Descripción de la Exposición La producción más reciente de David del Bosque (DdB), que esta exposición presenta, testifica cómo el joven artista acaba de adoptar un nuevo y más complejo posicionamiento plástico, modificando el formato modular y el contenido de sus creaciones. Por una parte, ha cambiado la anterior configuración cuadrada o rectangular de sus obras por el círculo. Es decir, ha abandonado el rigor de la exactitud del plano acotado por cuatro líneas rectas que forman otros tantos ángulos rectos, y ha adoptado el registro ornamental -de sensaciones un punto deslizantes- que va implícito en el tondo italiano, o formato redondo de origen arquitectónico. De otra parte, ha incluido una cierta presencia de imágenes fotográficas figurativas en unas obras que hasta ahora se habían producido exclusivamente sobre los valores de las formas geométricas elementales. Con todo, permanece en estas nuevas obras el lenguaje constructivo característico de la práctica artística de DdB, al tiempo que la inclusión del icono fotográfico abre estas propuestas a horizontes inéditos. Esta actitud firme de cambiar de formato, y esta voluntad de establecer relaciones y diálogos entre poéticas 'opuestas' -o sea, entre el registro formal de la abstracción constructivista y del minimal, y el carácter de representación figurativa propio de la imagen fotográfica-, constituyen una nueva prueba del empeño creativo y de la valentía profesional de un joven artista como DdB, al que siempre le ha interesado moverse en posiciones interdisciplinares, combinando en especial y de manera congruente los espacios planos de lo pictórico y el carácter objetual que distingue a buena parte de las obras escultóricas modernas. Alienta en estas nuevas obras de DdB la inquietud que le produce la naturaleza aceleradamente cambiante de la realidad actual, y asimismo un impulso a traducir en valores absolutos y en expresiones estéticas fuertes (las que proporcionan las formas abstractas geométricas) todo aquello que actualmente se mueve, cambia y demuestra ser contingente. De esa manera, estos objetos en que DdB materializa su práctica del arte última, se configuran ahora en pantallas circulares, que recuerdan la esfera de los relojes murales con sus agujas en movimiento continuo, al tiempo que nos remiten también a las superficies reflectantes de los espejos de los lugares públicos, en los que el espectador imprime su imagen fugitiva al pasar o al detenerse ante ellos. A la vez, en los espacios que el artista deja pulidos, abrillantados, en estos tondos, se ha grabado el icono parcial y movido -como fugitivo- de la efigie de otras personas, icono que funciona a la manera de retratos de anteriores espectadores anónimos, que aquí han dejado 'para siempre' la paradoja de su 'imagen de tránsito'. Espacios, tiempos y figuras de la vida actual, extraordinariamente cambiantes, quedan así detenidos o 'fijados en su propia y veloz contingencia' por obra del arte. Un arte particular, muy personal, sólo suyo, éste de David del Bosque. Un arte, que se significa por su utilización de planchas de acero inoxidable, tratadas en parte con vinilo, plata y barniz. Un arte que, a su vez, se presenta como un objeto rotundo, muy concreto, pero que flota sobre el muro de su localización, gracias a los permanentes anclajes de madera y a las ocasionales regletas de iluminación de que puede dotarse. Un arte, que, asimismo, se basa en la sutileza dibujística de lo lineal, en la elegancia de los suaves contrastes que median entre el brillo radiante del acero pulido y el mate de sus esgrafiados, en la pulcritud extremada -pero nunca aséptica-de su factura y acabado, así como en sus poderes para trascender la emoción de la percepción óptica, trasladando al espectador a la esfera de las reflexiones estéticas y de la poética conceptual. Un Arte, con mayúscula. Un arte, propiamente dicho.