Descripción de la Exposición
Con alma de artista, Carlos Villoslada deja su anterior oficio de granjero para dedicarse de lleno a su pasión por crear. Su arraigo constante con la naturaleza y el haber crecido en un entorno rural le lleva concebir obras que nos transportan a un ambiente bucólico, romántico, incluso de deseo, en el que la persona se ve reinterpretada a través de la naturaleza.
Su obra de carácter eminentemente orgánica pone de manifiesto su estrecha relación con el campo. Él mismo cuenta cómo cuando era pequeño empezó a crear sus primeras obras de arte con barro raíces que recogía en la naturaleza. Sus creaciones han ido avanzando hasta crear un lenguaje propio que evocan ambientes íntimos cargados de romanticismo que nos transportan a épocas pasadas. Así sus cerámicas antiguas, en muchos casos con grietas y marcas propias del tiempo son recuperadas por el artista en mercadillos y anticuarios y tras pintarlas con esmaltes vuelven a nuestras vidas con un sentido artístico, más poético. Esas piezas que antaño sirvieron para alimentarnos forman ahora parte de nuestras vidas con un carácter más duradero, en forma de obra de arte.
Entre sus últimas exposiciones cabe destacar su participación en el Museo Würth La Rioja dentro de la exposición Estudio-120m en la que realizó una obra inédita para una de sus terrazas. Su exposición en el Hotel Finca de los Arandinos diseñado por David Delfín. En 2013 viaja a China/Song Zhuang para trabajar en una residencia de artistas en donde comienza con su proyecto Memoria e investiga en la cultura y los materiales de oriente, exponiendo en su obra en la Galería Shiyou.
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No lo sabemos, pero el amor es lento y subterráneo. Sus formas comienzan a propagarse como las raíces de los árboles, buscando sustrato, cobijo y alimento. Este lenguaje de tierra y ramas, como una forma de aferrarse, como una pequeña intuición, no entiende de caos ni inmediatez. La vida sucede en las obras de Carlos Villoslada, y como los nidos de las oropéndolas, juega a balancearse entre hierba seca, tiras de corteza, lana y telarañas. Como la pequeña nana que canta el viento a las crías mientras estas aguardan a su madre. Como el trigo y la cebada que se colocaban en pequeñas urnas al lado de los cuerpos embalsamados de los grandes faraones, para que en la otra vida tuvieran semillas con las que cultivar la nueva tierra y poder alimentarse. Aquí sí existe refugio para los que se fueron, para los que hibernan. Para aquellos que cayeron y construyeron su casa con sus propias manos manchadas de tierra. Aquí se puede tocar la canción de los que duermen, impacientes, sigilosos, latentes, deshaciendo las mejores melodías para poder germinar. Porque la vida sucede en los pequeños hilos con los que jugamos. Como el pájaro que confunde su plumaje con los destellos del sol y no se deja ver pero algo nos dice que está ahí. Carlos Villoslada no necesita nombrar para que la obra suceda y exista. Conoce como nadie la frescura de las huellas recién hechas, la coreografía imaginaria de las aves antes de acostarse, el ruido de la vida meciéndose una y otra vez debajo de la hojarasca. Un canto a la herida perenne de los que aguardan.
María Sánchez
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España