Miguel García Cano presenta la interesante exposición 'La Distancia y el Encuadre' en la que indaga en la formulación personal del paisaje mediante el estudio de los modos de visión y de representación de la Naturaleza.

La vocación matemática y científica del artista le ha llevado siempre a investigar sobre las correlaciones lógicas del paisaje fragmentado a partir de la aplicación de la proporción áurea a sus inconfundibles trípticos, que mantienen sorprendentemente la coherencia visual, en cualquiera de sus variaciones posibles.

En los textos que acompañan la exposición, destacan las palabras del historiador ... y crítico de arte Juan Antonio Ramírez, que define la ponderación del formato 'cuadrado' de sus obras como 'módulo repetitivo que nos lleva al universo, también 'anestesiado', del minimalismo. Así mismo apunta cómo García Cano supera la distinción entre figuración y abstracción mediante 'alejamiento respecto al asunto y la sensación de su acortamiento vertiginoso (ese extraño efecto de zoom)'.

El artista sigue desarrollando esa tendencia numérica y su factura precisa a la que añade ahora impresionantes soplos de neblina, transparencias y veladuras que enturbian la mirada, en un efecto visual de trampantojo. Se trata de una especie de 'ultrarrealismo' que prolonga la intensidad emotiva y aérea de la serie El Silencio con el impacto magicista de las obras de la serie Agua, ahondando en la esencialidad de un paisaje reducido a la captación sensorial de los elementos.       

Con esta exposición García Cano se postula como uno de los pintores más sólidos del panorama artístico nacional que apuestan por la exploración del paisaje como una tendencia del arte contemporáneo que valora la Naturaleza como espacio físico y lugar, desde la pintura, la fotografía o el ecoarte.