Descripción de la Exposición
Madrid, 28 de abril de 2021. La directora general adjunta de la Fundación ”la Caixa”, Elisa Durán; la directora de CaixaForum Madrid, Isabel Fuentes, y el conservador del Departamento de Exposiciones Internacionales del British Museum y comisario, Brendan Moore, éste último vía streaming, han presentado este miércoles en CaixaForum Madrid la exposición La imagen humana. Arte, identidades y simbolismo, una gran panorámica del arte figurativo que atraviesa fronteras culturales, cronológicas y geográficas.
Se trata de una muestra colectiva que acoge 145 obras de arte y objetos de los vastos fondos del British Museum, acompañados de una selección de 7 obras contemporáneas pertenecientes a la colección de la Fundación ”la Caixa”, así como un óleo de gran formato del Museo del Prado, una instalación del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) y una instalación interactiva del artista digital Rafael Lozano-Hemmer -que permite reforzar los vínculos entre el público y los contenidos de la exposición, prestada por el artista y de la Galería Max Estrella.
Esta exposición explora obras del ser humano creadas en todo el mundo a lo largo de distintos períodos históricos. Muchas de ellas son representaciones arquetípicas imbuidas de un complejo simbolismo; otras, libres de toda asociación metafórica, están concebidas como descripciones realistas de la figura humana tal como la observa el artista. Unas representaciones del cuerpo que —al igual que todas, de hecho— responden al deseo primordial de definir y explicar el lugar que ocupamos en el mundo. Encarnan nuestros conocimientos sobre la vida, son modelos de quienes creemos ser y de lo que aspiramos a ser. Pese a la asombrosa variedad que presentan en cuanto a su estética y finalidad, las figuraciones que recoge la exposición encarnan ideas y conceptos comunes a todas las sociedades y pueblos. Así, el recorrido se divide en cinco ámbitos temáticos, precedidas por una introducción, que rehúyen cualquier cronología, y que servirán para explorar la imagen humana: Belleza ideal, Retratos, El cuerpo divino, El cuerpo político y La transformación corporal.
De esta forma, la exposición abarca un eclético abanico de culturas, pueblos, ideas y prácticas artísticas del pasado y del presente que permiten acercarnos a distintas formas de plasmar la identidad través de técnicas diversas, desde la más profunda estilización hasta el hiperrealismo. Con un enfoque atractivo, fresco y accesible, promueve -además del disfrute estético- la reflexión, la comparación e invita al público a extraer sus propias conclusiones. El hecho de tratar un tema tan universal y cercano –nosotros mismos—representa una gran oportunidad para cruzar fronteras y generar un diálogo en cada uno de los cinco ámbitos de la exposición.
Ésta es la sexta colaboración de la Fundación ”la Caixa” con el British Museum, gracias a la alianza estratégica entre estas dos instituciones que ha permitido presentar al público de nuestro país exposiciones dedicadas, entre otros temas, al arte y la cultura medievales, a la idea de competición en la antigua Grecia, a la figura del faraón, al lujo en la Antigüedad o la eclosión del grabado desde los 60 hasta la actualidad. Hasta ahora estas exposiciones organizadas de forma conjunta han acumulado más de 1,3 millones de visitantes.
La imagen humana. Arte, identidades y simbolismo integra completamente la propuesta de mediación en el recorrido de la exposición. Público general y público familiar se verán interpelados directamente a través de diferentes fórmulas: preguntas estimulantes, proyecciones de video que ponen el acento en detalles concretos de algunas obras de arte contemporáneas o códigos QR que proponen juegos e interacciones con las piezas de la exposición.
El discurso de la exposición aborda la actualidad y yuxtapone joyas del Arte Antiguo con espectaculares obras más recientes de culturas diversas, así como también otras firmadas por artistas como Henri Matisse, Goya, Luis de Madrazo, David Hockney, Albrecth Dürer, Édouard Manet, Auguste Boucher-Desnoyer, Tom Wesselmann, Antoni Tàpies, Christopher Williams, Vanessa Beercroft, Koya Abe, Frank Auerbach, Anton van Dyck, Craigie Horsfield, Ali Kazim, Esther Ferrer, Farhad Ahrarnia, Juan Navarro Baldenberg, Óscar Muñoz, Rafael Lozano-Hemmer, Craige Horsfield, Ali Cherri y David Oxtoby, entre otros.
La obra más antigua y la más contemporánea
La obra más antigua de la muestra es un cráneo humano modelado, procedente del antiguo Jericó (actual Cisjordania), de hacia el 8.000 a.C., y es considerado uno de los artefactos más notables de las colecciones del British Museum. Por contra, la obra más reciente es de 2016: una serigrafía del famoso artista iraní Parviz Tanavoli.
La primera sección del recorrido indaga en cómo artistas de tradiciones diversas han querido representar el cuerpo en su forma más perfecta y elevada. En sociedades tan distintas como las de la Grecia clásica, la India medieval y el Japón de comienzos de la era moderna encontramos la misma preocupación por el ideal de belleza física plasmado de acuerdo a unos estándares determinados de armonía y proporción. Más que como un análisis del temperamento individual, estas figuras idealizadas son concebidas como expresión de virtud y aspiración colectiva. Se trata de arquetipos culturales que reflejan normas y creencias de las comunidades en las que han surgido. Si bien se podrían establecer una serie de patrones compartidos entre culturas, cada comunidad representa el ideal de belleza de una forma distinta. Así en este ámbito dialogan desde una escultura clásica romana correspondiente a un desnudo masculino del dios Pan asociado con Dionisio, del 45 al 25 a.C., a una estatua sepulcral de un funcionario egipcio que responde a los cánones de belleza de final del Imperio Antiguo de Egipto, entre 2345 y 2181 a.C.
En este ámbito destacan especialmente el variado conjunto de figuras de cuerpos femeninos que, de hecho, se cuentan entre las creaciones artísticas más tempranas y diferentes entre sí. Entre el 4.000 y el 2.000 a.C., aproximadamente. Estas representaciones, a menudo asociadas con la fertilidad, vieron la luz en un área geográfica inmensa que abarcaba Europa, Oriente Medio, el mar Egeo, Egipto y el valle del Indo. En la muestra, se pueden contemplar una figura voluptuosa del cuerpo de una mujer originaria del 5.000 a.C. del norte de Siria e Irak, así como figurillas más abstractas del cuerpo de la mujer halladas más adelante en Irak, en Belén (Cisjordania), o en Keros, isla perteneciente a las Cícladas griegas.
En este ámbito, también se contraponen representaciones femeninas modernas como la sensual litografía de Henri Matisse Grande Odalisque à culotte bayadère (Gran odalisca con pantalón a rayas) realizada en Niza en 1925 con la obra contemporánea Eva Saumell, carrer de Manso, Barcelona, a cargo de Craigie Horsfield, que «pinta» la vida moderna a través de la fotografía, y con un grabado de la serie los Caprichos de Goya que ofrece una reflexión acerca de la explotación de la belleza femenina y el carácter transitorio de la juventud. Junto a estas obras, se expone también una revisión radical de Venus del espejo de Velázquez, firmada por el artista digital Koya Abe, en que la diosa aparece adornada con tatuajes japoneses tradicionales.
A menudo, y especialmente en la tradición artística europea, el cuerpo femenino representado por artistas varones aparece como un objeto pasivo de deseo sexual. Sin embargo, a finales del siglo XX y ya en el XXI artistas socialmente comprometidos han criticado y desafiado el concepto normativo de belleza y los estereotipos tanto de la identidad femenina como de la masculina. Pero aunque buena parte del arte contemporáneo rechace la belleza como ideal de la creación, el uso y la manipulación de la imagen de belleza en medios de comunicación, moda y publicidad sigue siendo un tema controvertido. En esta línea, se expone una fotografía crítica de Christopher Williams que, bajo el título Untitled (Study in Yellow and Red/Berlin), recrea una modelo en ropa interior posando de perfil. Aunque a simple vista, ésta parece responder al canon de imágenes sexualizadas y glamurosas, cuando uno se detiene a mirar los detalles percibe imperfecciones que normalmente se ocultan a la cámara. A través de estos detalles, el artista evidencia la falsedad de la belleza «ideal» que fomentan los medios de masas.
La expresión de la personalidad a través del retrato
Este segundo ámbito parte de la individualidad expresada a través del arte visual. Por definición, un retrato es la imagen de una persona determinada. Y aunque su función básica es hacer patente la apariencia externa del modelo, también puede expresar aspectos de su naturaleza individual, su personalidad y su posición social. Si nos fijamos en los diversos retratos que recoge esta muestra veremos que las formas conceptuales del género y los medios con los que se presentan la apariencia y la identidad personal en el arte son intrincados y ambiguos. Los retratos ofrecen una visión subjetiva y parcial del modelo, no una imagen incontestable. Sus estilos abarcan del realismo mimético al naturalismo idealizado, de la distorsión a la abstracción. Un retrato puede revelar lo que un individuo tiene de único y singular, o bien enfatizar sus cualidades genéricas y presentarlo como un «tipo» o clase de persona determinado.
La naturaleza equívoca del retrato como vehículo para la representación individual es aún más evidente en la expresionista Head of Julia (Cabeza de Julia) del británico Frank Auerbach. Aunque está basada en la observación atenta del natural, la pieza de Auerbach se acerca a la abstracción, con sus difuminados y sus trazos enérgicos: aquí, la representación pictórica tradicional se ve desplazada por una intensa vitalidad psicológica.
En cambio, el melancólico estudio que el maestro flamenco Anton van Dyck hizo del escultor Hubert van den Eynden es un ejemplo excelente del deseo de capturar tanto la apariencia externa como el estado mental del modelo. Y contrasta con el autorretrato de tamaño natural de Ali Kazim, en el que el cuerpo desnudo e inerte del artista está despojado de todo signo de identidad, clase y pertenencia. En este ámbito, también se puede ver el retrato que David Hockney pintó del comisario Henry Geldzahler, amigo y mentor del artista. Se trata de un retrato muy característico de su producción en 1973. También se pueden ver ejemplos como un autorretrato de Michelangelo Pistoletto, una litografía de Édouard Manet, un retrato de Utagawa Kunimasa sobre los famosos actores del periodo Edo, así como diversas esculturas de diferentes épocas y algunas medallas.
El cuerpo divino y el cuerpo político
En el ámbito El cuerpo divino, la muestra explora el uso de imágenes en prácticas religiosas y sagradas con las representaciones asociadas a dioses y diosas, santos, ancestros sagrados y otros seres sobrenaturales. Las características iconográficas de estas figuras, que recrean formas humanas idealizadas, suelen responder a unas concepciones y a unos preceptos teológicos estrictos: rostro, cuerpo, postura, gesto, indumentaria y atributos simbólicos, todo pretende transmitir el carácter y las virtudes propias de la divinidad representada. En esta línea, en la exposición se pueden ver desde una cabeza romana del dios Apolo en mármol, una figura del dios hindú Visnú, un Buda sentado, pasando por una figura de Amón-Ra, considerada una suprema divinidad egipcia, a una Virgen María entronada con el niño Jesús, del siglo XV, al lado de la contemporánea Black Madonna with twins, de Vanessa Beercroft.
La siguiente sección ahonda en la representación humana de gobernantes, monarcas y líderes políticos. Todos ellos han difundido desde siempre imágenes de sí mismos como expresión visible de su autoridad y poder. El objetivo de estas representaciones icónicas, que muestran gran variedad de estilos y formatos —desde estatuas colosales hasta monedas producidas en masa—, es glorificar al gobernante y dejar un testigo de sus logros para la posteridad. En este ámbito comparten protagonismo rostros de faraones y faraonas de Egipto, una escultura de cuerpo entero del emperador Marco Aurelio, retratos de reyes de Etiopía y de la República Democrática del Congo, una representación de la Reina Madre de Ghana o la colección de monedas de oro y plata romanas que muestran a numerosos dirigentes, entre ellos Julio César, Marco Antonio o Cleopatra.
Uno de los personajes que más trabajó su propia imagen con el objetivo de mostrarse como la encarnación del poder fue Napoleón Bonaparte, tras erigirse en emperador de Francia y primer cónsul de la República francesa. En la muestra, se puede ver el grabado Napoleon le Grand (Napoleón el Grande), de Auguste Boucher-Desnoyer, en que éste aparece ataviado con numerosos símbolos de poder como una corona triunfal de oro, el gran collar de la Legión de honor y un cetro con el águila imperial. También se puede ver un lienzo de gran formato de Isabel la Católica, a cargo de Luis de Madrazo, procedente del Museo Nacional del Prado. Este retrato la muestra coronada y de pie, con un suntuoso traje escarlata embellecido con perlas y oro. En la mano izquierda lleva un cetro, símbolo de su autoridad real, y la mano derecha reposa sobre un pequeño volumen, seguramente un breviario (libro de oraciones para la liturgia), símbolo de su piedad
En este ámbito, conviven también una estatua de Mao Tse Tung con una espectacular escultura del emperador romano Marco Aurelio, y una videoinstalación cedida por el MACBA de Ali Cherri que ofrece una impactante imagen de derrocamiento de la imagen de un gobernante y reflexiona sobre la volátil historia de la Siria moderna. También con una chapa y un pin de apoyo electoral en campaña de los políticos estadounidenses Barak Obama y Donald Trump ofrecen una imagen de ferviente contemporaneidad. Estos dos pequeños objetos nos muestran el poder y la intencionalidad de las imágenes incluso en los soportes más funcionales y mundanos.
El cuerpo transformado
Por último, la muestra indaga en otro tema muy presente en la imaginería de numerosas culturas: la transformación. Y es que la presentación visual de la figura humana en una forma fantástica, camuflada o drásticamente alterada es un fenómeno prácticamente universal que engloba ideas y significados trascendentales. A menudo, estas obras reflejan la naturaleza dual de la existencia: cuerpo material y espíritu inmaterial, mente consciente e inconsciente, vida y muerte... Varias de las obras incluidas en esta selección aluden a posesiones demoníacas o a metamorfosis mágicas. Una talla de un poblado kwakiutl, en la costa del Pacífico de América del Norte, muestra uno de estos cambios de forma: un chamán se transforma en oso, uno de los animales ancestrales de los que los kwakiutl creen proceder. En otros casos, vemos como la manipulación y la distorsión de la imagen humana pueden expresar temores primigenios y estados emocionales extremos. Los soldados con máscaras antigás del aterrador aguafuerte de Otto Dix Sturmtruppe geht unter Gas vor (El avance de las tropas de asalto ante el gas) parecen haberse transformado en asesinos deshumanizados, casi como robots. Por su parte, la perturbadora escultura hecha por Hamada Chimei de una desdichada figura tullida es un símbolo universal de la alienación y la vulnerabilidad humanas.
Pero el objeto por excelencia de la transformación sea, tal vez, la máscara. Su uso es común a culturas de todo el mundo, aunque las prácticas relacionadas con ella varían enormemente en cuanto a su función y el contexto en que se utilizan. En ritos, ceremonias religiosas, carnavales o actuaciones dramáticas, tiene la paradójica función de ocultar la identidad del individuo y al mismo tiempo revelarla desde otro prisma.
También conviven en este ámbito un aguafuerte dedicado a David Bowie caracterizado como Ziggy Stardust, el personaje andrógino y estrafalaria estrella del rock. La pieza firmada por el pintor y grabador británico David Oxtoby alude a la fascinación de Bowie por la naturaleza mutable de la identidad individual. En esta parte, también cabe destacar la instalación del artista digital Rafael Lozano-Hemmer. En Recorded Assembly, utiliza técnicas biométricas para detectar y registrar los rostros de los visitantes que se detienen ante la obra, a quienes convierte en protagonistas de la misma. Los retratos aparecen en el monitor de tal forma que las imágenes en vivo de los participantes se solapan exactamente con los rostros de visitantes anteriores. El resultado son unos retratos que fluctúan constantemente entre una y otra persona, entre pasado y presente.
Esta exposición está acompañada de un ciclo de pensamiento titulado Representaciones de lo humano que, coordinado por la Casa dels Clàssics, invitará a hacer un recorrido a través de las imágenes que la humanidad ha elaborado sobre sí misma a lo largo de la historia. Se profundizará en las representaciones sobre el poder, la belleza, la enfermedad y lo sagrado en paralelo a cómo ha evolucionado nuestra concepción del ser humano y del mundo, de nuestros ideales y nuestros miedos. Además, CaixaForum Madrid colaborará con el British Council y el Círculo de Bellas Artes para proponer actividades que serán anunciadas más adelante.
ÁMBITOS DE LA EXPOSICIÓN
INTRODUCCIÓN
Solo si concebimos una imagen del cuerpo podemos situarnos en el mundo exterior.
Herbert Read, El arte de la escultura, 1956
La figura humana siempre ha sido un tema crucial en el arte. Desde hace unos 35.000 años, cuando la actividad artística inició su desarrollo en la última era glacial, pueblos de todo el mundo han recreado la forma humana en infinitud de estilos, formatos y medios. Esta universalidad indica que el cuerpo es un vehículo para la expresión artística y personal, pero también para la proyección de ideas sobre la experiencia y la existencia del ser humano.
La presente muestra explora la imagen humana a través de culturas y tradiciones diversas. Para ello ofrece a los visitantes un abanico extraordinario de obras, desde hallazgos arqueológicos y esculturas clásicas hasta pinturas y videoinstalaciones. Una selección que permite observar los distintos modos en que las sociedades han representado, interpretado y valorado el cuerpo humano en el arte.
Son cinco los temas clave que vertebran la exposición: belleza ideal, retratos, el cuerpo divino, el cuerpo político y la transformación corporal.
1.- BELLEZA IDEAL
Los artistas llevan miles de años celebrando la belleza humana en esculturas, cuadros y otros medios artísticos. Sus creaciones no suelen reproducir los cuerpos tal como son en realidad, con sus defectos e imperfecciones, sino que plasman ideales de belleza elaborados con todo detalle.
Las obras de esta sección exploran algunas de las muchas y cambiantes maneras en que los pueblos han concebido la perfección del cuerpo. Y si bien reflejan distintos ideales y patrones de belleza, también presentan algunos rasgos en común. Uno de los más evidentes es la importancia que se otorga a la simetría, el equilibrio y la armonía de las proporciones, así como a la juventud.
En las décadas más recientes muchos artistas han desafiado las representaciones estereotipadas de la belleza. Aun así, la constante manipulación de la imagen del cuerpo en publicidad, moda y medios de comunicación sigue resultando controvertida.
2.- RETRATOS
El retrato suele definirse como la recreación de la imagen de un individuo concreto. Tradicionalmente, la mayoría de ellos tratan de plasmar el aspecto físico del modelo con un estilo realista y otorgando un especial protagonismo al rostro. Pero un retrato va más allá del mero reflejo: es la reconstrucción poliédrica de una identidad, por lo que puede adoptar múltiples formas y servir a propósitos diversos.
Hace unos 5.000 años se desarrolló en Egipto la primera tradición verdaderamente retratista, cuando faraones y funcionarios reales encargaron esculturas idealizadas de sí mismos para afianzar su estatus. En cuanto a Occidente, la tradición del retrato como expresión del carácter y la individualidad se originó en Grecia hace más de 2.300 años, y los romanos siguieron desarrollándola más tarde. Muchas otras civilizaciones antiguas produjeron de forma independiente magníficos retratos naturalistas, como los de la cultura moche del antiguo Perú (100-800), que recreó en cerámica a individuos destacados de su comunidad.
3.- EL CUERPO DIVINO
Las imágenes votivas que muestran a dioses y seres sagrados con forma humana son un punto de referencia fundamental para los creyentes de muchas religiones, que se inspiran en ellas al practicar su culto y realizar oraciones y ofrendas. Además de representar físicamente a una deidad, dichas imágenes se consideran también la encarnación de su poder espiritual. Para muchas personas, la experiencia de contemplarlas fortalece su conexión emocional con la divinidad y hace que les resulte más fácil sentir su presencia.
Los iconos religiosos siguen siempre unos patrones cuidadosamente elaborados. Todo está concebido para transmitir la naturaleza divina, desde la representación del rostro y el cuerpo hasta la pose, el gesto y el atuendo. Sin embargo, en algunas tradiciones religiosas (entre las que destacan el islam y el judaísmo) los iconos de divinidades son una ofensa a dios, por lo que están prohibidos.
4.- EL CUERPO POLÍTICO
A lo largo de la historia, gobernantes, monarcas y líderes políticos han utilizado su propia imagen para expresar su poder y autoridad. Estas representaciones icónicas presentan una gran variedad de estilos y formatos, desde estatuas colosales y pinturas espléndidas hasta monedas y carteles producidos en masa. Más que explorar la personalidad del dirigente al que retratan, están cuidadosamente concebidas para evocar el ideal de un ser todopoderoso.
Con frecuencia, los gobernantes asocian su imagen a la de grandes líderes del pasado copiando el estilo de sus retratos e incluso sus rasgos. Normalmente se les representa en una serie de papeles arquetípicos determinados, entre ellos, el jefe militar invencible, el monarca infalible y casi divino, el sabio hombre de Estado y el maestro del pueblo. En cualquier caso, siempre pretenden transmitir un mensaje claro: «Yo soy quien os gobierna.»
5.- LA TRANSFORMACIÓN CORPORAL
La transformación del cuerpo humano es un motivo muy presente en el arte y las creencias de muchas culturas. Las representaciones transfiguradas, fantásticas o distorsionadas de los cuerpos suelen explorar los límites extremos de la experiencia y la naturaleza humanas. Algunas de las imágenes que se muestran aquí abordan la fragilidad y las limitaciones físicas del cuerpo, mientras que otras reflejan intensas experiencias psicológicas.
Uno de los procesos de transformación física más representados en el arte es la muerte, el rito de paso definitivo al que todos deberemos enfrentarnos. Máscaras funerarias, cabezas de difuntos y esqueletos como los de la presente selección son recordatorios de la transitoriedad de la vida.
También ha habido artistas que han recurrido a la imagen del cuerpo traumatizado para expresar trastornos y angustias, en particular respecto a los efectos violentos y transformadores de la guerra.
Exposición. 29 abr de 2021 - 09 ene de 2022 / Fundación La Caixa - CaixaForum Madrid / Madrid, España
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