milan Kundera de ‘La inmortalidad’, cuando se refiere a que “te tienes que vaciar, para poder llenarte”.
Ese contraste entre el vacío, metaforizado en los blancos de la pintura de Moreno, y las figuras, que vienen a llenar el resto, genera una dialéctica de la que Lucrecio dio buena cuenta en su ‘De rerum natura’ (‘De la naturaleza de las cosas’): “Si nada hubiera que fuera vacío, todo sería sólido; inversamente, si no existieran cuerpos concretos para llenar los espacios y ocuparlos, no habría en el mundo más que espacio libre y vacío”.
“Está claro, por tanto” –prosigue Lucrecio–, “que materia y vacío se alternan separados el uno del otro, ya que el universo no es ni lleno del todo ni tampoco vacío. Existen, pues, cuerpos determinados que pueden dividir el espacio hueco por medio del lleno”.
Viendo la obra de Jesús Manuel Moreno se puede apreciar esa alternancia entre lo hueco y lo lleno, entre el vacío que ocupa el fondo y las figuras que vienen a llenarlo. Incluso la manera que tiene de trabajar sus seres anónimos va en esa misma dirección: “Hay personalidad por adición, pintando, por ejemplo, sombrero y bigote a un personaje, pero también por sustracción, quitando aquellos elementos ajenos a su esencia”. Como explica Kundera en "La Inmortalidad"
La composición juega igualmente un papel fundamental en la obra de Moreno: “Rompo mucho las composiciones dejando vacíos”, al tiempo, dice, que cuadricula la composición “para luego llevarla al soporte”. Y añade: “La mayoría de las imágenes está realizada desde la frontalidad”, al igual que tiende a “sinterizar el color a lo Edward Hopper”.
Con todo ello -composición, color, frontalidad y vacíos-, más un último apunte –“trabajo por adición de manchas, no hago claroscuros”–, Jesús Manuel Moreno recrea en la Galería Alba Cabrera la vida cotidiana como si estuviera afectada por una tensión cuyos polos magnéticos aparecen confusos.
Por un lado, tenemos las figuras, seres anónimos que a veces interactúan y otras no, siempre recortadas contra un fondo vacío. Figuras que, siendo los cuerpos que pueden dividir el espacio hueco por medio del lleno –retomando a Lucrecio–, parecen destinadas a habitar esa realidad como seres flotantes cautivados por el ensimismamiento al que nos conduce la propia evanescencia de las imágenes.
Y, por otro lado, el vacío como fondo blanquecino que viene a subrayar la dificultad que tienen esas figuras para habitarlo, más allá de su simple acumulación en el propio espacio vacío que los envuelve. Como apunta Moreno, en una entrevista que le hizo Patricia Mir Soria, “mis pinturas, en un primer vistazo, parecen fotografías, pero el análisis pormenorizado nos descubre que son trozos de abstracción, igual que en un dibujo cualquiera”.
Seres, por tanto, abstractos, en un universo vacío que tan pronto delata el propio vacío de las figuras, como la percepción de estar viviendo el sueño de Neo en la más contemporánea ciudad plagada de pantallas móviles. “Todo es una abstracción: no es una cara concreta, como [René] Magritte decía de su pipa pintada que no era una pipa”, destaca Moreno.
Magritte, de hecho, realizó una serie de cuadros en torno a la serie denominada ‘La traición de las imágenes’, al igual que Jesús Manuel Moreno hace, en otro orden, con esta serie de ‘La Línea blanca’: esto es, subrayar el vacío mediante la imprimación de ese blanco en la tela, con el fin de constatar la irrealidad de la realidad captada.
Y es que la imagen, no siendo la realidad, remite, en su caso, al subrayado de la realidad como pura imagen, donde las figuras se reconocen en la representación abstracta de ciertas tipologías, sin alcanzar el status propiamente de sujetos cuya carnalidad chocaría con la materia que, en la obra del artista, se desvanece. “En mi serie de ‘La Línea blanca’, el vacío lo envuelve todo”, precisa.
Y es así que el trabajo de Jesús Manuel Moreno diríase caracterizado por esa paradoja del vacío: lugar donde las figuras parecen alegremente flotar, al tiempo que espacio habitado por seres anónimos que dan tristemente que pensar. “Me interesa la actitud, el ensimismamiento de las cosas”, concluye el artista, evocando a Vermeer. Ensimismamiento de unos seres que pueblan el vacío exterior –la realidad vaporosa– como trasunto de cierto vacío interior.
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España