Descripción de la Exposición El verano de mis 12 años tuve un sueño recurrente: Un personaje con manos y cabeza de aspiradora llamado El Desollador me perseguía en la taberna donde yo trabajaba apilando huesos. El Desollador no era malo sólo hacía su trabajo. Salía de una torta, acostaba a su víctima en una camilla, se alzaba de hombros y revolvía la cabeza hacia atrás en una especie de carcajada muda mientras abría los brazos cual Cristo Redentor. Acto seguido aspiraba toda la piel de la persona. Lo más raro es que las víctimas se entregaban gozosas a su camilla, riendo se acostaban sobre la sábana blanca. Yo temblaba en el sueño: que dramático es que te arranquen la piel, pensaba, siendo la piel el límite de contacto entre Uno y el Mundo. Al despertar siempre recordaba: no es tan malo que ese límite se borre. En La Fuerza Domesticadora de lo Pequeño un pedazo de torso parece contener un cuerpo que a la vez es una cabeza en transparencia que extrañamente parece un útero. Cuatro pinturas al óleo nos muestran cuerpos en distintas posiciones que pasan por todas las posibilidades de la abyección, desde el deseo, la vergüenza, la reducción de información y la fuerza de los sistemas internos. Los órganos se exhiben hacia afuera y hacia adentro, el cuerpo mutilado aparece como órgano pensante y la inteligencia como órgano sensorial. Un video de la piel la muestra como un monstruo que vive adentro de nuestro límite con el exterior. La cosa se mueve. La idea de monstruosidad es muy rara porque la monstruosidad es por definición del orden del mostrar, de lo que se ve. En realidad el verdadero miedo a lo oculto, es el miedo a tener que ver. La monstruosidad no pasa necesariamente por la fealdad sino por la sobredimensión de una experiencia. Un par de piernas de maniquí alimentan fantasías recubiertas de plastilina color carne/piel, y un cajón de madera contiene un torso que luego se verá reflejado de espaldas en una de las grandes pinturas. Todos son paralelismos, puestas en abismo, el cuerpo es el cajón (el cajón es el ataúd), el cuerpo como container es contenido en una cabeza y un torso se repite, sobre sí mismo con ligeras variaciones. Esta repetición de torso nos deja alarmados: ¿es acaso el mismo cuerpo en otra de las posibilidades de su historia? ¿El mismo cuerpo más viejo? ¿Es otro pero tan parecido al primero que da igual que se superpongan? Una cabeza que está al lado parece verlo todo pero no puede decir nada: una banda de piel pulcra como la nalga de un bebe se viene a apoyar sobre su boca. La conexión con la disciplina interna parece seducir al monstruo domesticable, aquel que vive en la oscuridad de nuestras entrañas. Lo incita al orden, a la clase de yoga, al movimiento perpetuo. ¿Cómo escapar a la violencia de ser uno mismo? ¿Cuál es el punto de contacto eléctrico en el que pasamos de ser Uno a ser el Otro todo en el mismo espacio?
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España