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Aquí y ahora, en el microclima de Acanto, florecen las felices horas donde podemos contemplar y absorber la gran actividad, la perseverancia y el buen oficio de Miguel Ángel Carini (Buenos Aires, 1948); un artista polifacético, pintor, grabador y muralista, profesor y maestro (no es lo mismo, vos me entendés), curador (sí, mejor palabra que comisario…tan marcial) de proyectos tanto a este lado del Atlántico como al otro; fundador del Grupo de Arte "Darte" y "El 17" que ha realizado desde 1974 unas 70 exposiciones a nivel nacional e internacional (os remitimos a su extenso e interesantísimo curriculum, sobre todo vitae). Sus obras figuran en museos de su país y en colecciones privadas de Argentina, Uruguay, Perú, Venezuela, España, Brasil y EE.UU., y en 1997, por citar algún evento de los realizados, fue seleccionado su proyecto Grabado-pintura-escultura por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

Porque la ... obra de Miguel Carini no es una ventana a su mundo interior (fácil símil de la pintura como relación entre esta realidad y otras posibles) sino toda una balconada, como un mirador infinito, hacia la emoción y el mestizaje de las artes visuales. Mestizaje donde se abrazan hermanados lo más ancestral de la cultura del sur de América (con fuerte referente de la estética precolombina y la artesanía autóctona de su tierra natal) y lo occidental y "racional" de las artes plásticas.

Y lo podemos constatar en esta muestra de pastel y técnicas mixtas (en su mayoría) sobre papel, donde este imponente caballero bonaerense, que regala imágenes, sensaciones y palabras (la composición de los sueños seguramente), así como exquisitos modales, crea y re-crea su iconografía (cargada de ricas y numerosas referencias estéticas, históricas y sociales, literarias, musicales y, por supuesto vivenciales) basada en su habitual y peculiar repertorio de seres vegetales, plantas y animales exóticos (principalmente aves, como el colibrí) y personajes enigmáticos que nadan en la materia pictórica, rostros que buscan lo invisible, lunas, rosas de los vientos como brújulas hacia lo imaginado y geométricas estrellas…

Y, dentro de ese rico imaginario, La hora de las estrellas nos parece un exvoto, un exvoto a la perpetuidad y a trascender,…pero también a un estar aquí consciente, disfrutando de la belleza de las imágenes, de la inspiración y de los sentidos,…buscando ser comprendido, queriendo ser querido. Aunque,… más que un exvoto serían 39 exactamente. La hora de las estrellas evoca la hora donde, sobre todo en el Sur, se encuentran los momentos de lo mágico, los momentos irrepetibles que nunca se olvidan, o como él mismo nos explica: "las horas donde se producen todos los milagros, aquellos cotidianos, como son los milagros de los encuentros (…)",. Para Miguel Carini, seguro, es la hora de la creatividad, de su comunión con la naturaleza, con todos los seres de la tierra, del orbe…y claro, de los signos…

…Encerrado en su taller en Granada (instalado desde 1999), donde vive de respirar óleo, acrílicos, temple, pastel…,"inundado de pintura" y trabajando al son de Eleftheria Arvanitaki o de Rodrigo Leão, Carini ha dado un paso más en su carrera; brota de sus papeles un imaginario más subterráneo. Vemos Cambio en sus últimas obras destinadas principalmente para Acanto, presentimos a otro Carini menos detenido en el detalle, más matérico e intuitivo, en "estado de gracia", presa de un estado de agitación emocional especial, que le ha hecho crear una obra tras otra, sin prisa pero sin pausa, con pasión. En La hora de las estrellas encontramos composiciones refinadas de estelas que emanan de su magnífica técnica, sacando luz del fondo de la obra, capa a capa trabajada con esmero para regalarnos tonalidades y cromatismos conmovedores, como en "La hora frágil" o "El lado izquierdo de la melancolía".

En estas horas lorquianas (lleva tan incrustado a este poeta que ni sabía del poema que lleva el lema de la exposición; quizás Lorca se lo susurró al oído en una de estas horas mágicas…) Carini se agita como un junco (elemento muy presente y querido en su obra) dejándose zarandear conscientemente por los vientos que dejó atrás, y que revisa constantemente, y los que soplan nuevos, en el momento actual de su alma, alerta, en vilo, en las horas de febril creatividad y de fértil creación…en las horas en que Carini llena de estrellas…el firmamento de Acanto…