Descripción de la Exposición ... Un artista autodidacta Volvamos al punto de partida. En el Marruecos de su niñez no existía la pintura en el sentido occidental de la palabra, y fueron más bien -como él mismo escribe- los suntuosos puestos de los mercados y tiendas de comestibles de El Jadida los que ocuparon diariamente sus primeras paletas... Para comprender los conflictos de este artista con el Arte y la Historia del Arte, a la par que con la Historia a secas, el hermoso libro Tu en verras de toutes les couleurs... [Las pasarás canutas...], publicado en Marruecos por La Croisée des Chemins resulta un documento apasionante. Viene al caso el pasaje inicial donde se expresa como en una letanía la preocupación del artista frente a los acontecimientos: «Poco a poco he tomado conciencia de que llegué al mundo más de ocho siglos después de las primeras cruzadas, cuatro siglos y medio después de la Inquisición española, veinte años después de la Primera Guerra Mundial, cinco antes la segunda; de que el bombardeo de Guernica había tenido lugar un 26 de abril, día de mi tercer cumpleaños; de que pocos años después, Hiroshima fue bombardeada; de que los nazis invadieron Europa; de que no solo millones de toneladas de bombas habían aplastado Inglaterra, Francia, Bélgica, Holanda, Rusia y Alemania, sino que esta guerra había dejado sesenta millones de víctimas, incluyendo el genocidio de armenios, judíos, gitanos, homosexuales y tanto otros... Siguieron las guerras de Corea, de Vietnam, las de la liberación de las colonias, las de los protectorados franceses, ingleses, españoles, holandeses, portugueses; las guerras árabe-israelíes, palestino-jordanas y palestino-libanesas, la guerra de Irak, la guerra entre chiitas y suníes en Afganistán. Y asistí en Londres al asesinato de John Fitzgerald Kennedy aquella tarde de noviembre de 1963 como si estuviera en Dallas. Las televisiones nos han mostrado las masacres de Srebrenica, nos han impuesto hasta la saciedad la imagen de los aviones del 11 de septiembre demoliendo las Torres Gemelas; ¿y cuántas veces no hemos tenido que ver a los que se arrojaban por la ventana, cuales Ícaros sin alas para sostenerlos y sin mar para recibirlos?». «¿Qué hacer con tal cantidad de imágenes? -prosigue Elbaz-. Me veía como un espectador observando una plaza de toros, sabiendo que no puede intervenir en el combate que se desarrolla y que sigue siendo testigo de las mulillas arrastrando sin cesar a toros agonizantes en torno a un escenario elíptico constantemente re-enarenado». ... El arte como un «filtro» Porque son justamente esta interpelación y esta conservación las que definen para Elbaz la función del arte en un mundo atribulado. «La Historia, dice, es para mí como un sol abrasador que ningún ojo humano puede encarar sin la mediación del arte. Y solo el arte, aportando un soplo de meditación y de sueño, una puesta en juego del cuerpo y del pensamiento, permite ver sin cegarse». A finales de los años ochenta, el descubrimiento de la fibra vegetal le permite concentrarse en la textura de la materia. La materia noble reemplazará a partir de ese momento al grabado, la litografía, la pintura, el óleo y el dibujo. Y estas son las series llamadas La fin des typographes [El final de los tipógrafos], Le corps de l'absente: robes, vestes, foulards... Las primeras laceraciones Si André Elbaz decide convertir sus obras en jirones es para contar de otra forma una realidad que ya no quiere dibujar ni pintar, y para insertar en el papel que él mismo prepara un recuerdo de otra índole. Llega a desfibrar sus obras anteriores para volver a poner su fibra en circulación, recomponerla de otro modo, ofrecerla renovada a la vista... En el agua, las obras laceradas reconvertidas en fibra se integran poco a poco a la materia líquida que las espera en el bastidor metálico. Los elementos elegidos para convertirse en Anamorphoses [Anamofosis] o en Paysages éclatés [Paisajes estallados] se adhieren firmemente a la fibra sin la menor adición de cola. La composición se construye directamente sobre los bastidores flotantes que habrá que sacar del agua y colocar verticalmente para que al finalizar el secado la hoja portadora se desprenda de su soporte sin dificultad. Las laceraciones a mano Muchas de las piezas de L'Oeuvre exécutée [La obra ejecutada], así como las Anamorphoses [Anamorfosis], están realizadas a partir de trabajos previos recortados mediante una trituradora de papel. Estas máquinas de oficina destinadas a la destrucción de documentos confidenciales inspiran al artista, ya que proporcionan una gran variedad de cortes, confetis de varios tamaños y tiras de diferentes anchuras que ofrecen numerosas oportunidades de reorganización. Aziz Daki escribió que, frente a estas Lacérations [Laceraciones], el espectador percibe rápidamente que no se trata solo de jirones, sino también y sobre todo «de la dicha especial de volver a dar nacimiento y vida». En los últimos años del siglo XX, siente la necesidad de retomar las masacres en masa. Durante meses, años, André Elbaz trabaja durante el día con la fibra y pasa las tardes y las noches con sus pinceles y sus pigmentos triturados con huevo explorando una y otra vez temas como los desastres de los Cátaros, las masacres de Ruanda, entre otras muchas. Su visión queda plasmada en un papel de seda muy fino que hará encolar años más tarde sobre tela de lino. Nuevamente, su intención aquí no es representar la violencia individual ni los cuerpos masacrados (esto sería, según él, identificarse con el verdugo torturando el alma del espectador), sino evocar lo que significan tales acontecimientos cuando la humanidad no es más que una multitud de simples puntos y comas bajo las plumas y los pinceles. «Es el silencio, más que el ruido y el furor, lo que busco», afirma. « La destrucción o la obra ». Las Urnas («Nueva York 2001») El acontecimiento desencadenante de esta ruptura surgió con la destrucción de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001. Aziz Daki, comisario de las exposiciones simultáneas de Fez, Casablanca, Rabat y El Jadida en 2006, recordó la necesidad de todo gran artista de hacer frente a la realidad por medio de la obra: «Enfrentado a un acontecimiento ensordecedor, espectacular y sin precedentes, Elbaz reacciona orientando su arte hacia perspectivas inexploradas. Corta sus dibujos, acuarelas, tintas, litografías y serigrafías, en cientos, miles de trozos, los reúne y los reorganiza en recipientes transparentes». Impulsado por una imperiosa necesidad que los atentados de Nueva York agudizan aún más, André Elbaz emprende la demolición de aquello en lo que había basado su vida. Día tras día, tarros cilíndricos reemplazan los libros de sus bibliotecas, invaden su casa y su taller. Estos tarros los describirá Anne de Staël con sus palabras de poeta: «(...) Estos tarros, cuando los miro, arden como velas. Hay sol en los tarros. El sol del papel, el sol de la tipografía, el sol del pastel (...)». Y añade: «Con este trabajo, André Elbaz plantea una maravillosa contradicción. Una contradicción con la que se plantea la cuestión de la obra de arte. La cuestión de cómo continuar diciendo las cosas...».
Premio. 09 sep de 2024 - 13 oct de 2024 / Madrid, España
Exposición. 05 oct de 2024 - 09 mar de 2025 / Centro Botín / Santander, Cantabria, España
Formación. 15 oct de 2024 - 30 jun de 2024 / Museo Nacional Thyssen-Bornemisza / Madrid, España